Rutas

Mi Ruta por La Toscana

Unos días en la fabulosa Toscana dan para mucho. Es una región extensa con multitud de pueblos y lugares con encanto en los que perderse o directamente comprarte una casita en el campo y quedarte para siempre. Existen varias opciones para recorrer La Toscana. Por un lado encontrarás excursiones organizadas en las que pasarás medio día dentro de un autobús para ver un pedrusco en un museo, comprarás souvenirs en todas las tiendas que te diga el guía y volverás al hotel con los pies destrozados y la cartera vacía o bien decantarte por un plan más personalizado en el que tú serás el dueño de tu tiempo. Sólo necesitas un coche de alquiler y algo de información previa obtenida de internet para recorrer a fondo los lugares más representativos y hermosos de esta región italiana y regresar a casa con la sensación de haber vivido una verdadera experiencia toscana.

En nuestro caso optamos por la segunda variante y fue EL VIAJE DE NUESTRAS VIDAS con mayúsculas y negrita. Sí, porque era nuestro 20º aniversario juntos y ya nos tocaba. El plan era sencillo, 3 días en Florencia y 4 para recorrer La Toscana.
Tras mucho documentarnos sobre qué queríamos hacer y cuáles eran las mejores opciones en cuanto a alojamiento y desplazamiento nos decantamos por alquilar un coche nuestro último día en Florencia que devolveríamos en el aeropuerto de Pisa para regresar a España y un apartamento para 2 personas en el pueblo de Bettolle. Este pequeño pueblo está ubicado en el sur de la Toscana pero se encuentra muy bien comunicado por carretera a escasos 5 kms. del acceso en Sinalunga a las autopistas A1 y Siena-Perugia que atraviesan la región de norte a sur y de oeste a este. Más tarde descubriríamos que las "autostradas" italianas no son como las españolas pero eso es otra historia.

Tras 2 horas de atasco por un accidente en la A1 llegamos (tarde) a Bettolle. Nuestro casero, que hablaba un español perfecto, nos recibió en el bar del pueblo (como está mandado) y nos mostró el que iba a ser nuestro cuartel general durante 4 días. El apartamento era una monada, no se podía pedir más. En una única estancia se encontraba la cocina equipada con todo lo imaginable incluida una barra con banquetas que hacía las veces de mesa de desayunos y cenas, al lado un par de sillas y un "puff" para contemplar boquiabiertos las maravillosas vistas pues enfrente se abrían 4 grandes ventanales hacia la Toscana. Un armario separaba la cama del resto, había una TV colgada en la pared frente a la cama y, tras la única puerta, un baño precioso, nuevecito con una ducha inmensa, secador de pelo, vamos, de todo. Parecía que lo habían sacado del catálogo de Ikea. Además tenía aparcamiento privado y una coqueta taberna, Betulia, justo debajo en la que cenamos nuestra primera noche.

Teníamos claro que íbamos a visitar 3 lugares que eran totalmente imprescindibles durante nuestra estancia; Siena, San Gimignano y una bodega en  las inmediaciones de Cortona con la que había contactado previamente en Madrid y en la que disfrutaríamos de una cata de vinos con antipasti (comida) el 2º día.

Así pues, esa misma noche trazamos el plan de ataque para los siguientes 4 días que prometían ser intensos e inolvidables. El primer día, ya que veníamos de Florencia y estábamos habituados a madrugar para recorrer la ciudad y hacer colas para entrar en museos y monumentos, nos propusimos ir a los 2 lugares más distantes de Bettolle: Siena y San Gimignano. Durante la cena unos turistas españoles nos aseguraron que a ellos les había dado tiempo a ver Siena, San Gimignano y Volterra en un día sin prisas y con un bebé en sillita por lo que descubrimos que las distancias en el mapa no eran tan grandes como suponíamos y nos lanzamos a emularles.

Día 1. Siena, San Gimignano y Volterra


Amaneció nublado y pronto comenzó a llover de camino a Siena. ¡Qué complicado fue aparcar! Por fin estábamos en la ciudad callejeando en busca de la catedral cuando apareció frente a nosotros un inmenso edificio de mármol blanco y negro (tan típico en la Toscana), una torre altísima (el Campanile) y un friso decorado en oro que nos dejó con la boca abierta. Comenzó a diluviar y nos decidimos a entrar. Teniendo en cuenta que habíamos pasado los 3 días anteriores en Florencia poco ya podía sorprendernos en cuanto a belleza y arte pero hay que afirmar que el interior de la catedral de Santa María dei Fiori en Florencia es muy vasto, poca ornamentación y paredes más bien diáfanas. Echaron el resto en la cúpula y el baptisterio pero la decoración brilla por su ausencia en el interior del templo. Nada que ver con lo que nos deparaba el interior de la magnífica catedral de Siena. Es inmensa y no hay lugar en el que no encuentres un fresco, una escultura de Donatello, Bernini o Miguel Ángel, un púlpito, un cuadro, incluso los suelos de mármol representan escenas de la biblia, la cúpula es enorme, pintada de azul y llena de estrellas. A pesar de la cantidad de personas que había dentro pudimos recorrer el lugar con pausa admirando todos sus detalles. Entramos en la biblioteca Piccolomini esperando encontrar libros pero no; se trataba de una sala decorada con pinturas al fresco del suelo al techo, ahí es nada, una escultura de las Tres Gracias adornaba el centro de la estancia que rodeamos para admirar en detalle las pinturas de la vida de Pío II, llenas de colores.
Salimos de allí totalmente abrumados por el despliegue de medios que se gastaban ya en el siglo XIII y rodeamos el edificio para fotografiar la fachada trasera desde la que parte una escalera (apenas llovía ya) que desemboca en una calle bastante transitada.

Descubrimos que por allí se iba a la Plaza del Campo. Probablemente si os digo la Plaza del Palio os suene más el nombre por las carreras de caballos que aquí se celebran cada año en agosto. La plaza en sí es bastante grande y está muy inclinada para correr con los caballos a lo loco entre la multitud. No me lo puedo ni imaginar siquiera. Por lo visto durante la competición vale todo y al ganador lo tratan como a un dios. En el centro pero no exactamente en medio hay una fuente vallada recubierta de mármol bastante grande. En fin, el lugar es precioso, lleno de tiendas, cafés, gente tumbada almorzando. Tiene vida y bullicio. En un extremo de la plaza se encuentra el Palazzo Pubblico y la torre del Mangia de 88 metros a la que no pudimos subir pues en días de lluvia y viento la cierran al público, una lástima. Volvía a llover y aunque la ciudad prometía, recorrimos deprisa algunas de las calles que circundan la plaza para terminar tomando un trozo de pizza y un café que nos quitó el hambre y nos resguardó del aguacero.

Sobre la 1 nos dirigimos a la carrera, empapados hacia el coche con la sensación de no haber visto todos los tesoros de Siena y tan tristes como el día para poner rumbo a la ciudad de los rascacielos. ¿Nueva York en La Toscana? No, San Gimignano.

El camino hacia San Gimignano fue precioso, por una carretera secundaria llena de viñedos y suaves colinas. En cada curva se divisaba cada vez más cerca nuestro destino.
San Gimignano fue durante la Edad Media un lugar en alza, pujante donde las mejores familias de la comarca tenía sus palazzos y en ellos edificaban unas torres que indicaban el poder que cada familia ostentaba, cuanto más alta era la torre, más poder tenía la familia. Así, San Gimignano llegó a albergar hasta 72 torres de una altura considerable de las que, hoy en día, quedan 14 en pie debido entre otras causas a que cuando una familia caía en desgracia o perdía su poder las desmochaban para vergüenza de sus propietarios.

Unos aparcamientos disuasorios a la entrada de la ciudad nos indicaban que debíamos dejar el coche extramuros. Los 3 primeros parkings estaban repletos así que lo dejamos en el P4 del que partía un ascensor hasta lo alto de la muralla.
Serían como las 2:30 de la tarde y las calles no estaban muy llenas. La buena noticia era que había dejado de llover y enseguida empezamos a ver de qué iba todo aquello. La sensación era la de haber retrocecido 600 ó 700 años en el tiempo. De verdad, este pueblo podría ser perfectamente el escenario de una película ambientada en la Edad Media. Calles estrechas y empinadas, altísimos edificios de piedra, plazas llenas de gente, un mercadillo callejero de frutas y verduras, rincones con flores y escaleras también de piedra. Fue como estar en un cuento esperando que aparezcan las princesas y los caballeros retándose en duelo. Una auténtica pasada. No hubo necesidad de entrar en ningún edificio, ni en el ayuntamiento ni en la iglesia para contagiarnos del espíritu de la ciudad.


Nos dejamos llevar por nuestros pies recorriendo el pueblo tratando de capturar en nuestras cámaras la esencia y el recuerdo de este lugar. Sentados en una terracita en la Plaza de la Cisterna, llamada así por el gran pozo que se sitúa en su centro, sin prisas, disfrutamos de un plato de pasta mientras contemplábamos el lugar. Los italianos entregados a sus quehaceres diarios y los turistas por todas partes, la cola de gente en la heladería ganadora de varios premios. Paseando por sus rincones nos topamos con varias galerías de arte, tiendas de artesanía, tiendas gourmet, incluso un Museo de la Tortura (jajaja, había uno de estos en cada pueblo pero no entramos en ninguno). Hay que decir que este pueblo te atrapa y pierdes la noción del tiempo. Y así, llegó el momento en el que, con mucha pena, tuvimos que marcharnos rumbo a Volterra que no dista mucho de San Gimignano.

En este punto tengo que decir que yo estaba empeñada en ir a Volterra porque había leído que tenía un pasado etrusco, romano y medieval muy importante. Estábamos un poco cansados cuando por fin, llegamos. De nuevo aparcamos en el disuasorio. Una advertencia: la mayoría de pueblos de la Toscana están en lo alto de una colina, amurallados mientras que los parkings suelen estar abajo en las afueras. Llevad calzado cómodo y buenas piernas para subir cuestas. No os perdáis las increíbles vistas sobre la campiña toscana que se divisan desde lo alto del pueblo.

Enseguida nos adentramos en la plaza del pueblo, el típico palazzo toscano que aloja el ayuntamiento nos lo indicó y una pared de mármol blanco y negro con una puertecita dejaba entrever que se trataba de una iglesia. Volterra no tiene el tamaño ni la importancia de Siena pero el interior de la catedral es muy bonito e incluso recuerdo una capilla muy sencilla que nos gustó mucho. A su espalda encontramos el edificio del baptisterio, ya nos habíamos acostumbrado a que así fuera en la Toscana y entramos en él junto con una excursión de chavalitos italianos. En la muralla localizamos la Porta dell'Arco, de origen etrusco del siglo III a.C., todo muy bien señalizado, no hay pérdida. El resto de la tarde lo pasamos deambulando por las calles muy bien conservadas y menos artificiales que en San Gimignano. Al llegar al final de la calle que atraviesa Volterra giramos a la izquierda y de repente... ¡booooom!, un teatro romano en bastantes buenas condiciones. Eso sí, cubierto de hierba, increíble.
¿Es que en Italia tienen de todo? La respuesta es sí. Los romanos estaban locos como decía Obélix. Sí, sí, locos pero por su tierra.

