lunes, 30 de abril de 2012

Futuroscope, un parque diferente




Situado en el departamento de la Vienne, al norte de Poitiers, es un parque temático curioso y original que os sorprenderá pues no encontrareis las clásicas montañas rusas que nos dan vueltas y más vueltas. Con una arquitectura futurista todo está relacionado con la Ciencia y con la diversión. Es un sitio peculiar donde reinan los cines en 3D y 4D. En la entrada proporcionan folletos en castellano así como auriculares que traducen algunas de las atracciones que evidentemente están en francés.


Comenzaré haciendo un breve recorrido sólo por algunas de las atracciones que podéis encontrar en este parque y que más me gustaron.


Los animales del futuro donde se invita a los espectadores a un viaje virtual interactivo, se recorren varios escenarios que te muestran cómo sería nuestro planeta y sus habitantes dentro de 5 a 200 millones de años. Con una especie de prismáticos en 3D con los que puedes interactuar y dar de comer o acariciar esos animales virtuales.


Viajeros del cielo y del mar es una sala de proyección que según parece es única en su género, donde una enorme pantalla vertical se prolonga por debajo de los pies de los espectadores, permitiendo una visión insólita de un viaje visual entre la tierra, el mar y el cielo.




La Vienne Dinámica es sin duda mi atracción favorita. Un viaje fantástico por la Vienne, la comarca que rodea Poitiers. Sentados en un simulador que va reproduciendo las diferentes sensaciones que se podrían tener durante un viaje loco por la zona, siguiendo a un personaje de ficción que después de tirarse desde un tren, coger todo tipo de vehículos y salvar infinidad de obstáculos y termina casándose en una maravillosa iglesia románica. Es como estar nosotros mismos en la pantalla con asientos que se mueven al ritmo de las imágenes, viento, lluvia, vibraciones. ¡Genial!


Baila con los Robots es como un gran salón de baile de alta tecnología con 10 brazos gigantes, los ocupantes eligen entre tres niveles de dificultad donde bailaremos literalmente colgados y bocabajo. ¡Una auténtica pasada!

Son bastantes más las atracciones que podéis disfrutar en Futuroscope en total más de 25 experiencias relacionadas con los temas más variados que despertarán sensaciones únicas y sorprendentes. Pantallas hemisféricas con proyecciones IMAX, simuladores con asientos que se mueven. Además de exposiciones de pintura, fotografía, escultura, espectáculos y teatro en la calle. Cada año se renueva el programa con algunas novedades. Hay que venir un día entero o dedicarle dos, si es posible. Hay mucho que ver y experimentar.


Una de las partes del parque está llena de atracciones para niños con tirolinas, toboganes y juegos de agua. Me gustaron especialmente unos triciclos acuáticos que van sobre el agua. Era bastante difícil mover aquel "trasto" por el agua pedaleando y no digamos aparcarlo.
Todo ello en un entorno muy verde y limpio. Lleno de flores, salpicado de colinas y lagos, restaurantes y tiendas para todos los gustos.
Cada noche al caer el sol, en el lago central hay un espectáculo de luz y sonido con proyecciones de imágenes en pantallas de agua y rayos láser. ¡Todo un espectáculo!


Con esto acabo la visita a Futuroscope, con la ilusión de poder volver algún día. Un espacio ideal para compartir en familia que no me decepcionó.

Loli






jueves, 26 de abril de 2012

Berlanga de Duero - Soria.

 




   Berlanga de Duero se sitúa a 23 kilómetros del Burgo de Osma y a 50 kilómetros de Soria. Es una villa medieval sucesivamente destruida y reedificada, ya que se encontraba en un lugar estratégico de los ataques musulmanes en la época de la Reconquista.

   En esta localidad hay un interesante castillo de los siglos XV y XVI, aunque el origen de la fortaleza se sitúa en el siglo X. Está rodeado por un escarpado cañón de casi 70 metros sobre la hoz del río Escalote, y bordeado por el otro lado de una muralla, construida en la parte baja de la montaña, definiendo un enorme recinto con el castillo como altivo punto de referencia. Tanto la muralla como sus torres circulares se encuentran en bastante buen estado de conservación.

   Los restos de este castillo son visitables y me gustó el sistema que utilizan para enseñarlo. A la entrada del recinto hay una torre que hace las veces de oficina de información y sala de exposiciones. Una vez comprada la entrada se va formando el grupo, entregando la llave de acceso al castillo al primero que ha llegado para hacer la visita, de esta manera se convierte en cierta forma en su responsable. Este sistema permite visitar con facilidad la fortaleza sin necesidad de guías ni vigilantes, ya que los propios turistas son los responsables del recorrido. Alrededor de unos 30 minutos es el tiempo con el que se cuenta para pasear y ver su interior, después todos deben salir para volver a cerrar la verja y devolver la llave. Durante los meses de verano esta visita se realiza con un guía.

   Esta población cuenta además con una enorme iglesia, la Colegiata de Nuestra Señora del Mercado, donde destaca  una imagen románica de esta Virgen, su retablo barroco y los sepulcros platerescos de los Marqueses de Berlanga y Duques de Frías. Me impresionó bastante su interior, es sencillo pero tiene unas inmensas columnas que le dan un aspecto de grandiosidad. Como curiosidad, en su interior está enterrado el dominico Fray Tomás de Berlanga, descubridor de las Islas  Galápagos.





   Montejo de Tiermes se encuentra alrededor de 44 kilómetros de Berlanga de Duero. Allí podemos visitar y pasear por las ruinas de Tiermes, una ciudad celtíbera, aliada de Numancia.

   Sus orígenes se remontan a la Edad del Bronce. Se la conoce como la Pompeya española por los yacimientos arqueológicos que aquí se encontraron y que aún se siguen descubriendo. Fue  una gran ciudad que llegó a contar con varios edificios, termas, foros, teatros y hasta un acueducto. La visita es mejor empezarla en su Museo, donde se nos ofrecen datos, explicaciones sobre su historia y se detallan los hallazgos arqueológicos realizados.
                                                                                                                                           



                                                                                                                                                   Inma.

           .

domingo, 22 de abril de 2012

Encanto Cordobés

La ciudad de Córdoba se alza orgullosa a orillas del Guadalquivir. No hay excusa para no acercarse a este lugar, cruce de culturas. Desde Madrid con la línea de alta velocidad se tarda poco más de hora y media en llegar y recorrer sus calles y monumentos puede realizarse en apenas un día.

Córdoba con su trazado caótico de calles tiene un encanto andalusí muy particular que atrapa al visitante desde el primer momento en que contempla su muralla, los rincones de sus calles llenos de geranios, las casas y palacios todos blancos, multitud de iglesias, pero sobre todo La Mezquita.

Patio de los Naranjos

Conviene visitar la Mezquita-Catedral a primera hora de la mañana para evitar largas esperas y poder adentrarse en su interior sin prisas y disfrutar del arte que nos rodea casi en silencio. Al igual que para lo que fue diseñada, es un espacio para la oración y el recogimiento.
Recibe al visitante el patio delantero lleno de naranjos con su minarete, una preciosidad. El interior de la mezquita es grandioso, plagado de arcos y columnas de estilo Omeya y con el característico color rojo.



Alminar de la Mezquita



A pesar de que ha sufrido muchas modificaciones y ampliaciones a lo largo de los siglos aún mantiene el aspecto de la gran mezquita que fue en su día y que la llevó a convertirse en el mayor templo islámico de Occidente.
Particularmente opino que convertir un edificio dedicado al culto islámico en catedral cristiana me parece una auténtica abominación y un sin sentido, pero, en la España de los siglos XV-XVI debía tener su razón de ser. Faltaría más: ¡Con la iglesia hemos topado!

Quedé impresionada con la majestuosidad del edificio y la sencillez de su decoración. Sin duda, uno de los monumentos más espectaculares y grandiosos de España.






A continuación nos dirigimos al Alcázar de los Reyes Cristianos a unos pasos de la Mezquita. Nos adelantamos a la entrada de un enorme grupo de jubilados y paseamos por sus torres y estancias para, por último, salir a los jardines con sus fuentes y aljibes de gran belleza. El día era luminoso y gozamos del sol de Noviembre. La mañana se fue volando y al tratarse de un día festivo muchos de los monumentos no estaban abiertos o cerraban a mediodía.


Alcázar de los Reyes Cristianos


Así pues, nos encaminamos al museo arqueológico ubicado en un enorme palacio renacentista donde contemplamos infinidad de restos prehistóricos, árabes, estatuas y utensilios romanos hallados en yacimientos arqueológicos por toda la provincia y en la propia ciudad. Desde al año 2011 se puede visitar adyacente a este museo un nuevo edificio que alberga los restos del teatro romano de la ciudad.
El Caballo Rojo

Hicimos una pausa para tomar un aperitivo antes de comer abrumados por tanto arte. Teníamos una reserva para comer en "El caballo Rojo", en el barrio de la judería, junto a la Mezquita. El acceso se realiza a través de un pequeño patio lleno de balcones enrejados y macetas con geranios de colores. Su interior típico andaluz lleno de luz y la gastronomía cordobesa con excelentes salmorejos, embutidos y sobre todo, un delicioso cordero a la miel. Los postres también muy ricos basados en frutos secos y de tradición andalusí.

Dedicamos la tarde a recorrer la judería, a perdernos por sus enrevesadas callejuelas, a detenernos en un callejón estrecho, en una placita encantadora o en un antiguo comercio. Entramos en la pequeña sinagoga y posteriormente decidimos hacer una visita guiada al interior de una casa judía en la que nos explicaron sus costumbres y cómo vivía esa comunidad en Córdoba.
Callejuela cordobesa




Nuestro tren salía a las 10 pm hacia Madrid, no había prisa pero en esa época del año pronto se nos hizo de noche y terminamos la tarde en un café esperando para irnos hacia la estación del tren, ya cansados, después de todo el día paseando por la ciudad.