De vuelta al coche ya estaba atardeciendo y nos tomamos un café en la calle principal. Coincidimos en que este pueblo, sin duda, es uno de los que más nos gustó por su autenticidad,  su encanto y su importante pasado histórico. Se recorre de arriba a abajo en hora y media y te vas satisfecho de haberte acercado hasta él.

Pero el día no había acabado aún. Ya en el apartamento, una ducha caliente y ropa limpia para, a pesar del cansancio, seguir una de las recomendaciones de nuestro casero: probar una bistecca alla Fiorentina. Mi acompañante traía la espinita clavada desde Florencia ya que allí, debido a los precios prohibitivos, no pudimos tomarla. Cinco minutos en coche y llegamos al restaurante Santorotto, en Sinalunga.


La bistecca de 1,200 kg. estaba deliciosa, en su punto y la acompañamos con un Chianti clásico Villa Cerna con muchos matices. Como contorni unas patatas arosto y la carne fue servida con sal, pimienta y aceite aparte como debe ser. De primero el antipasti toscano con jamón, porchetta, salumi, etc ....
El ambiente y el servicio fueron excelentes y cenamos como unos señores en un salón de apenas 10 mesas y a un precio superajustado en comparación con lo que habíamos visto en Florencia. Un broche de oro para nuestro primer día en La Toscana.

Día 2. Cortona, Villa Loggio y Montepulciano



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Para nuestro segundo día en tierras toscanas ya os adelanté que tenía organizada a las 13:00 una visita a una bodega local con cata de vinos y almuerzo por lo que no podíamos alejarnos mucho de esos contornos. Por la mañana, después de realizar unas compras en el supermercado local, decidimos acercarnos hasta el municipio de Cortona, a 25 kms. de Bettolle y cerca de la bodega Villa Loggio, nuestro destino de ese día.
Cortona pertenece a la provincia de Arezzo y goza de un emplazamiento privilegiado en lo alto de una colina de la Val di Chiana con vistas al lago Trasimeno. Posee además un pasado histórico de relevancia y fue el lugar de inspiración para la novela Bajo el sol de la Toscana de la escritora Frances Mayes cuyo domicilio se encuentra aquí.

Dejamos el coche a la entrada de la ciudad, fuera de la muralla y nos dirigimos al mirador desde el que se divisa gran parte del sur de la Toscana y el gran lago Trasimeno. Muy cerca se encuentra la iglesia de San Domenico en la que entramos. Olia a madera y a incienso y no había nadie en su interior así que nos encaminamos hacia el acceso a Cortona. Atravesando un arco nos introdujimos en un pueblecito muy coqueto plagado de cafés y tiendas de comestibles, calles estrechas y muy empinadas (aquí sí que hicimos piernas ya que algunas de sus iglesias se hallan en lo más alto de la ciudad), repleto de alojamientos rurales con encanto y muy buen ambiente.

En la puerta del Palazzo Comunale se celebraba una boda civil y tras un largo paseo de una hora arriba y abajo ya nos habíamos hecho una idea de cómo era el pueblo. Entramos en la iglesia de San Francesco después de subir una calle con una pendiente infernal y una escalera peligrosísima y fuimos al café La Saletta para tomar un cappuccino y una galleta (ni qué decir tiene que el café es excepcional) donde muy amablemente nos facilitaron la contraseña wifi para programar nuestro navegador y buscar la bodega que estaba en medio del campo en dirección a Montepulciano. Resultó ser una mañana muy provechosa y, a pesar de que estaba nuboso y hacia un poco de viento, no tenía aspecto de que fuera a llover.

Como era de esperar, en cuanto abandonamos la carretera principal nos perdimos y, tras unos 20 minutos de pánico en los que pensábamos que no saldríamos de allí (no teníamos cobertura en los móviles), finalmente, dimos con el camino a la bodega.


Villa Loggio es una bodega propiedad de una pareja de holandeses, Hans y Sara, que hace 3 años vinieron a vivir a Italia con sus hijos y se metieron de lleno en el mundo del vino. No tiene mucha producción pero han ganado varios premios internacionales con sus caldos y sus principales clientes están en Alemania.

Nos recibieron con los brazos abiertos y con la mesa puesta y empezaron a hablarnos de su proyecto y de sus vinos. Nos dieron a elegir cuales queríamos catar y nos acomodamos para disfrutar del almuerzo. Había queso, pan, fiambre, un guiso de lentejas y varias especialidades toscanas pero como mi acompañante no habla inglés y ellos no hablaban ni español ni italiano la conversación se desarrolló en inglés y casi no pude comer entre las traducciones y  las 4 copas enormes de vino que me bebí. Tras la comida nos mostraron el edificio que también era su casa y después nos dirigimos caminando hacia la zona de producción paseando entre las viñas. Beatrice, una italiana muy simpática, nos explicó el proceso de elaboración de los vinos y nos enseñó la bodega. Además producían aceite para su propio consumo. Una maravilla. Finalmente les compramos varias botellas de vino en la tienda y nos despedimos de ellos. Lo pasamos fenomenal pero queríamos aprovechar la tarde para visitar Montepulciano que dista sólo unos 10 kms. de allí.

Nada más llegar encontramos un lugar para dejar el coche a la entrada y una oficina de turismo donde nos hicimos con una mapa de la localidad y empezamos la subida a este municipio a 500 metros sobre el nivel del mar. Hay que destacar que la subida desde la entrada del pueblo hasta la Plaza es una sucesión de rincones con encanto, cuidados cafés e iglesias en los que detenerse para terminar el ascenso en la hermosa Plaza Grande con la catedral y el ayuntamiento con su torre que domina todo el conjunto del pueblo. Desde la torre pudimos disfrutar de unas maravillosas vistas sobre la Valdorcia y de la plaza que tiene unas enormes dimensiones. Existen varios miradores en los que detenerse para gozar del paisaje pero la mejor panorámica sin duda la obtuvimos desde la torre.

Montepulciano es muy conocido por sus vinos y bodegas, todo el pueblo gira en torno a esta actividad. Su Nobile de Montepulciano es uno de los mejores caldos de Italia y aquí se puede degustar directamente en las bodegas (o mejor dicho, enotecas, como las llaman allí) que hay diseminadas por todas partes. Nosotros accedimos a las Bodegas Redi en plena Plaza Grande situadas en un palacio medieval y de acceso gratuito. Nos entretuvimos recorriendo los pasadizos y salas donde se almacena el vino. De vuelta al coche nos topamos con algunos alojamientos rurales y restaurantes muy convenientes. Agotados pero felices regresamos a Bettolle a descansar y cenar en nuestro nidito pasta al pesto con una botella de vino de Villa Loggio.

Día 3. La Val D'Orcia: Pienza, Montalcino y San Quirico



Dejamos para el tercer día el recorrido por la Valdorcia, nombrada en el año 2004 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por su legado natural y artístico con paisajes ondulados llenos de hierba y cipreses y formada por varios pueblos que bien merecen una visita. 

Valdorcia

Comenzamos bien temprano en Pienza. Esta localidad fue mandada reconstruir por el Papa Piccolomini en el siglo XV como modelo de ciudad renacentista. Es por eso que encontraremos una muralla, la catedral, varios palazzos y plazas accediendo por cualquiera de sus 2 puertas a la calle principal. La tranquilidad del lugar invita al paseo, a detenerse en todos los comercios donde ofrecen el famoso queso pecorino, típico de la zona. El día era claro y ventoso y paseamos por todos los rincones. Entramos en la catedral, muy amplia y luminosa con su plaza llena de flores de primavera y a tan sólo unos pasos encontramos la entrada a un claustro que en la actualidad pertenece a un hotel-restaurante. Se trata de un antiguo monasterio e iglesia románica en la que hay un restaurante muy recomendable "Il Chiostro di Pienza". Realizamos unas compras en una tienda local en la que el propietario, un señor mayor, me confundió con una brasileña (ya tu sabes, papi) y como aún era temprano preferimos tomar un café en una terracita al sol observando el movimiento de personas que seguían a los guías para no perder detalle de la visita. Nos sorprendió la cantidad de norteamericanos en bicicleta que recorrían el pueblo que es pequeño y puede verse en apenas 45 minutos.

Empleamos gran parte de la mañana en conocer Pienza (el lugar nos atrapó) y más de media hora en hacer fotos por el camino ya que el paisaje invitaba a ello. Por ello no tuvimos tiempo de acercarnos a Montichiello, un pueblo precioso de la Valdorcia que recomiendan no perderse. ¡Una verdadera lástima! En su lugar nos adentramos por carreteras solitarias plagadas de curvas por las que de vez en cuando te adelanta un Ferrari o un descapotable conducido por jubilados americanos. Pasamos de largo por San Quirico D'Orcia en donde se celebraba un encuentro de coches de época (de ahí la categoría de los vehículos que nos adelantaban). Ya regresaríamos aquí a la vuelta y proseguimos rumbo a Montalcino, otro bello pueblo toscano con castillo-fortaleza donde se elabora uno de los vinos más afamados (y caros) del mundo, il Brunello de Montalcino.

Apenas nos bajamos del coche nos recibió una ligera llovizna y corrimos a refugiarnos en el castillo que se encuentra en el punto más alto del pueblo y en cuyo interior se halla la Enoteca La Fortezza. En el patio de armas los turistas bebían vino sentados en unos bancos de madera. En el interior de la enoteca se compran los tickets para entrar al monumento. La fortaleza de Montalcino puede visitarse de arriba a abajo pues está rehabilitada con unas pasarelas que lo permiten. Desde sus torreones se obtienen unas espectaculares vistas del pueblo y de este territorio patrimonio de la Humanidad. Más tarde recorrimos las calles casi vacías de Montalcino - esta zona queda fuera de las rutas más conocidas de la Toscana - buscando un lugar para tomar el aperitivo. Después de una media hora de paseo, en la que nos dio tiempo a ver un par de iglesias pero no el Museo Cívico que cerraba a mediodía, llegamos a la plaza del ayuntamiento con soportales. En una terraza pedimos un Brunello y un ginger ale y estudiamos la oferta gastronómica de Montalcino. Finalmente nos decantamos por el Restaurante San Giorgio que nos pareció perfecto por su ubicación en la calle principal que lleva al ayuntamiento. Justo enfrente poseen una tienda donde venden vino y otros productos. Había una gran mesa con italianos comiendo allí y otra ocupada por unos turistas con un bebé. El servicio fue muy bueno y la comida estaba exquisita y a un precio razonable. Pedimos spaghetti al cinghiale y tagliolini al tartufo y de segundo pollo al brunello y osobucco con verduras. Con el estómago lleno volvimos "caminico" de San Quirico D'Orcia. 

Un aparcamiento gratuito y disuasorio nos permitió dejar el coche a las afueras de este diminuto pueblo amurallado que posee varios tesoros en su interior. Después de traspasar su muralla vimos la Colegiata dedicada a San Quirico y Santa Giuditta construida en el siglo XI en mármol y arenisca. San Quirico fue un mártir torturado y asesinado por los romanos por declararse cristiano con tan sólo 5 años. Unas banderas del evento automovilístico de la mañana adornaban los alrededores de la colegiata. Nos tomamos un helado en la placita y entramos al Horti Leonini, un parque muy grande y tranquilo de estilo italiano en 2 niveles con una escalera de travertino. Continuando el paseo por la calle principal nos topamos con la coqueta iglesia románica de Santa María Assunta del siglo IX, recogida y silenciosa, un descubrimiento. Regresamos sobre nuestros pasos para entrar al patio del Ospedale della Scala (siglo XIII) que acogía a los peregrinos que realizaban la Via Francigena (de Canterbury a Roma) y posee un pozo en su interior. Al caer la tarde nos hubiera gustado ver a localidad de Bagno Vignoni con sus termas pero ya era tarde y estábamos cansados de estas jornadas tan largas por lo que regresamos a Bettolle para hacer las maletas ya que al día siguiente dejaríamos la Toscana para volar desde Pisa a España. Habían sido 3 días maravillosos.