Nos dejamos muchas cosas en el tintero pero así tenemos la oportunidad de volver y visitar lo que dejamos pendiente en esta hermosa ciudad, Patrimonio de la Humanidad, esta vez, en primavera para admirar los patios llenos de flores y aprovechar la luz solar en su totalidad.

Escrito por LaSusi

jueves, 19 de abril de 2012

Alcalá del Júcar y su impresionante Hoz



En la comarca de La Manchuela, provincia de Albacete, Alcalá del Júcar es uno de los pueblos más espectaculares y pintorescos de Castilla-La Mancha. Enclavado en un singular paraje se encuentra este mágico lugar que tenia muchas ganas de conocer y me impresiono bastante por su originalidad urbana. Enclavado en un entorno espectacular, la Hoz del Júcar.


La erosión fluvial ha provocado un corte, una profunda hendidura en el terreno y ha creado una garganta conocida como la Hoz del Júcar. Es increíble la capacidad del hombre para adaptarse al terreno y como sus habitantes eligieron el lugar más inaccesible.

No es una población asentada sobre la pared de un cerro casi cortado a tajo, sino que una gran parte del pueblo está incrustado en él. Como una gran esponja de piedra habitada por humanos.
Lo más aconsejable es dejar el coche aparcado en alguno de los aparcamientos públicos a la orilla del río Júcar. Para proseguir ascendiendo por sus pintorescas callejuelas hasta llegar al Castillo.


También puedes llegar a este en coche y comenzar el recorrido descendiendo hacia el pueblo. Comenzaremos por el Castillo de origen árabe, posiblemente su monumento más representativo. Desde su privilegiada posición elevada domina la localidad. Sometido a una importante restauración, muestra un impresionante aspecto. Está constituido por un torreón y dos torres de planta circular, con tres plantas en su interior. En su exterior aún se conservan restos de la muralla defensiva primitiva. Desde lo más alto las vistas del pueblo con su original plaza de toros con forma irregular y de la Hoz son espectaculares.



Recorrer sus calles estrechas con empinadas cuestas, observando los detalles de sus casas excavadas en la roca, tienen un encanto particular y original. Fachadas y poco más asoman al exterior, mientras la pared guarda la mayor parte de la estructura interior . Horadadas por decenas de cuevas que incluso atraviesan la montaña entera asomándose a la Hoz. Estas cuevas se han utilizado desde la antigüedad como viviendas, establos y bodegas. Algunas se pueden visitar como las Cuevas de Masagó, del Diablo y la de Garadén.
Estas cuevas se encuentran muy bien indicadas. Sin duda son uno de los muchos reclamos turísticos que tiene el pueblo.


Por una entrada de 3 euros incluida una consumición. Puedes adentrarte por la Cueva de Garadén y recorrer un gran trecho de su interior, es un auténtico museo de antigüedades, con laberínticos pasillos, pasadizos excavados en la propia roca y luego descender varios pisos de escaleras para llegar a una zona con un bar y una discoteca. Con una decoración muy recargada (muebles antiguos, aperos de labranza, tinajas, billetes antiguos de todo el mundo y muchas fotografías del dueño con personajes famosos).


Repón fuerzas en una curiosa terraza mientras tomas un refresco y disfrutar de unas maravillosas vistas. Para más tarde salir por la Cueva del Diablo que se encuentra unida a la anterior donde conocí al dueño de la cueva, un personaje muy peculiar. También se puede visitar el Museo del Cine, propiedad del mismo dueño.

Otros lugares interés en Alcalá del Júcar, es la Iglesia de San Andrés con una esbelta torre que destaca sobre las humildes viviendas y el puente de origen romano. Restaurado en varias ocasiones debido a la fuerza de las aguas, desde donde se obtiene una bonita panorámica del pueblo.


En conclusión, Alcalá del Júcar es una población muy pintoresca, un lugar ideal para disfrutar de su entorno paisajístico. Estoy seguro que no te dejará indiferente.


Rafa

lunes, 16 de abril de 2012

La Puebla de Montalbán y su entorno

A raíz de una reciente visita al municipio de Consuegra, cercano a los Montes de Toledo, me han venido a la memoria nuestras excursiones a los pueblos que se encuentran en el interior de estos montes. Desde La Puebla de Montalbán el recorrido es relativamente corto. La Puebla es una localidad toledana famosa por ser la cuna de Francisco de Rojas el autor de "La Celestina" pero además tiene una notable Plaza Mayor con balcones corridos y de grandes dimensiones y llena de mesones típicos algunos datados en el siglo XVIII. La parte opuesta a estos balcones la ocupa el Palacio de los Duques de Osuna, Condes de la Puebla. Fuera de la monumental plaza, encontramos otros edificios de interés de los siglos XVI y XVII como ermitas y conventos, el antiguo hospital y, destacando sobre todos ellos, la Torre de San Miguel de 30 metros de altura que corona el punto más alto de la localidad.