Día 4. Pisa


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Nuestro último día en Italia iba a ser completito. Casi 200 kms. nos separaban de Pisa y nos habíamos propuesto visitar la catedral y la torre inclinada antes de dejar el coche en el aeropuerto a las 3 de la tarde para volar a las 5. Con mucha pena devolvimos las llaves del apartamento con lo que recuperamos nuestra fianza y tomamos la autostrada A1 a Florencia (una hora de camino) para allí tomar la FI-PI-LI (Firenze-Pisa-Livorno) durante otra hora. Aparcamos el coche muy cerca del Campo dei Miracoli en Pisa de manera gratuita y nos dispusimos a ver la inclinada y famosa torre. Eran las 12 de la mañana y el lugar bullía de gente tomando la consabida foto sujetando la torre que está mucho más inclinada de lo que nos imaginábamos. Vamos, parece mentira que no se haya caído con la inclinación que tiene. Descartamos la subida por falta de tiempo y por precio (18€ por 15 minutos nos pareció excesivo además de que no había hueco hasta las 16:00) y sacamos la entrada combinada para visitar la catedral, el baptisterio y el cementerio. La plaza del Duomo de Pisa o Campo dei Miracoli es una explanada inmensa donde se construyeron todos estos monumentos, no en vano, también ha sido nombrada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El recinto está amurallado y se accede por un arco con lo que el viajero se topa de bruces con todo el conjunto que tiene un tamaño considerable. En el exterior de la muralla y a la derecha de la explanada se alinean decenas de puestos de recuerdos y la gente pasea sin cesar en busca de la mejor foto o el souvenir más barato. Después de regatear un poco con un vendedor me hice con una gorra, un par de calendarios y una camiseta por 20€. Visitamos primero el baptisterio, inmenso, subimos a la planta de arriba y fotografiamos la catedral desde allí. Estaban dando misa y la gente esperaba en fila india para entrar a la visita en cuanto fuera posible. La Catedral de Santa María Assunta de Pisa es de estilo románico pisano, su fachada presenta 4 niveles de arcadas en mármol gris y blanco y su campanario, la famosa torre inclinada, queda exenta del edificio principal al más puro estilo toscano. Ambos edificios, templo y torre, se encuentran hundidos perceptiblemente en el suelo.

Una vez dentro la catedral ya estaba llena, pero llena a rebosar. El interior no es nada sobrio, todo destaca; la decoración de las capillas, los techos pintados al fresco y el altar mayor con un mosaico dorado representando a Cristo en majestad, rodeado por la Virgen y San Juan Evangelista visible desde la entrada. El espacio es muy amplio, casi recuerda a las mezquitas musulmanas. Una auténtica joya.
Pero, sin duda, la estrella del conjunto es la torre inclinada. El campanario empezó a inclinarse durante su construcción pero fue al finalizar sus 8 plantas cuando sufrió una mayor inclinación debido a que todo el conjunto está construido sobre una antigua laguna ya desecada. La torre mide 55 metros de altura, pesa cerca de 15 toneladas y tiene 4 grados de inclinación. Ha sufrido varias intervenciones para tratar de corregir esta tendencia que ha ido en aumento hasta el año 2001 fecha en la que terminaron los trabajos y se confirmó que la torre había dejado de moverse por primera vez en su historia. Los expertos aseguran que permanecerá estable al menos por un período de 200 años.

Por último, visitamos el cementerio monumental. Contiene unas 600 lápidas casi todas de nobles, clérigos o personas de buenas familias pisanas. En su interior encontramos 2 largas galerías decoradas con frescos rodeando un patio y 3 capillas. En una de ellas se narra el proceso de reconstrucción de este monumento que fue seriamente dañado durante la 2ª Guerra Mundial debido al fragmento de una bomba que provocó un incendio que destruyó el tejado, muchos sarcófagos de época romana y puso en peligro las pinturas. Los frescos fueron desmontados y restaurados para ser posteriormente colocados de nuevo en los muros. A pesar de tratarse de un cementerio a mi me pareció un lugar especial en el que alejarse del bullicio exterior, recorrer las galerías admirando los frescos, sin prisas y a solas. Fue una mañana espléndida.

Y hasta aquí nuestro periplo por Pisa y por tierras toscanas. En total habían sido 7 días (3 en Florencia y 4 recorriendo La Toscana) que nos habían dejado un buen sabor de boca, como un aperitivo, pero también nos habían abierto el apetito para tener ganas de más.

Cuando aterrizamos en Barajas llovía a mares y hacía frío por lo que no pudimos evitar acordarnos de los días de primavera que acabábamos de vivir. ¿Volveremos para nuestro 40º Aniversario? ¡Ojalá! ¡Quién sabe!


XIII Camino de Santiago en bici. Llanes-Santiago

El año pasado no hice el camino debido a los problemas que tengo en las rodillas, aunque es cierto que la bicicleta no las hace mal alguno, pero era mi excusa para no hacerlo. 
Este año tuve una lucha interna muy fuerte para decidir sí lo hacia o no. Físicamente no estaba preparado y a pesar de que en Mayo empecé con la bicicleta mis salidas eran bastante ridículas, tanto en tiempo como en esfuerzo. 
Fue pasando el tiempo y mi preocupación iba en aumento, ¿podría aguantar las etapas? Un día me encontré con Quintín por el pinar y le comenté un poco mis indecisiones y mis miedos. Me animó de tal manera que en ese momento lo decidí. 
Hablé con Emilio para que él se preocupara de los alojamientos y yo me encargaría del resto.
Lo primero era confirmar la gente que vendría para ver que medios de movilidad deberíamos disponer. Yo había hablado ya con mi amigo Antonio para que me dejara su pick-up y llevar allí las bicicletas. Siempre he dicho que el numero ideal de peregrinos en bicicleta son 5 y a lo sumo 6. Pues mi sorpresa fue cuando al hablar con Teo me dice que de su parte son 4, más 3 nosotros, 7, y a medio camino se incorporarían 2.

El inicio del camino ya lo dejó medio propuesto Emilio, sería Llanes ya que en el año 2011 lo hicimos desde Fuenterrabía hasta Llanes y luego saltamos hasta El Ferrol. La idea era buena y decidimos entonces hacerlo desde Llanes.
Las fechas fueron como casi siempre, coincidiendo con las fiestas de Guadalajara, del 7 al 15 de Septiembre. Los integrantes de este XIII Camino fueron: Teo, Andrés, Carlos Quintín (Quintín en lo sucesivo), Pedro, Carlos (Carlitos en lo sucesivo), Emilio y yo (Ramón). Más adelante se incorporaría Carlos y señora (Valva, de Valvanera) Estos dos peregrinos junto con Quintín son grandes conocedores de los Caminos de Santiago, llevan muchos hechos.

Para mí la ruta realmente empieza cuando cargamos las bicicletas en el medio de transporte elegido y ese día fue el viernes 6. Quedé con Pedro en recogerle su bicicleta y su bolsa ya que él iría en tren a Oviedo el domingo. 
El sábado temprano cargué mi bici y salí hacia Madrid para recoger a Emilio y Quintín. Sobre las 10,30h salíamos hacia Llanes, comimos unos bocadillos que Emilio y Quintín llevaron, y después de unas paradas para tomar café, echar gas-oil, llegamos a San Roque del Acebal sobre las 15.30h. Durante el viaje hubo un momento de fuerte tormenta y al llegar llovía algo. Descargamos los bártulos y fuimos directamente al bar del hostal a tomar unas raciones de queso de cabrales y chorizo de León, picante. 

A todo esto los tres de Guadalajara iban en el Alsa con las bicicletas y su lugar de parada era Llanes, nosotros estábamos a unos 5 Km. Casualmente el autobús pasaba por delante del Hostal España donde estábamos alojados, y consiguieron que el conductor les dejara en la puerta. Fue de agradecer porque allí estábamos esperándoles. Les ayudamos a desembalar las bicis y les acompañamos mientras comían lo mismo que nosotros, ya que la cocina hacia rato que estaba cerrada.

A mí las improvisaciones no me gustan nada, por lo que eso de ir a cenar sin saber a donde no es lo ideal para mí, así que llame a un amigo que tiene casa en Llanes y la pregunta fue muy sencilla, ¿Dónde podemos cenar bien y barato, que somos peregrinos? Nos mando a un pueblo cercano, fuimos dando un paseo agradable junto al río y cogimos el camino del restaurante Jornu en Pancar, pueblecito muy próximo a Llanes.
Desde luego la cena no se puede decir que fuera liviana, unos tomaron fabes con almejas y un pescado, y otros sopa y carne, los de la sopa probaron las fabes.
Después de la cena volvimos al Hostal, al día siguiente empezaba realmente el camino. Antes de retirarnos a nuestras habitaciones nos tomamos, algunos, un chupito.

Dormimos en el Hostal Europa, 3 dobles a 45€.



Día 8-Sep-2013: LLANES – VILLAVICIOSA



Hora salida: 9,15 h



Hora de llegada: 17,26 h



Tiempo en movimiento: 6,30 h



Tiempo en descanso: 1,45 h



Velocidad media en movimiento: 11.9 Km/h



Velocidad Max.: 52,1 Km/h



Ascenso acumulado: 1144 mts.

Km: 77,2




Yo conduje el primer día, como deferencia a los peregrinos integrantes de este camino, ya que cuando menos apetece llevar el vehículo es el primer día y el último. El primer día porque se está deseando empezar a pedalear y el último porque gusta entrar en bicicleta en la plaza del Obradoiro.


Desayunamos en el hostal y a las 9,15h nos pusimos en marcha, yo les acompañé hasta Niembro. Volví al hostal, me subí a la pick-up, eché gasoil y me puse en dirección a Villaviciosa. Allí teníamos un hostal situado en el centro histórico y monumental de Villaviciosa que se encuentra ubicado en uno de los edificios más emblemáticos, la Casa del Arcediano o de la Fábrica, ya que fue fábrica de chocolate, y más tarde hojalatería de D. Andrés Miravalles Miranda hasta su demolición en 1921. En su lugar y reutilizando la piedra del edificio anterior, D. Corripio González construyó la mansión de indianos con la estructura actual. Tuvo varios usos, como Casa de España, durante un tiempo Ayuntamiento, Biblioteca y Guardería. En 1995 el edificio fue totalmente restaurado con el propósito de albergar el actual Hotel Casa España. 

Llegué al hostal sobre las 14 h y después de una ducha y ropa limpia, me esperaba el propietario en la terraza para tomar una cerveza. Antes había parado en una panadería de muy buena pinta a tomar algo sólido, empanada. De esta forma podría tomar la cerveza sin tener el estómago vacío. Después de un rato de buena conversación, salí a las 15,15h hacia Oviedo a la estación de tren. A las 16h llegaba Pedro casi sin comer, por lo que nos volvimos a Villaviciosa por la autovía para llegar antes.

Nos fuimos a un mesón que ya había visto cuando fui a la panadería, por las horas que eran la cocina estaba cerrada, pero aún así pedimos media ración de quesos variados y otra de jamón de bellota, acompañado con cerveza. Al rato vimos pasar a los peregrinos, los cuales, después de dejar las bicicletas en el garaje, se nos unieron para tomar unos pinchos.

La crónica del Camino la hizo Emilio y a continuación la expongo:

Era el primer día y aunque a Ramón le tocaba conducir, salimos los 6 del Hotel Europa: Ramón, Quintín, Teo, Andrés, Carlos y yo, dispuestos a dar la batalla. Pedro se incorporaría esa misma tarde, pues trabajaba ese sábado y viajaba ese mismo día a Oviedo. La mañana en San Roque del Acebal era fría, nublada, destemplada, pero salimos como si hiciera sol. Eso sí, abrigados con prendas cortavientos e impermeables. Lo primero fue llegar a Llanes, que estaba a unos 5 Km. Llegamos por caminos y lo atravesamos en plena fiesta a pesar de la hora (9:15). Mi track no estaba bien cargado, por una cuestión técnica, pero se veían todos los indicadores útiles. Además, las marcas del Camino eran bastante abundantes. En la travesía de Llanes, casi atropellamos a un cura, que se lo tomó con buen humor.

En pocos minutos llegamos a Poo, un pueblo minúsculo, pero precioso, rodeado de prados a la izquierda y el mar a la derecha… Enseguida llegamos a Celorio, que también atravesamos en un plis-plas, para llegar a las Playas de Troenzo y Barro, donde hicimos fotos. Ya llevábamos unos 14 KM y Ramón se dio la vuelta, pues le esperaba el regreso al hotel Europa a recoger la pick-up para viajar con los equipajes a Villaviciosa, hacer la entrada en el Hotel España y, luego irse a Oviedo a recoger a Pedro.

Los demás continuamos la etapa. De allí nos dirigimos a la playa de San Antolín, Villahormes, Barro donde paramos a hacernos unas fotos y de paso mandarlas por whatsaspp, etc. Tiramos hacia la costa. El paisaje era impresionante, con el mar a la derecha, las montañas a la izquierda y prados por todas partes. Mucho sube y baja y seguía nublado y fresco. En estas, llegamos a Ribadesella. Lo primero, sellar las credenciales en la Oficina de Turismo y primer avituallamiento serio. Luego, saliendo del pueblo, nos encontramos con una Feria de Ganado donde hicimos muchas fotos.

Hacia las 2 o 3 de la tarde, ya hacia el interior, pasamos por Caravia Alta muertos de hambre. Había una feria y comimos Boroña (un bollu preñado a base de maíz y embutidos al horno)…Incomestible. Pero nos tomamos varias cervezas, paella y también varias sidras. Seguimos hacia Caravia Baja y otros pueblines, con muchos campos de manzanos…

La etapa se hizo larga, 78 Km. Los últimos kilómetros fueron interminables. Pero llegamos a Villaviciosa por el Este hacia las 17:00h, encontramos el Hostal España con facilidad. Cuando íbamos a guardar las bicis nos encontramos con Ramón, que estaba comiendo en un bar con Pedro. Al regreso, nos juntamos todos, cervezas, vuelta al hotel, ducha y a la calle.


La ciudad estaba en Fiestas y había mercadillo, escenario, concierto…Cenamos en el Restaurante Enol, donde nos enrollamos con un lugareño, que nos recomendó que pasáramos por Valdecielo el día siguiente. Después de la cena, un gin tonic, un patxarana con una piedra en vaso largo y… a morir a casa.

Hostal Casa España, dos dobles 40€ y una triple 50€



Día 9-Sep-2013: VILLAVICIOSA - OVIEDO



Hora salida: 9,10 h



Hora de llegada: 14,35 h



Tiempo en movimiento: 4 h



Tiempo en descanso: 1,34 h



Velocidad media en movimiento: 11.6 Km/h



Velocidad Max.: 48,4 Km/h



Ascenso acumulado: 826 mts.

Km: 46,24



El desayuno lo hicimos en el hostal, el vehículo le tocaba a Emilio. Previamente el día anterior se realizó el sorteo de la furgoneta. Una vez recogidas las bicicletas del garaje salimos los siete hacia Oviedo. 


La salida la hicimos por unos caminos que no se correspondían al trazado establecido, pero enseguida nos pusimos en la ruta correcta. Fuimos durante mucho tiempo por carretera local sin tráfico y en continua subida hasta el pueblo de Ambás donde vimos el desvío al monasterio de Sta. María de Valdedios, lugar que merece la pena visitar. Tiene albergue pero no pudimos ver nada, solo desde el exterior.
Para más información acerca del Monasterio de Valdediós:


El albergue estaba cerrado a cal y canto como el monasterio en sí. Sabíamos que todo lo que llevábamos de subida lo habíamos perdido en el fuerte descenso hasta el monasterio y que teníamos una gran pendiente hasta el pueblo de la Campa, el porcentaje de subida era el 9,12%. Para mí como un puerto de primera. Tengo que confesar que en los momentos de mayor pendiente eché pie a tierra, y eso que era un camino hormigonado con lo que la bicicleta debería de subir mejor que sobre camino de tierra.

Desde La Campa hasta La Carcavá bajamos esos tres kilómetros por carretera, desde allí hasta el Rebollar de Casares fuimos por carretera pero de esas de tercer orden sin tráfico, cogimos un bonito camino que pasaba por la capilla de Nuestra Señora de Bienvenida, que aparentemente no tenía mucho atractivo. Continuamos por caminos hasta Pola de Siero. Llegamos al pueblo del Berrón por la N-634. Por una carretera local llegamos a Granda, muy cerca de Oviedo. Para ir al hotel Ibis pusimos la dirección en el TOMTOM y nos llevó sin mayores complicaciones.

Allí nos estaba esperando Emilio quien nos indicó donde dejar las bicicletas y donde estaba el bar. Después de las cervezas de llegada y las duchas, nos fuimos a comer a un bar que nos dijo la señorita de la recepción. Comimos en el restaurante NARANCO el menú del día y muy bien. La mayoría nos inclinamos por unos garbanzos con marisco y un pescado.


Después de una pequeña siesta nos fuimos andando al centro, 25 minutos. Habíamos quedado con un antiguo compañero, asturiano y gran bebedor de sidra, que nos llevó a un par de sidrerías. Nos despedimos de él y andando volvimos al hotel Ibis. Un hotel de lo más funcional, en una diminuta habitación había una cama de matrimonio y en la cabecera una litera. El baño, inodoro y lavabo totalmente independientes entre ellos, en fin muy curioso, como sacado de Ikea.

4 habitaciones a 29€




















Día 10-Sep-2013: OVIEDO - TINEO 



Hora salida: 9,00 h 



Hora de llegada: 17,20 h 


Tiempo en movimiento: 5,35 h 

Tiempo en descanso: 1,30 h 

Velocidad media en movimiento: 12,8 Km/h 

Velocidad Max.: 56,5 Km/h 

Ascenso acumulado: 1237 mts. 

Km: 71,8 



Desayunamos en el mismo hotel una especie de buffet que no estaba mal del todo. Yo aprovechando que había panecillos y embutido me hice el consabido bocatín para el camino. Camino que se presentaba un poco complicado por las previsiones del tiempo, al final de la mañana se preveían lluvias. A Quintín le tocaba la furgoneta y tan contento que estaba. Hoy empezaba el primer día de verdaderas subidas, una la de Cabruñana y la otra el puerto de la Espina, con 14 Km de subida. 


Salimos del hotel buscando las conchas del camino según nos indico la señorita de recepción del hotel. Fuimos callejeando y casualmente las calles todas de subida, estilo San Francisco (EEUU). Pero enseguida tuvimos una bajada hasta Malpica. No sé bien porque me dejaron a mi ir el primero, quizás porque pensaban que sabia el camino. En el GPS llevamos la traza que previamente habíamos hecho en casa, pero hay veces, como esta, que nuestra traza no coincide con el del camino y nuestra orientación es solo por la línea que nos marca el GPS. En este caso tardamos un poco en coger la ruta y oí al peregrino Teo decir que no veía las conchas, yo tampoco pero al momento vi una y me vino perfecto para llamar la atención a Teo por desconfiado, la verdad que fue suerte, pero… 

En Malpica empezó una subida de tres kilómetros hasta la venta de Escarpelo, y desde allí a Grado prácticamente todo bajada. El tiempo empezó a ponerse feo, cielo encapotado y amenazando lluvia. En Grado paramos a tomar un café y un bocadillo, para afrontar la primera subida a Cabruñana. Yo tenia muy claro que lo iba a hacer por carretera, para eso llevaba las ruedas más finas, el resto lo harían por caminos. Debido a esta decisión fue por lo que salí antes que ellos, y quedamos en vernos en el alto de Cabruñana, que seguro habría un bar. 

La subida no se me hizo muy difícil pero lo hice a buen ritmo, bueno a mi ritmo, el caso que cuando llegué al bar no estaban ellos. Tomé una cerveza y al rato llegaron medio empapados, mientras les esperaba en el bar se puso a llover, aunque después dejo de hacerlo. Mientras yo había subido por la carretera ellos lo hicieron por los caminos, como Dios manda. 


La bajada hasta Cornellana la hicimos por la N-634 y aquí se puede aplicar el refrán de: “que poco dura la alegría en casa de los pobres”. Desde Cornellana hasta el final de etapa era todo subida, unos 30 Km. y amenazando lluvia. En Cornellana nos preparamos con ropa de lluvia y comenzamos a pedalear. Pedro iba conmigo y cuando el resto vieron las indicaciones del camino se fueron tras ellas. Pedro y yo continuamos por la carretera. Luego supe que Pedro se había quedado conmigo para acompañarme, algo que es de agradecer. Fuimos poco a poco ascendiendo con alguna parada para beber agua, tomar frutos secos, y hacer alguna foto. Al rato Pedro empezó a alejarse y con cierta lógica por como se estaba poniendo el día, ya comenzaba a caer agua, al principio era la que arrojaba la niebla, pero más adelante era lluvia y más cuando pasábamos por debajo de los castaños que teníamos junto a la carretera, en esos momentos nos caía también la de las hojas. A mitad de subida, aproximadamente, apareció Quintín con la furgoneta. En esos momentos pensé subirme a ella, pero algo me dijo que tenía que seguir un poco más, así que me senté en la bici y tranquilamente continué con la larga subida, era tal el aburrimiento que a ratos ponía el plato grande, subía de pie, andando, ponía el plato más pequeño, me quitaba el chubasquero, me lo volvía a poner, paraba a sacar fotos, y sobre todo comía pasas e higos. 

Llegué a la Espina sobre las 15,45h, mojado, con sed y hambre. A la mitad del pueblo vi a unos ciclistas y por un momento pensé que eran “mis peregrinos y Quintín”, pero al no ver la furgoneta me fijé mejor y eran unos chavales que iban haciendo el camino con sus alforjas, a lo largo de los siguientes días nos fuimos encontrando con ellos. Quintín y Pedro estaban en el último bar. Allí paré, y entre cervezas y pinchos que nos iba poniendo hicimos tiempo para que llegara el resto, empapados y cansados. Nos dijeron que al final subieron por la carretera. Allí me enteré que habían estado con Quintín en Salas tomando un refrigerio, que “jodios” mientras Pedro y yo subíamos el puerto. 