Plaza Mayor de La Puebla de Montalbán (de Panoramio)
Atravesando el municipio en dirección al río, pronto se alcanza la vega del Tajo y desde aquí nos adentramos en un carretera rodeada de fincas con encinas y olivos para entrar de lleno en una zona de gran importancia cinegética. Siempre habíamos continuado nuestro camino hacia pueblos como San Martín de Montalbán, San Pablo de los Montes o Las Ventas con Peñaguilera (me encanta el topónimo), lugares conocidos por su gastronomía basada en la caza (liebre, conejo, venado, ciervo...) y por la manufactura de artículos de piel, sin reparar en una desviación que a escasos 14 Kms. pasada La Puebla indica a los restos de Santa Mª de Melque. Esta vez nos dirigimos hacia allí.

Santa María de Melque
Tras unos 7 Kms. más por un camino bastante bien compactado para los coches se vislumbra la iglesia visigoda de Santa María de Melque, del siglo IX. Aunque en un primer momento se pensó que era de estilo mozárabe se ha demostrado que formó parte de un monasterio visigodo. Su interior es muy austero, de unas líneas muy simples y bellas en planta de cruz griega y con unas grandes piedras y espesos muros. Da la impresión de hallarse frente a una fortaleza más que frente a una iglesia y es que algunos estudios afirman que se la dotó con una torre justamente para darle un carácter defensivo. En las cercanías de la iglesia se ha construido una sala con detalles sobre la zona de Melque, varios restos hallados en las proximidades y la historia de los visigodos en Toledo.

La Peña del Águila en Las Ventas con Peñaguilera
Retornando sobre el camino de tierra regresamos a la carretera para continuar el viaje hacia nuestro destino final, la localidad de Las Ventas con Peñaguilera, donde degustamos unas migas excelentes y un solomillo de "venao" muy sabroso en Casa Joaquín siempre que podemos para después hacer la digestión subiendo a su Peña del Águila.
Antes de regresar hay que entrar en algunos de los comercios especializados en piel para adquirir algún bolso, cartera, monedero o quizás un chaquetón de una excelente calidad y precio.

Es una bonita excursión por esta zona no tan conocida que hemos realizado en varias ocasiones acompañados de mis padres a los que dedico estas líneas.


Escrito por LaSusi

viernes, 13 de abril de 2012

La isla de Alcatraz, La Roca - California (2ª parte)


   “Usted tiene derecho a recibir comida, ropa, albergue y atención médica. Cualquier otra cosa que reciba es un privilegio” Artículo nº 5 del Reglamento de la Prisión de Alcatraz.


   La isla de Alcatraz está situada en el centro de la bahía de San Francisco, a tan sólo dos kilómetros de distancia de la ciudad. Es uno de los Parques Nacionales que hay por la zona; su objetivo es hacerla accesible a los visitantes, proteger su entorno ambiental, preservando sus edificios y su historia.

   Esta isla era un peñón solitario y sin nombre. Se cree que los nativos de la bahía se acercaban a ella con sus canoas para pescar en sus orillas. En 1775 el explorador español Juan Manuel de Ayala accede navegando a la bahía y da nombre a sus islas. Alcatraz ya figuraba en los mapas pero no se le daba ningún uso. Cuando California se incorporó a los EEUU y a consecuencia de la llegada de nuevas riquezas producidas a raíz de la fiebre del oro, se levantó en este islote un faro. La ciudad de San Francisco vio aumentada considerablemente su población, su bahía por consiguiente tenía un gran tráfico de barcos, por lo que era importante contar con este faro en el peñón.

   Más tarde también se construyó una fortificación, Alcatraz estaba en la línea directa de la entrada de los barcos al puerto. Así se convirtió, junto a Fort Point, en una parte importante del plan de defensa del ejército, llegando a alcanzar la categoría de “Cuartel Disciplinario de los Estados Unidos, División del Pacífico”.  Durante la época de la Guerra Civil numerosos soldados estuvieron aquí prisioneros, acusados de robo, deserción o asesinato. También se usó para encarcelar a integrantes de las tribus Apache y Hopi durante las guerras contra los indios. En 1934 el Ministerio de Guerra transfirió Alcatraz al Ministerio de Justicia, fue entonces cuando comenzó a utilizarse como penitenciaria federal, construyéndose una enorme prisión.





   Alcatraz se convirtió en una instalación modelo y moderna, una prisión de máxima seguridad. Alrededor de 1500 hombres cumplieron aquí condena, algunos de los cuales eran muy conocidos, como Al Capone, “Machine Gun” Kelly o Robert Stroud “el hombre pájaro de Alcatraz”.