En La Espina tiré la toalla, saque ropa seca y me fui con Quintín al hostal de Tineo, quedaban 10 Km. Me autoconvencí de que era una buena idea irme en la furgoneta, total ese tramo ya lo había hecho en dos ocasiones, y aunque no lo hubiera hecho también me habría subido a la furgo. 
Les dimos un margen a los de la bicicleta, Quintín y yo tomamos un café antes de salir hacia Tineo. La verdad que llegamos prácticamente a la vez. 

Después de la consabida ducha, imprescindible siempre y esta vez con más motivo, esperamos a unos amigos que estaban hospedados en el Parador de Cangas, y en cuanto aparecieron nos fuimos a dar una vuelta y a tomar unas sidras. En una carnicería compré unas fabes, como siempre que he ido a Tineo, después decidimos ir a cenar. 

El día anterior nos había dicho Javier, mi amigo el asturiano, que fuéramos a cenar a la Casita, detrás de la emita de San Roque. Preguntamos en el bar La Fogaza y siguiendo sus instrucciones nos dispusimos a subir por una carretera asfaltada unos dos kilómetros. Llegamos a la ermita y junto a ella había un complejo deportivo y la Casita, pero cerrada. Sin perder mucho tiempo nos volvimos al bar La Fogaza y cenamos allí. Todo un acierto, pedimos en menú del día, y en los segundo platos hablando con la propietaria resultó ser del mismo pueblo que una compañera mía de la oficina, con eso y nuestra simpatía nos empezó a sacar platos de segundo que no veíamos el final. 

Pensión La Posada, dobles a 35€ y la triple a 50€ 


Día 11-Sep-2013: TINEO – EMBALSE de GRANDAS 



Hora salida: 9,00 h 



Hora de llegada: 17,43 h 



Tiempo en movimiento: 5,43 h 



Tiempo en descanso: 2,53 h 



Velocidad media en movimiento: 12,2 Km/h 



Velocidad Max.: 54,3 Km/h 



Ascenso acumulado: 1290 mts. 

Km: 67,62 



Amaneció con niebla pero con buenas perspectivas de que haría un buen día de bicicleta aunque algo fresco. El desayuno lo hicimos frente a la pensión, tampoco había muchos más sitios donde desayunar. 


Nada más sentarnos en la bicicleta teníamos una corta pero muy fuerte subida, como una pared. Salimos por un camino en lugar de hacerlo por la carretera como lo teníamos previsto, mas duro pero más bonito, estuvimos ascendiendo unos 5,5 kilómetros donde subimos 250 mts, desde la cota 650 hasta la de 900 mts. El camino tenía su dificultad por lo que en algún momento tuvimos que hacerlo a pie. 

Este día llevaba la pick-up Teo, a quien se le dijo que nos esperase en un punto determinado con la idea de que él cogiera la bicicleta y fuera con los del equipo “A” por la alternativa de los hospitales. Esta opción de la ruta era muy fuerte, Quintín y yo ya lo habíamos hecho en el año 2008, junto con Valva, y nos resulto el tramo más duro de cuantos caminos habíamos realizado. Nuestra sorpresa fue cuando nos encontramos con Teo y no estaba vestido para montar en bicicleta, por lo que por unanimidad decidimos no hacer esa variante de los Hospitales y continuar la bajada hasta Pola de Allande. Aquí nos tomamos unos bocadillos en el hostal “ La Nueva Allandesa”, lugar donde se come muy bien y es recomendable probarlo. 

La larga subida del puerto del Palo se me hizo bastante dura y después de 10 Km de los 14 que tiene el puerto, me baje de la bici para ir andando un poco, algo que me vino muy bien para mis rodillas. Ya casi en la cumbre me estaban esperando en la fuente de las mujeres, tomamos un poco de agua, y seguimos subiendo hasta lo mas alto. Allí nos abrigamos bien para realizar el descenso, hacía muchísimo viento. 

En Berducedo nos paramos a sellar y tomar un café. Quintín y yo habíamos decidido seguir por la carretera mientras el resto lo hacían por el camino de la Sierra que tomaron en Montefurado, pero no fue una buena decisión porque volvieron a salir a la carretera después de hacerse una fuerte subida. 

Desde Berducedo nos quedaban 15 Km de bajada hasta la presa y un solo kilómetro de subida hasta el Hostal “Grandas”. 

Ya estaba Teo en el hostal cuando llegamos y fue él quien nos indicó donde dejar las bicicletas. El hostal en sí estaba muy bien, totalmente aislado de la civilización. Lógicamente la cena la haríamos allí, y con más motivo cuando hablamos con el cocinero y nos dijo la buena mano que tenia para cocinar. Yo me quedé en el hostal escribiendo la crónica mientras unos se fueron a Grandas de Salime y otros a dar un paseo por los alrededores del hostal. Al estar junto a una presa había como un poblado ya deshabitado, de los trabajadores de la central. 

La cena consistió en ensalada de tomate y fabes ( no eran de las mejores), otros pidieron algo más suave. El correspondiente orujo y a dormir. 

Hotel las Grandas, habitación doble 35€ 


Día 12-Sep-2013: EMBALSE de GRANDAS – O´CADAVO 



Hora salida: 8,50 h 



Hora de llegada: 16,15 h 



Tiempo en movimiento: 5,23 h 



Tiempo en descanso: 1,58 h 



Velocidad media en movimiento: 11,4 Km/h 



Velocidad Max.: 60,6 Km/h 



Ascenso acumulado: 1322 mts. 

Km: 61,16 



El desayuno no podía ser más que en hostal ya que no había nada en los alrededores. La furgoneta le tocaba en esta ocasión a Pedro. 


En esta etapa, nada más salir, teníamos unos 20 km de subida, por lo que habría que tomárselo con calma. Comencé la subida a un ritmo aceptable y con la mente puesta en que a unos 6 kilómetros estaba Grandas de Salime. 


Allí paramos a sellar en el ayuntamiento y mientras lo hacían les dije que yo me adelantaba, que nos quedaban 11 Km de subida. Hice toda la subida yo solo con el consiguiente aburrimiento, quedando unos 3 km me encontré a unos peregrinos que iban andando y durante un rato llevábamos el mismo ritmo, por lo que apreté los dientes, puños y todo lo que pude para ir despegándome de ellos. Llegue al indicador del puerto del Acebo y me hice la última foto con mi maquina de bolsillo porque después de un par de caídas se termino de romper del todo. La llevaba en la mochila y cada vez que me la quitaba se solía caer por no llevar bien cerrada la funda de la máquina. 

Ya estaba en la comunidad gallega, a partir de ahora todas las indicaciones de las conchas serían al contrario de las que llevábamos hasta ese momento. En el bar tome una cerveza y una porción de empanada mientras llegaba el resto, que habían subido parte del puerto por caminos siguiendo las indicaciones de la concha. Se tomaron un tentempié, y al salir a por las bicicletas había una peregrina uruguaya observándolas, nos pidió que si nos podíamos hacer una foto junto a ellas para enviárselo a su novio que quería hacer el camino con bici. Orgullosos nos pusimos delante de la cámara. 

De Montouto a Paradavella fueron unos 8 kilómetros de fuerte bajada, ya solo nos quedaba el último repecho a Fontanera, justo al comenzar aparecía una señal para hacerlo por el camino, yo tenía muy claro que por allí no me metía. Carlos y yo fuimos por la carretera y el equipo “A” lo hizo por el camino pero al momento aparecieron diciendo que era intransitable y que era una paliza seguirlo. 

En Cadavo nos esperaba Pedro en la pensión Eligio en la que los baños eran compartidos. Emilio fue hasta Lugo para recoger a Carlos y Valva que se unían a nosotros en O´Cadavo. Dimos un paseo por el pueblo y yo recordaba que en un hostal o mejor dicho, en el hostal habíamos cenado las dos veces anteriores muy bien. Esta vez no fue como en aquellas ocasiones. Tardaron mucho en atendernos. Antes de cenar y mientras llegaban los nuevos peregrinos estuvimos tomando unos vinos en otro bar que nos ofrecían unos pinchos de tortilla muy buenos, por lo que repetimos ronda y nos acabamos la tortilla. 

Después de cenar nos fuimos a la pensión y a dormir, no había muchos sitios donde ir. 

Aunque todavía no habíamos entrado el camino francés se empezaba a ver bastantes peregrinos. Nuestra pensión y el albergue (muy bueno) estaban sin plazas libres y supongo que el hostal donde cenamos también. 

Pensión Eligio, dobles a 35€ y triple a 50€ 


Día 13-Sep-2013: O´CADAVO - MELIDE 



Hora salida: 8,30 h 



Hora de llegada: 19,04 h 



Tiempo en movimiento: 6,38 h 



Tiempo en descanso: 3,31 h 



Velocidad media en movimiento: 12,2 Km/h 



Velocidad Max.: 52 Km/h 



Ascenso acumulado: 1276 mts. 

Km: 80,68 



Desayunamos en la pensión. Ya éramos 9 y la furgoneta le tocó a Andrés.

Hacia un poco de fresco por lo que nos abrigamos con lo que pudimos, como a 500 metros tuvimos una fuerte subida que hizo que nos sobrara todo el abrigo que nos habíamos puesto. Ya estábamos en Galicia, por lo que esos puertos que pasamos los días anteriores no se repetirían, pero a cambio sabíamos que ahora tocaba lo que llaman “rompe-piernas”, que es subida y bajada continua, creo que más duro que los puertos, bueno al menos es diferente. 

Esta etapa nos resultó especialmente dura, por la distancia (80 Km), por el fuerte calor (rondaban los 30 grados) y por ser carretera de asfalto, eso eleva la temperatura y posiblemente el cansancio. 

Hasta Lugo (Km 32) no fue muy complicado, la tendencia era a bajar con algún repecho fácil de solventar. Llegando a Lugo, en Castelo de Arriba, a Pedro se le reventó la rueda delantera, le hicimos un apaño para que pudiera continuar y así lo hizo hasta Lugo, donde a base de preguntar encontramos una tienda de bicicletas, justo al lado había un bar, por lo que mientras unos estaban enfrascados con el cambio de cubierta y la reparación de la bici, otros estábamos viendo donde poder comer.

Estuvimos en Lugo desde las 12 del mediodía hasta las 14h, demasiado tiempo. La salida de Lugo la hicimos, nada mas cruzar el río Miño y durante 4 kilómetros ascendiendo hasta San Xoan do alto, ya lo dice el nombre. Luego ya fue mucha carretera y mucho calor. Según el track que llevábamos cargado deberíamos llegar a O´Hospital por carretera, pero siguiendo la señalización nos metimos por un camino ascendente llegando a la cota de 700 mts, desde aquí ya era todo bajada. En O´Hospital era donde queríamos que Andrés llegara para entrar juntos a Melide, pero fuimos a elegir el lugar llamado O´Hospital cuando resulta que hay tres o cuatro sitios que se llaman así, por lo que fue imposible que nos acompañara. 

El hostal Xaneiro era conocido por Quintín y Emilio ya que el año anterior estuvieron en él, cuando hicieron el camino francés. 