   Existían 336 celdas. Desde sus seis torres los guardias armados tenían el control y hacían sumamente difíciles las fugas. Alambradas de púas, puertas eléctricas, rejas con cadenas y detectores de metal eran algunos de los detalles de sus instalaciones. Como medida de seguridad añadida se restringían las visitas, el aislamiento era casi total. Pero se prestaba mucha atención a la comida y a la asistencia médica de los presos. No hubo ejecuciones aunque sí cinco suicidios y ocho asesinatos entre presos y personal que trabajaba para la institución penitenciara.

   Se contabilizaron 14 intentos de fuga, aunque sólo los hermanos Anglin consiguieron escaparse por el agua, utilizando impermeables como flotadores. Se cree que se ahogaron aunque nunca fueron encontrados los cadáveres. Esto sirvió de inspiración para la película “Fuga de Alcatraz” de Clint Eastwood.

   Ante las dificultades y el aumento de los costes para mantener esta prisión de alta seguridad, Robert Kennedy, desde su puesto de Procurador General, decidió cerrarla en 1963.

   Posteriormente cuando esta isla se encontraba ya abandonada, un grupo de americanos nativos ocupó Alcatraz. Como señal de la reclamación del islote levantaron un  “tipi”, símbolo tradicional de una tribu india. En principio este movimiento tuvo mucho apoyo por parte de activistas, pasado un tiempo, perdió interés para los políticos y después de 18 meses fueron desalojados. Sus pintadas pueden todavía observarse por todo el recinto.

   Se comenzaron a demoler los edificios que a lo largo de los años se habían levantado, pero este proceso se detuvo cuando por parte del Gobierno se decidió que Alcatraz formara parte de los Parques Nacionales del país. En 1973 se reciben los primeros visitantes.


 

    Los ferries de Alcatraz Cruises parten del muelle 33 de San Francisco. Es una excursión muy popular en la que hay que reservar con antelación a pesar de salir barcos cada media hora. La entrada tiene el precio de 25 dólares, incluyendo el transporte y una audioguía en la que se narran historias simulando estar contadas por antiguos vigilantes y presos. Realmente impresiona lo que escuchamos, no sabría decir si más o menos que lo que vemos. Me pareció una excursión interesante y fuera de lo común.

   “La Roca” ofrece en su visita una parte de la historia de los Estados Unidos.
                                                                                                                                                  Inma.

                               

martes, 10 de abril de 2012

Cadaqués, la villa marinera



Cadaqués

Cadaqués, es una de las villas marineras más hermosas de la costa brava. Situada en el lado oriental de la península del Cabo de Creus y rodeado por la sierra de Rodes. Esta situación geográfica hizo que Cadaqués quedara aislado del resto del continente hasta finales del siglo XIX, hasta este siglo su única salida era el mar.

Los primeros documentos sobre Cadaqués datan del año mil. En su origen está la necesidad de tener una fortaleza para defenderse de los ataques turcos y berberiscos.


De aquella antigua villa fortificada tan solo queda una torre semicilíndrica y un portal de arco rebajado que daba acceso a la playa. En la Edad Media fue unos de los centros coraleros más importantes de la costa catalana.
Para conocer esta hermosa villa lo mejor es perderse por sus empedradas callejuelas estrechas y blancas. La iglesia parroquial de Santa María, su monumento más destacado, está situada en el punto más alto del casco antiguo, es un edificio del gótico tardío desde donde se observan unas bonitas panorámicas. No hay que olvidar la estupenda gastronomía basada en platos de arroces y pescados, destacando las anchoas de Cadaqués que incluyen pimienta.

Calles de Cadaqués


Desde finales del siglo XIX hasta ahora, el pueblo se ha convertido en un centro de atracción de artistas e intelectuales. Uno de los primeros pintores que llegó a esta villa fue Narciso Monturiol, el inventor del submarino. Un buen día mientras observaba a unos buceadores, se preguntó porque no se podía hacer lo mismo por debajo del agua, probablemente ese día acabó su oficio de pintor y empezó su fama de inventor.


Salvador Dalí también construyó su mansión en Cadaqués, concretamente en la Bahía de Portlligat, sobre las antiguas casas de los pescadores. Es una construcción laberíntica adornada con unos huevos monumentales en el tejado, con estancias pequeñas a distintos niveles que encierran numerosos recuerdos del pintor: biblioteca, taller, habitaciones, pasillos, ventanas con vistas a la bahía y hasta un oso disecado en la entrada.

Casa museo de Salvador Dalí

Para visitar esta casa museo y todo lo que rodeo al pintor en este remanso de paz, es imprescindible hacer reserva anticipada. La duración de la visita es de 50 minutos.

Cadaqués fue visitado también por Federico García Lorca, Pablo Picasso, Joan Miró, entre otros muchos artistas.


Es un destino que recomiendo, el único inconveniente que encuentro es el aparcamiento que causa kilométricos atascos para entrar al pueblo. Mi consejo, madrugar un poco para poder visitarlo, sobre todo en verano.


Loli















martes, 3 de abril de 2012

EL CASTRO DE BAROÑA.




“Conversé con las rocas y como un amuleto
recogí de las rocas el sideral secreto.
Los números dorados
de sus selladas cláusulas me fueron revelados.”
Ramón del Valle-Inclán

Viene siendo creencia bien arraigada que Galicia solo alcanza la excelencia  gracias a sus exquisitos manjares  y por la gracia de algunos de sus caldos. No conforme con esta simplista reducción, aunque sin ánimo de desdeñar en modo alguno sus  finísimos grelos, sus magníficos centollos de ría, las inigualables  filloas de sus abuelas o sus emblemáticos pulpos a feira hechos en humeantes calderos de cobre,- previamente sumergidos tres veces como manda la tradición- y acompañados de un fresco godello, y, sin olvidarme ni de la sin par empanada de chouvas ni de la  sabrosísima tetilla ahumada,   intentaré reconducirles como viajeros hacia  lo que considero que mas debiéramos  valorar de estas tierras: Sus gentes y su historia, su paisaje y su paisanaje.
Mamoas y petroglifos, castros y laberintos de losas oscilantes no son más que mudos vestigios minerales  de un riquísimo pasado histórico formado por un enjambre de etnias y culturas que, con su esfuerzo y creencias, fueron configurando estas, secularmente, olvidadas tierras del noroeste ibérico.
Tierras  que dieran cobijo, entre otros muchos,  a celtas, a judíos y a romanos y a un rosario sinfín de peregrinos de toda clase y origen,  que por meritos más que sobrados son parte indivisible de ese maravilloso entramado antropológico que más de uno ha denominado la España Mágica. Tierras que por su proverbial inaccesibilidad antaño disuadieran a los moros,  tanto,   como retrasan hoy en día a los esforzados constructores del AVE, pero que según cuentan no fue tamaña adversidad obstáculo alguno para los descendientes de Noé, que, tras superar su éxodo diluvial  fundaran Noya, ni tampoco impidiera a Santiago Apóstol arribar por Padrón y ser enterrado en el Campo de la Estrellas, más conocida por Compostela.
Aquellas tierras, que con la imaginación y la socarronería que les es propia a los nacidos entre O'Cebreiro y Fisterra, sirvieran también de caldo de cultivo  de tantos mitos y oscuras leyendas como la de la Santa Compaña y las de los lunáticos licántropos. Tierras de taumaturgos, de mouros y  de meigas,-  que haberlas haylas-, que con sus mágicos ajetreos y encantos rivalizaron, hasta hace bien poco, con los más convencionales sahumerios y pócimas de  más cercanas ascendencias hipocráticas. Cultos, como sus diversas zoolatrías y metamorfosis que por seguro arrancan de los mismísimos Rómulo y Remo, y que  fueron gestándose en oscuros encuentros terrenales  entre zoántropos hartos de orujos varios y algunas crédulas y otras  no tanto. Y otros mitos, mas marítimos, como aquel en el que se atribuye al origen del primer finisterrano al fruto del  engarce mágico, por no poder  ser  del todo carnal,  entre un lobo marino oriundo de las  cercanas islas Lobeiras y una simpática sirenita que aleteaba por allí...
Pero no siendo este sitio para mayores divagaciones y encantamientos  sobre estas tierras de clima tan singular, de olas que preñan a las vírgenes,  de plenilunios  sofocantes,  zarzuela de celtas y judíos y  lóbregas procesiones de  hoces y cruces, oscuros espectros   y demacradas  matronas, les propongo una visita a  uno de mis lugares preferidos de toda la particularísima geografía esotérica gallega. Tan es así, que cuando tenga a bien en hacer públicas mis últimas voluntades transmitiré a mis herederos, junto a mí escaso y menguante  caudal,  la gran responsabilidad de esparcir mis cenizas por tan emblemático lugar:
Para los que todavía creen que no puedo ser conciso y a aquellos exploradores virtuales, que tanto proliferan últimamente, les informo que  el enclave  conocido por el Castro de Baroña se sitúa exactamente en las siguientes coordenadas GPS: 42°41'41.40"N - 9°1'57.10"O.
 Para  todos los demás, les diré, que lo encontrarán en la Parroquia de Baroña, Municipio de Porto Do Son, provincia de A Coruña, en la carretera de Noya a Ribeira, cerca del km. 92, cogiendo un camino más o menos indicado que desciende hacia la costa y a unos 500 metros saliendo en ángulo recto  hacia el Oeste de donde forzosamente hay que aparcar el coche en las cercanías de un bar llamado O Castro.
Pero, con el fin de  no perder mis buenas costumbres aclaratorias no puedo  omitir el reseñar que el Castro de Baroña es un enclave costero, alzado sobre una península situada allá en donde se hunde el sol en el Atlántico y  donde, entre abigarrados y punzantes toxos, se esconden, desde tiempos inmemoriales, un gran número de petroglifos, mamoas y dólmenes esparcidos por toda la ladera occidental de la bellísima Sierra de la Barbanza que, como una gran lanza separa las sinpares rías de Noya y Muros con la de Arousa y que forman parte inequívoca del inventario intemporal  de los activos  culturales de estas Tierras Mágicas.
Podría continuar diciendo que el  Castro de Baroña  data  de unos dos mil años atrás  y que sus dos murallas protegían a la veintena de viviendas que de planta circular constituían este asentamiento celta. Sin embargo, dejo la descripción de los aspectos meramente 