En Melide hay que parar en las pulperías y así hicimos, nos fuimos a cenar allí, pero antes en el hotel habíamos tomado varias cervezas acompañadas de buenas tapas caseras, una de ellas fue una tortilla de patatas con queso de la que no quedo nada. 

Como estaba previsto nos fuimos a tomar unas raciones de pulpo a Ezequiel, nos sorprendió la poca gente que había. De allí nos fuimos a otra pulpería para terminar de cenar. Aunque la noche no era calurosa nos sentamos en una terraza a tomar un café antes de volver al hostal. 

Pensión Xaneiro, dobles a 45€ y la individual a 30€ Aquí en Melide se junta el camino primitivo con el camino francés por lo que aumenta considerablemente el numero de peregrinos. A partir de ahora teníamos que llevar mucho cuidado porque estos peregrinos, inconscientemente, nos tapaban el camino. 





Día 14-Sep-2013: MELIDE - SANTIAGO 



Hora salida: 8,50 h 



Hora de llegada: 15,56 h 



Tiempo en movimiento: 4,50 h 



Tiempo en descanso: 2,24 h 



Velocidad media en movimiento: 11,6 Km/h 



Velocidad Max.: 37,8 Km/h 



Ascenso acumulado: 897 mts. 

Km: 56,18 




Desayunamos muy bien en el hostal, casi tipo buffet. La furgoneta le tocaba a Carlitos y acordamos con él que dejara las cosas y la furgoneta en el albergue del monte do Gozo (6€ desde el 1 de Mayo), e hiciera el camino al revés, no tendría ningún problema ya que se iría encontrando a los peregrinos de cara. En un principio dijimos de encontrarnos en el alto de Santa Irene, pero parece que prefería en O´Pedrouzo, para no hacerse la subida. 




Esta última etapa es la típica de Galicia con continuas subidas y bajadas. Nada más empezar ya teníamos la primera subida, junto al cementerio. Prácticamente toda la etapa se realizó por caminos con lo que el problema ya no eran los automóviles, sino los peregrinos que cada vez se hacían notar en mas cantidad. 

Paramos en Arzua a tomar un café y algo de bollería, llevábamos unos 14 kilómetros y unos cuantos repechos. En la puerta vimos la típica furgoneta que alquilan los peregrinos para que les lleven los bultos de etapa en etapa, es una buena solución y de fiar. 
Nos llamó Carlitos diciendo que hasta la una no abrían el albergue por lo que dijo que dejaba allí todo y se volvía con la bicicleta hasta O´Pedrouzo como habíamos quedado. 

Nosotros llegamos a Santa Irene a las 12,15h, de Carlitos no sabíamos nada. En este punto hay dos bares por lo que sin mayores contemplaciones nos pedimos unas cervezas y unos pinchos de tortilla recién hechos, los pinchos eran casi media tortilla. Cuando ya estábamos a punto de levantarnos para continuar, apareció Carlitos. 

Sobre las 13,30h salíamos dirección Santiago. Solo quedaban 25 km con dos fuertes repechos, uno el de Lavacolla y el otro el de los repetidores de antenas. 

A esta altura vemos que Carlos Quintín, iba el primero algo destacado, se baja de la bicicleta y le planta dos besos a una peregrina que iba andando. Lo primero que pensamos fue que había perdido la cabeza por el esfuerzo de las subidas y el cansancio acumulad, pero cuando llegamos a su altura vimos que la peregrina era una amiga suya. Antes de llegar al Monte do Gozo nos desviamos hacia un restaurante para asegurarnos la cena. 

En el Monte do Gozo Teo selló las credenciales y continuamos hasta la catedral, pasamos por delante del albergue pero no paramos para no demorarnos mucho. 

Ya en la plaza del Obradoiro nos hicimos las fotos de rigor y fuimos a por la compostelana. Para comer, ya era tarde, habíamos pensado en el Gato Negro pero al estar cerrado no nos anduvimos con muchas historias y en la primera terraza que vimos nos bajamos de las bicis y nos sentamos a tomar unas cervezas y empanada. 

Después de comer nos fuimos hacia el albergue, todo subida para no variar, pasamos por una gasolinera para dar un agua a las bicicletas que al día siguiente unas irían en autobús (2) y el resto (7) en la pick-up. Nos inscribimos en el albergue, ducha y a la cafetería a hacer tiempo para la hora de la cena. 





A las 21h nos sentábamos en el restaurante Suso que ya conocíamos de otros años y nos pedimos una mariscada que no son caras, tampoco la materia prima es excelente, pero bueno nos la terminamos. Con esta cena dábamos por terminado el XIII camino de Santiago. 

Albergue Monte do Gozo, 6€ 





Al día siguiente unos se fueron en autobús para recoger el coche en Lugo, otros en autobús directamente hasta Madrid y los más afortunados en la pick-up. 

Ramón

Nota: Todos los datos de velocidades, kilómetros, desnivel, etc han sido obtenidos del GPS que llevábamos y como resumen podemos decir que hicimos 460 Km, a una media de casi 66Km/día. Un desnivel acumulado total de 7.992mts que sale unos 1140mts/día, y como última curiosidad decir que estuvimos en esos 7 días 39 horas aproximadamente sentados en el sillín, a una media de casi 6 horas /día 


La Ruta de la Plata en Extremadura

La vía de la Plata era en origen una calzada que unía las ciudades romanas de Emérita Augusta - Mérida y Astúrica Augusta - Astorga. Durante su largo recorrido de 430 kms. la calzada atravesaba a su vez numerosas poblaciones de gran importancia en época romana como Cáparra, Ambracia (Plasencia), Norba Caesarina (Cáceres)..., grandes ríos - Guadiana, Tajo, Tormes - y frondosos valles como el del Jerte o el del Ambroz.

Al contrario de lo que pueda pensarse, nunca se comerció con plata en esta vía pero su nombre primitivo, "Via Delapidata", ha llegado deformado hasta nuestros días.

Actualmente la calzada original está muy deteriorada o ha desaparecido en gran medida debido al paso del tiempo pero aún podemos encontrar lugares que conservan parte de su empedrado original, por ejemplo en Mérida cerca del Museo Nacional de Arte Romano y también en Cáparra donde además de la calzada podemos admirar su arco tetrápilo, único ejemplar de estas características que se conserva en España.

Arco romano de Cáparra

La ruta se puede realizar ahora cómodamente por la autovía de la Plata y de hecho se ha ampliado su longitud abarcando desde Sevilla hasta Gijón. Además, gracias a Paradores, tenemos la suerte de poder realizar la ruta por Extremadura alojándonos en 4 de las mejores casas de la firma.



Empezando de norte a sur el primer Parador que nos encontramos dentro de la provincia de Cáceres es el de Plasencia situado en un convento gótico del siglo XV. Aquí se pueden visitar su casco histórico, catedral (nueva y vieja), el Acueducto de San Antón y el museo etnológico. Sin olvidar que se trata de la cabecera del valle del Jerte, famoso por sus cerezos y su paisaje.
Más información sobre Plasencia

Acceso al Parador de Plasencia

A menos de 60 kms. al sur, la hermosa ciudad de Cáceres, aún mantiene casi intacto gran parte de su trazado medieval. El Parador se ubica en 2 palacios del siglo XIV y ha sido reformado recientemente. No dejéis de pasear por sus calles, subir a la muralla, entrar al aljibe y visitar sus numerosas iglesias y palacios. Cáceres de noche también merece la pena. Sacad ticket para el trenecito nocturno, es una delicia de paseo. Tomar unas tapas en su Plaza Mayor es casi obligado, La Minerva es una excelente opción. http://laminervacaceres.com/

Más información sobre Cáceres

Plaza Mayor de Cáceres
A continuación, y ya en la provincia de Badajoz, llegaréis a Mérida, con sus restos arqueológicos romanos integrados en la ciudad, su puente sobre el Guadiana y esos grandes monumentos que nos han llegado hasta hoy que son el Anfiteatro y el Teatro Romano. El Parador, que se encuentra en un antiguo convento del siglo XVIII, necesita algunas mejoras y modernización pero sus muros encalados y sus rejas le aportan un particular encanto especialmente de noche. Supone visita obligada el Museo Nacional de Arte Romano para contemplar mosaicos, estatuas y un sinfín de objetos romanos hallados en la Península Ibérica.

Por último, no queríamos olvidarmos de Zafra. Acogedor pueblo pacense donde además de su gastronomía, a la que nos hemos referido en varias ocasiones, son dignas de admirar sus plazas, grande y chica, sus palacios y casas blasonadas y presidiendo todo ello su Parador, emplazado en el majestuoso castillo del siglo XV que fue residencia de los Duques de Feria, señores de la comarca. Recomendamos comer en "Josefina", no os defraudará.

Parador de Zafra
Más información sobre Zafra

Extremadura es muy grande para abarcarla de una sola vez. De hecho nos dejamos en el tintero otros 3 Paradores muy queridos pero confiamos que os guste nuestra propuesta de ruta por la Vía de la Plata extremeña.

Unos amigos de Paradores


Ruta de tres días por Cáceres


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Día 1. Comarca de La Vera

Empezaremos nuestros tres días en Jarandilla de la Vera, por ejemplo alojados en su magnífico Parador.
Esta región extremeña, va desde Madrigal de la Vera hasta Plasencia, pasando por multitud de pueblos, dedicados hoy a la agricultura y al turismo. Zona de bellísima y exuberante naturaleza, con sus gargantas, robles, almendros, cerezos..., que junto al legado histórico de Carlos V configuran un lugar que no te dejará indiferente. Ya sabéis Extremadura nunca defrauda. Os dejo el artículo que escribimos sobre la zona.



 http://unosamigosdeparadores.blogspot.com.es/2012/07/jarandilla-de-la-vera-y-carlos-v.html.


A continuación os dejo el vídeo de los pueblos de la Vera para que observéis la belleza y singularidad de esta zona.

http://unosamigosdeparadores.blogspot.com.es/p/videos.html

La Vera es para estar una semana perdido por allí, bañarte en cualquiera de sus gargantas, pero para conocerla en su conjunto lo mejor es carretera, parar en cada pueblo y patearlo. Comer en esta zona es fantástico, a los productos del cerdo, se une la buena caldereta de cordero, unos quesos excepcionales y unos repostería dulce dulce.






Día 2 Plasencia y el Jerte




Plasencia tiene la peculiaridad junto a Salamanca de tener dos catedrales, la vieja y la nueva, restos de su muralla con algunas puertas todavía en uso, una bonita y concurrida plaza mayor y multitud de edificios dignos de ver.
Como alojamiento os proponemos el Parador de Plasencia, es un acierto seguro, por sus instalaciones, piscina incluida y por su ubicación.
Para comer o cenar, el restaurante del propio Parador, en el antiguo refectorio, es un lujazo para los sentidos. Para tapear o de raciones os recomendamos la Pitarra del Gordo en plena Plaza Mayor, cualquier derivado del cerdo con un poco de vino de pitarra, una exquisitez para el paladar.