arqueológicos  del enclave a la muy socorrida Wilkypedia puesto que  de seguro será mucho más precisa y fiable que cualquiera otra que pudiera yo hacer como lego en tan lejanas humanidades celtas,  así como,  delego también en las fotos que se acompañan, que valen por si solas más que mil de mis remembranzas y que tuve el privilegio de poder sacar hace  tan solo unas escasas semanas.
Pero, por otro lado, debo de confesar que no puedo resistirme a concluir  esta breve reseña sobre el Castro de Baroña  sin mencionar unos hechos que de alguna forma puedo aseverar que fui testigo de los mismos mientras iban transcurriendo a lo largo de los últimos cinco lustros:
Cuando visité el Castro de Baroña por primera vez, apenas era conocido; quizás  tan solo  por algunos  pescadores que al atardecer añoraban aprehender alguna escurridiza robaliza.


Por aquel entonces, finales de los setenta y primeros ochenta del siglo pasado, los restos arqueológicos del Castro, si bien habían sido perfectamente catalogados en tiempos de la II República, no eran más, todo hay que decirlo,  que unas pocas piedras en busca de su pasado y que apenas evidenciaban la existencia de un asentamiento celta a los ojos de un profano en arqueología.
Sin embargo el lugar era, aunque todavía poco, más conocido por tener en su flanco suroeste una de las playas más hermosas de toda España: Arealonga.
La playa en cuestión, de  acceso nada evidente y que apenas se vislumbra desde la carretera, solo era escasamente frecuentada en aquella época por una familia de rubicundos teutones que lucían orondas y rosáceas sus adiposas anatomías tal como Odín los había traído al mundo.  En la intimidad que deparaba aquel solitario paraje disfrutábamos, ellos en un lado, y mi familia al otro, de la belleza sin par de aquella maravillosa playa  situada media legua mar abierto de la bocana de la ría de Noya y de Muros. Tumbados sobre sus blancas y ondulantes arenas contemplábamos a contraluz el atardecer sobre el bello enclave del Castro, y más allá, al otro lado de la ría al granítico y encendido  roquedal del Monte Pindo, conocido como el Olimpo Celta, y como no, a la ineludible,- en todo relato galaico que se precie-, lejana mole del cabo de Finisterre mientras el sol se ponía en forma de sombrero e iba siendo engullido por un horizonte de luces violáceas que no distinguía claramente   entre aguas procelosas, brumas veladas y vestigios protohistóricos.