Aquí tenéis el artículo de Plasencia para que os empapéis de esta magnífica ciudad.

http://unosamigosdeparadores.blogspot.com.es/2012/11/plasencia-para-agradar-dios-y-los.html

Plasencia es el inicio del Valle del Jerte, cuna de la mejores cerezas y picotas de España, subir hasta el pueblo de Tornavacas y contemplar la magnífica vista de todo el valle es algo que no podéis dejar de hacer. Realizar la Ruta de los Pilones remontando el río, viendo las pozas y los recovecos que el agua va creando es algo magnífico. Visitar este valle con los cerezos en flor es un espectáculo, pero eso sí, paciencia si lo hacéis, se pone infernal de gente. Este valle es precioso en cualquier época del año.

Día 3 Monfragüe y Trujillo

Desde tierras placentinas nos dirigimos hacia Trujillo, pueblo de conquistadores, atravesando el nombrado recientemente Parque Nacional de Monfragüe, una extensión de paisaje de bosque mediterráneo, plagado de encinas y alcornoques todo ello horadado por un serpenteante río Tajo. Una auténtica joya paisajística con una gran variedad de flora y fauna mucha de ella endémica del lugar. Subir al castillo y observar durante un buen rato lo que te rodea con un bocadillo entre las manos, es uno de esos placeres que hay que experimentar.

Para el que quiera profundizar un poco más sobre esta zona os dejamos el enlace del artículo que escribimos sobre Monfragüe.

Más información sobre Monfragüe



Después de disfrutar de la naturaleza, es un placer llegar a Trujillo y disfrutar de la historia y arte que emanan todos sus rincones. Un pueblo que gira en torno una imponente plaza, presidida por una espectacular alcazaba y un sin fin de edificios tanto religiosos como civiles de gran belleza arquitectónica. Pasearlo es una gozada, os recomiendo una visita guiada, te haces una idea de lo que es y lo que fue esta villa extremeña.

Atardecer en Trujillo

Para alojarse como no os recomendamos el Parador de Trujillo con su impresionante patio y excelentes habitaciones tanto en su parte antigua como nueva. Desayunar en su iglesia le da un carácter único. Y como siempre el servicio y la atención excelentes. Contratar aquí la visita guiada es acertar y si es al atardecer tendréis unas magníficas vistas desde la Alcazaba.

Para que os empapéis más de este pueblo os dejamos el enlace del vídeo de Trujillo que hicimos para la ocasión.

http://unosamigosdeparadores.blogspot.com.es/p/videos.html

Esta es una ruta que se podría hacer por la provincia de Cáceres, pero hay otras muchas y multitud de combinaciones posibles,  esta es nuestra propuesta  que espero que os haya gustado, Extremadura nunca defrauda.

Unos amigos de Paradores



Globalización Resort

Nada más entrar en el hotel me percaté de que sus instalaciones eran magníficas. Ya lo adelantaba su página en Internet. “A 150 m de una espléndida playa el hotel “Marsalada Beach Resort” cuenta con todas las instalaciones necesarias para lograr que sus vacaciones resulten inolvidables. Seis piscinas, sala de cine para 50 personas, gimnasio, spa, talasoterapia y una amplia variedad de masajes impartidos por personal especializado. Durante todo el día un grupo de animadores hará las delicias de nuestros clientes y por la noche, en la sala Belvedere podrán disfrutar con una amplia variedad de shows, para todas las edades. A las 12 de la noche, baile con música en directo por la orquesta “Midnight Dream” que acompañará a la fabulosa vocalista Silvana. El servicio “todo incluido” le permitirá disfrutar de nuestro restaurante Buffet “La Boullavaise Feliz” o comer a la carta en cualquiera de nuestros restaurantes especializados en comida japonesa, mexicana, francesa o italiana. En la piscina “Lago de la Sirena” podrá degustar, sin salir del agua, su bebida preferida en el snack bar Neptuno. Todo el hotel y personal están especializados para que usted y los suyos pasen unas vacaciones inolvidables sin necesidad de salir de nuestras instalaciones…”

De eso hacía ya cuatro días durante los cuales mi mujer y yo pudimos comprobar la realidad de todo lo anunciado. Todavía nos quedaban diez días más de vacaciones y fue ese sábado cuando decidimos realizar una escapada nocturna al pueblo más cercano. “Cenaremos en algún restaurante del paseo marítimo, Cari, y luego podremos tomar un pelotazo en alguna disco de la zona, -le dije a mi mujer mientras subíamos a recepción para que llamasen a un taxi-. La señorita de recepción, lucía en su impecable uniforme un distintivo en el que se podía leer: “Gedra Freshnner”. Gedra nos miró la pulsera de plástico que nos pusieron a nuestra llegada que confirmaba que éramos clientes del hotel con derecho a “todo incluido” y una amplia sonrisa iluminó su cara. 
-¿En que puego segvigles? –Dijo con un evidente acento alemán.
-Eh… Bueno, ¿Podría llamar a un taxi?
-Mmm. ¿Un tagxi? 
-Si, -respondí-. Es que queremos salir a dar un paseo esta noche. Hemos pensado cenar fuera y…
-¿Un tagxi? –Volvió a preguntar ella sorprendida-.
-Si, eso, un taxi. Un coche de esos blancos con una raya colorá que te llevan a donde les pidas.
La cara de Gedra cambió instantáneamente.
-Pegdon, señog, pego sé pegggfectamente lo que es un taxi. Lo que no entiendo es paga que necesitang un tagsi. Ustegues no se van hasta…. dengtgo de diez dias y además el turopereitor tiene un magnífco bus paga guecogegles y llevagles al aegopuegto. Yo… Disculpe pego no compgerendo nada. ¿Están ugstegdes desacontentogs con el segvicio del hotel?
-No, estamos encantados. Todo es precioso, -contesté con paciencia. Lo que pasa es que esta noche, mi mujer y yo queremos cenar en el pueblo y…
-Pego… Ustegues tienen pulsega y eso quiegue decig que gozan del “all Included”. Todo pagado en el hotel. No tienen necesidag de gastag sus iugos. ¿Es que no les place nuestgra comida?
En ese momento, Gedra empezó a hacer pucheros y una lágrima resbaló por su mejilla.
-¡Oh, si! Todo es magnífico –reiteré-.
-Pues entongces… -y paró de hacer pucheros-. ¿Pog qué quieguen ig a cenag fuega? Tenemos nuestros guestaugantes a su disposición. All included ¿Guecuegdan? Sin gastag sus iugos.
-Ya, pero… nos apetece dar un paseo, luego tomar una copa… 
-¿No le aggada nuesgtro show? Tieneng todo tipo de bebigdas en elg bag. Esta noche el grupo “Beijing Magic les sogprendegá. Son seis, seis… Mmm. ¿Cómo se dice…? ¡Equilibrigstos! ¡Oh, si! No se lo pueguen unstedes pegdeg… Son ellos magníficos y ellas muy guapas que guealizan ejejcicios sobre cuegda floja miengtras con boca sujetan papagayo de Siam con jaula y todo…

Cari tiró suavemente de mi brazo. 
-Es igual, Cari, me dijo, no podemos hacerle esto a Gedra. Ya saldremos mañana. Hoy me apetece ver a esos equilibristas pequineses con su papagayo siamés.
El espectáculo no estaba mal, reconocí. Pero yo hubiera preferido cenar fuera esa noche. Mañana, le dije a Cari, saldremos pero, para evitar problemas buscaremos un taxi nosotros mismos. Se ve que esa Gedra tiene mucho cariño al hotel. 
Si, Cari, -respondió Cari-. No es necesario disgustarla.

El día siguiente, a las nueve de la noche, Cari y yo, perfectamente arreglados, nos disponíamos a salir por la amplia puerta giratoria del hotel. A mitad del recorrido la puerta se detuvo. Empujé decidido la hoja giratoria pero, inexplicablemente la puerta giró en sentido contrario al esperado. Caminamos unos pasos hacia atrás hasta volver al hall donde una Gedra sonreía inquisitiva.
-Mmm. Pegdon. ¿Puedo ayudagles?
-Si, gracias, Gedra. Es que la puerta se ha estropeado. Intentábamos salir al exterior y…
-¿Salig al egsteriog? ¿Pog qué quieguen salig al exteguiog? 
En esta ocasión, fue Cari la que se adelantó.
-Es que… es que… Querríamos hacer algunas compras.
-Pues pog aquí no se va. Nuestgo centgo comegcial, con tiendas de todo tipo está dos plgantgas más abajo.
Intervine yo decidido a no dejarme impresionar por la recepcionista.
-Ya, pego… digo… pero es que necesitamos… ¡Una farmacia! Quiero comprar mmm. Comprar… ¡Un antiinflamatorio! Me torcí un tobillo esta mañana y ahora me duele un poco el pie.
Gedra tomó su teléfono móvil y gruñó algunas palabras en alemán. Veinte minutos más tarde me encontraba yo en el consultorio médico del hotel. Dos radiografías del pie hechas, una latero-lateral y otra dorso-plantar y mi tobillo envuelto en una apretada venda elástica que juré quitarme en cuanto saliera de allí, además de sendas muletas en mis manos. El doctor Maurice Poirot” sonreía profesional. “Et… pas de prepocupations pour l´arcent mon cher ami! . Cést, como siempge All included. ¡Y tomegse la medecin chaque huit heures! En un pag de diags quiego vegle pog aquí de nuevo.
Escucha, Cari, -le dije a Cari en la tarde del día siguiente-. Tenemos que salir de aquí sin que nos vea esa recepcionista de los co… de los co… Bueno, sin que nos vea Gedra. 
-Si, pero, ¿cómo? –Contestó Cari-. Esa mujer permanece siempre de guardia en la recepción. Y no sé si habrá otra salida.
-Tiene que haberla. Una entrada de mercancías y, al menos otra, por la cual entre y salga el personal. 

Cari asintió con la cabeza. 

‑Ayer, mientras el doctor Poirot te vendaba el pie vi una puerta que ponía “Exclusivo para personal del hotel”. Quizás sea esa la salida.
‑Bueno, Cari, nada perdemos por comprobarlo –asentí‑. 
Bajamos un piso y dejamos a la derecha el consultorio. Después de un largo pasillo vimos la puerta que buscábamos. Empujamos para comprobar que estaba abierta. Una amplia sala, con dos puertas. Una de acceso a un vestuario de personal y la otra por la que se accedía directamente a la calle. Gedra, apoyada en esta última y con la evidente intención de cerrarnos el paso nos miró fijamente a los ojos. En ese momento me pregunté cuándo había cambiado la sonrisa que presentó el primer día, por esos ojos de teniente de las SS responsable de la seguridad de un lugar como Auschwitz del cual, evidentemente, hubiera resultado más fácil fugarse.
‑Mmm perdón, ‑ije en un susurro‑. ¿El doctor Poirot está por aquí? Es que me duele el pie.
Mientras en mi habitación me quitaba las vendas elásticas por segunda vez pensaba en el dolor de mi trasero originado por la inyección de Nolotil 500 que el matasanos belga me acababa de poner.