Pasaban los veraneos y los vikingos volvían fiel a su cita cada año más empecinados si cabe  en conseguir su anhelado pero  imposible moreno integral  pero,  acompañados de otras familias y amistades que tenían sus mismos y desprendidos hábitos playeros. Poco a poco también fueron apareciendo los primeros autóctonos, en su mayoría de Santiago,  que disfrutarían, ellos también y en total respeto hacia los demás, de la libertad epidérmica que reinaba en todo este maravilloso recinto costero.
Pero, un buen  día del Señor  del verano de 1981 aquellas licencias libertarias y barbaros hábitos, o más bien, la ausencia total de los mismos,  llegaron a los oídos de D. Sabino, a la sazón párroco de la cercana peanía de Baroña que ni corto ni perezoso, y muy indignado, organizó lo que luego sería considerado como uno de los últimos episodios de la España más negra y que solo fuera superado por la muy cinematográfica matanza de Puerto Hurraco:
Reclutó a cuanta parroquiana  vestida de negro pudo y armadas de estacas fueron una docena de ellas  en tenebrosa  procesión a ahuyentar a todo aquel que contraviniera  la constreñida moralina de Don Sabino, emulando  a  la mismísima  Santa Compaña en busca de la imperiosa redención de las  almas  descarriadas  mediante la imposición de  tan píos como firmes  garrotazos sobre sus desamparadas aunque, al parecer, tan pecadoras como bronceadas constituciones.
En pleno despertar de las libertades democráticas Don Sabino se autoerigió en anacrónico paladín de la nueva Inquisición. Pivotó sobre él toda una ardua polémica mediática, vecinal, provincial, llegando incluso a ser nacional y hasta judicial,  sobre la licitud de tan licenciosas costumbres nudistas importadas de pérfidas y lejanas  latitudes. Se formó una Plataforma Nudista que contó con ilustres defensores como el ínclito escritor Torrente Ballester, al que, desde la admiración y con todos mis respetos, me lo imagino más escribiendo en su intima soledad  sobre sus gozos y sus sombras que en una reivindicación pública  a pecho descubierto y calzón quitado…
Por otra parte, es bien sabido por todos que  la Iglesia siempre ha destacado por sus ancestrales conocimientos de las artes mercadotécnicas  y por su capacidad divulgativa, urbi et orbi, de sus ecuménicos mensajes. En ese sentido, tal cruzada, al más puro estilo Torquemada, tuvo como resultado lo inevitable: La llegada masiva, incluso en caravanas organizadas de autocares procedentes de las cuatro esquinas de la geografía patria, de un ingente colectivo de nudistas ya fueran estos curtidos y avezados o advenedizos repletos de ganas de reivindicar  la inocencia perdida por cuarenta años de oscurantismo mediante la exposición y el bronceado urgente de sus partes más blanquecinas y pudibundas y  sobre todo,  de ganar la batalla a la intransigencia  más rancia y  carpetovetónica mediante la simple y pacífica  exhibición corporal colectiva  y el despelote mas masivo y festivalero.
De los vikingos nunca más se supo. Pero a partir de entonces el antes solitario y desconocido Castro de Baroña adquirió, gracias a la actividad pastoral de D. Sabino, que Dios tenga en su gloria, una merecida notoriedad monumental de la que antes carecía, hasta el punto, que podemos decir sin temor alguno a equivocarnos  que dicho boom de  nuevos visitantes eran alentados en su inmensa  mayoría  por el morbo mediático que acompañaría  al enclave y sus aledaños durante los siguientes años, sin animo alguno de  desmerecer para nada los méritos arqueológicos y paisajísticos inherentes a tan polémico como espectacular y esotérico enclave gallego.
Desde entonces no hay temporada que no visite el Castro ni deje de bañarme  en la playa de Arealonga. Esta, debo decirlo, ha pasado por diversas etapas. Desde, en la que corriendo la segunda mitad de los ochenta los más radicales nudistas te hacían casi sentir  vergüenza por ir  vestido ya que  corrías el riesgo de ser anatemizado públicamente  por mirón   y en la que podías ser incluso increpado y excluido si no te exponías como ellos,   a otras más sosegadas y tranquilas,  como en  la  actualidad. Porque hoy en día conviven pacíficamente, gracias a Dios que no a Don Sabino, junto a jóvenes surfistas y amantes de la más rancia  arqueología celta,    tanto nudistas bien  bronceados hasta en sus más íntimos repliegues, la mayor parte de ellos evidenciando un buen cúmulo de experiencia en estas prácticas desinhibidas marcando  arrugas, descuelgues   y abombamientos varios un tanto alejados de los cánones más ortodoxos de la estética convencional,-¿serán los mismos que los de los ochenta?,- como  otros bañistas  de piel menos expuesta  que no parecen comulgar con estas demostraciones públicas de pubis  impunemente expuestos al no tan clemente sol gallego y que simplemente van ahí a disfrutar de un enclave maravilloso para pasar un buen día de playa.
 Por suerte, la sensatez cívica  y la temperatura nada templada de estas aguas en las que no hay quien se bañe ni tan siquiera con traje de baño,  han disuadido a los curiosos eventuales y   hecho que poco a poca la normalidad y casi su  aislamiento primitivo hayan vuelto a este inolvidable paraje.
Como beneficio colateral involuntario originado por toda esta publicidad gratuitamente difundida por el párroco de Baroña y su coro de parroquianas bien intencionadas y mejor adoctrinadas, se materializó, a partir de 1984, y, gracias a los buenos quehaceres profesionales de Francisco Calo, Teresa Lourido  y Ánxel Concheiro en la obtención de  los  tan demandados medios públicos necesarios para la  reconstrucción fiel de buena parte del poblado celta del Castro de  Baroña tal como lo podemos visitar hoy en día. Es decir, lo que podemos ver ahora  del maravilloso Castro de Baroña, son, más piedras,  murallas mayores y más y mejores restos del  primitivo asentamiento celta. Nada que ver con lo  que se podía quizás intuir antes de los mediáticos sucesos que acabamos de comentar.
Gracias  Don Sabino. Yo personalmente no le nominaría al Príncipe de Asturias de la Concordia, pero estoy seguro que tendría alguna posibilidad para optar a la medalla de bronce  al  Mérito Turístico,  a título póstumo.  Esta, al menos,  sí se la merece.
Fernando Diago
Aprendiz viajero
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