‑Escucha, Cari. Esto requiere un plan más elaborado. En algún momento esa mujer tiene que dejar de vigilar. ¿Has hecho indagaciones?
-‑Si, Cari. He recorrido la playa y hacia unos 300 metros por el norte y otros tantos en dirección sur hay alambres de espino y un par de torres con focos iluminando el perímetro. También he escuchado ladrar algunos perros. Y juraría que en lo alto de la torre estaba Gedra mirando con prismáticos de campaña. Escapar por la playa me parece imposible. Recuerdas el estampido que escuchamos esta mañana? Fue el estallido de una mina antisubmarinos. Un turista japonés intentaba alcanzar la libertad a nado. Pobre. Mañana habrá una ceremonia sintoísta en su honor. Será por supuesto, en el restaurante Fuji y en el espectáculo de esta noche se hará una demostración de origama, lectura de haikus y una pelea de sumo. El hotel lo tiene todo pensado. ¿Iremos a la misa del japo? También está en el “todo incluido”.
-‑Si, iremos –respondí‑. Ese héroe merece nuestro homenaje. Después prepararemos la fuga.

La misa, en japonés, duró cerca de cuatro horas tras las cuales Gedra solamente autorizó la salida del cónsul del japón y de su chofer que también asistió a la ceremonia. Después se plantó ante la puerta giratoria para evitar que algunos clientes pudieran abandonar el hotel. Cari y yo nos dirigimos al bar “Ukelele”. Teníamos un plan previsto para salir a cenar esa misma noche. Sería necesario realizar una maniobra de distracción para la cual necesitábamos pedir varios vasos de ron. Tuvimos que apelar a toda nuestra paciencia pues el camarero, un senegalés de casi dos metros y negro como el ébano que apenas hablaba español, se empeñaba en que el ron debería ir acompañado de Coca Cola o al menos, de una rodajita de limón con dos piedras de hielo. Cuando por fin conseguimos que nos trajeran dos vasos de ron sin aditamentos, vaciamos éstos y otros doce más en una botella de cristal que antes había contenido agua con gas, tratando en todo momento, de ocultar nuestra acción a los ojos del senegalés que tras servir cada copa comprobaba, con el protocolo bien aprendido, que llevábamos en nuestras muñecas las consabidas pulseritas del “todo incluido”. Tras llenar la botella acudimos a la boutique “Fashion Genuine” en la segunda planta del hotel. 
‑Buenas tardes, ‑dije a la dependienta que nos atendía‑ quisiéramos saber si tienen ustedes trajes de soldado. 
La mujer, una argentina alta y delgada de mirada lánguida y cara de modelo de los 60 sonrió profesionalmente afirmando con un leve movimiento de cabeza. 
‑Ehh… claro, viite? En nuestra tienda tenemos todo tipo de vestidos y uniformes. ¿Es para la fiesta de disfraces de mañana? ¿Cierto? Y… digame cómo lo preferís vos. ¿Soldado del tercio de Flandes? ¿Husar de la reina? ¿Guerriyero boliviano? ¿Guardia Suíza del Vaticano…?
- Seleccionamos dos clásicos de carapintada argentino. Estaban de oferta pues regalaban la gorra y un par de trozos de carbón de hulla para tiznarse la cara.
Finalmente tuvimos que buscar un encendedor. En el hotel, clasificado para no fumadores, estaba absolutamente prohibido fumar. Y esto incluía desde la entrada hasta dos millas mar adentro. Observando al camarero senegalés comprobamos que tenía una mancha de nicotina en los dientes. Le seguimos un par de horas hasta que le pillamos en los urinarios del spá encendiéndose un pitillo. 

‑O nos das el encendedor o se lo contamos a Gedra –le dijimos con aspecto fiero. 

Con este último utensilio, que el camarero no dudó en entregarnos aterrorizado, todo estaba preparado para iniciar nuestro plan de fuga. La botella de agua con gas rellena de ron fue cerrada con una mecha realizada a partir del algodón que había desinfectado previamente la parte de mi anatomía que recibió el pinchazo del doctor Poirot. Nos pusimos la gorra y los uniformes, pintamos nuestra cara y en las mochilas colocamos una ropa más adecuada para la cena y unas toallitas desmaquilladoras para, al finalizar, poder retirar el tizne de nuestra cara.

Subimos a la recepción y tomamos posiciones nada más salir del ascensor. Cari corrió semi agachada hasta ocultarse detrás de un Ficus benjamina situado entre los ascensores y el Piano Bar que abriría quince minutos más tarde. Yo salté tras el mostrador del mismo, rodé hasta alcanzar el piano de cola arrastrándome entre las patas de éste y el taburete del pianista. Llevaba el Molotov en mi mano y hube de manejarme con cuidado para evitar que se derramase su contenido. El pianista, un italiano homosexual, acababa de llegar y en esos momentos tomaba asiento dejando sus piernas a unos centímetros de mi cara. Levantó la tapa del piano, colocó la partitura y, como cada noche dio inicio a su actuación, que, inevitablemente comenzaba con un Nocturno de Chopin. Esa era la señal acordada con Cari. Salí rápidamente de debajo del piano, ante la mirada atónita del pianista, al grito de ¡Banzai! con el que pretendía homenajear al heroico “japo” fallecido el día anterior. Con el encendedor del senegalés prendí la mecha de algodón y arrojé la botella hacia el mostrador de recepción en el que esos momentos se encontraba Gedra. Fue una lástima pero estuve a punto de acertarla en medio de la cabeza. La botella se rompió en un fragor de fuego y cristal y algunas sillas, una mesita y un fichero comenzaron a arder.

Gedra gritó con eficiencia teutona: “Atchung! Eine commander attack!” De inmediato pulsó un botón y varios chorros de espuma anti incendios apagaron las incipientes llamas mientras que el equipo de mantenimiento y limpieza reparaba con diligencia los daños sufridos. No importaba, era suficiente para la distracción, pensé, aunque volví a lamentar no haberle atizado en la cabeza a Gedra. Cari ya se dirigía hacia la salida y yo emprendí el mismo camino. Algunos clientes más envalentonados por la acción imitaron nuestro ejemplo emprendiendo una veloz fuga hacia la puerta giratoria. Alguien arrojó una maleta samsonite de un turista británico que en esos momentos intentaba la inscripción, contra el ventanal de acceso. También lanzó un lamento cuando comprobó que se trataba de un cristal blindado.

Pero había algo más con lo que no contábamos. Mientras sonaban las alarmas, unas enormes planchas de acero cayeron del techo paralelas al ventanal y a la puerta giratoria bloqueando, de manera irremediable, cualquier intento de fuga. Cari, yo y catorce clientes más, entre los cuales se encontraban varios menores, todos con los brazos en alto en señal de rendición, fuimos rodeados por la alemana que movía su cabeza de un lado a otro mientras fruncía sus labios pintados de carmín rosa pasión. 
‑Nein, nein, nein! ¿Ustegdes no compgendeg? Hotel all included, miguen sus pulseguitas. Cualgquieg cosa que necesitag, no pagag iugos. Comida, cena, bebidas, gopa, atgracgciones…
Cari y yo no pudimos mirar nuestras pulseras. De hecho las habíamos cortado y quitado para evitar que, durante la acción, pudieran dificultar nuestros movimientos. Miramos, en cambio, nuestras muñecas desnudas y el movimiento no pasó inadvertido para la alemana que abrió sus ojos azules hasta que sus párpados casi le alcanzaron las cejas. 
‑Noooo! –gritó‑. Pego, pego… ¿Ugstedes no teneg pulsega? ¿No egstán en all included? 
No dio tiempo a contestar. Nos agarró sin mediar palabra por el cuello del uniforme, nos colocó en la puerta giratoria y nos sacó de inmediato del hotel no sin antes gritar: ¡Españologs gogones, delingcuentes, tramposogs !

Nuestra primera cena en libertad fue magnífica. Luego nos dimos una vuelta por el paseo marítimo y nos sentamos en una terraza donde pedimos un café y un chupito de pacharán. Pagamos los 30 iugos… digoooo, euros, sonriendo. Era caro pero… ¿Alguien dijo alguna vez que la libertad tuviera precio?

 Chéspir

Los Monasterios

Del 10 de Setiembre de 2012 al 13 de Septiembre de 2012

El año pasado terminé el camino de Santiago número XII, en bicicleta,  y lamentablemente acabé “tocado” de las rodillas. A lo largo del año estuve yendo a los traumatólogos y me dijeron que era problema de la edad. Sin comentarios.

Bueno, el caso es que empecé a pensar que podría hacer este año sino hacía el camino de Santiago. Lo pensé muy detenidamente y se me pasó por la cabeza hasta  ir de chofer en el coche de apoyo con los peregrinos habituales, pero eso hubiera sido un esfuerzo para mi muy grande, el verles iniciar cada jornada el camino y yo quedarme en tierra, por eso seguí dándole vueltas y me pregunte porque no hacerlo en moto. Claro en moto parecía sencillo, en una de esas grandes que yo no tengo, pero de repente me dije ¿y porque no hacerlo en Vespa?  Para colmo, al poco tiempo me encontré con  mi amigo “Frigolín” y me dijo que él hizo el camino de Santiago en Vespa y que le gustó mucho, así que me dije a mi mismo, pues yo también lo haré.

Pasó el invierno, y en primavera me preguntaban los amigos el motivo por el que no salía con la bici, se lo expliqué y les dije que este año haría el camino en moto. Uno de ellos me dijo que se venia conmigo, con lo cual ya no podría hacerlo solo como era mi intención, bueno, también fue mi intención hacer el camino de Santiago solo durante muchos años y nunca lo llegué a hacer. 

Ahora que ya había comprometido a Teo, compañero de salidas en bici, no podía defraudarle asi que me puse a pensar como y por donde lo haríamos.

Evidentemente tendría que ser por carretera ya que una vespa por un camino es un peligro. Pero por carreteras que no fueran principales, así que solo quedaban las locales. 

Cuando íbamos en bicicleta siempre llevábamos una furgoneta donde las cargábamos  hasta el inicio del camino, pero con una moto es diferente, hay que salir con ella montado desde casa.

Otro tema que me hacia pensar era el tiempo, si llovía era una gran faena ya que si vamos en bicicleta siempre tenemos el recurso de la furgoneta. En moto te mojas…

El ir hasta Santiago… calculé mas de 700 Km. que eran muy apetecibles a pesar de lo negativo que he mencionado anteriormente. Me animé y me puse a mirar carreteras locales. Pensaba que lo bueno de la vespa era que podría desviarme de cualquier ruta establecida para ver monumentos, pueblos, etc, algo que con la bici se hace muy duro el separarte del camino establecido.

Cuando llevaba unos cuantos kilómetros marcados en los planos empecé a pensar en la vuelta a casa, desde Santiago de Compostela, otros 700 kilómetros mínimo y ya casi sin recrearte en lo que nos ofreciera la ruta por no entretenernos mucho en la llegada a casa.

Después de reflexionar el asunto vi otra posibilidad, salir de Sigüenza y hacer un recorrido que después de unos 650 Km. volviera a casa sin dejar de ver cosas por el camino. Desde Sigüenza hay una zona muy bonita que es el Alto Tajo, lo malo que hacia dos años lo había hecho ya, y no era cuestión de repetirlo en tan poco plazo de tiempo. Así que pensé en la zona de Soria y, eso hicimos.

De esa parte no conocía nada, pero si había oído hablar muy bien de los pinares y de lugares de cierto interés, como los monasterios, y por eso he titulado a esta ruta “La Ruta de los Monasterios”. Vimos el de Sistal, Yuso, Suso, Valvanera y alguno más.

Una vez que lo tuve claro tenia que decírselo a Teo y no sabía bien que me podría decir por el cambio. Teo es un hombre de buen conformar y le pareció genial que hiciéramos la ruta de los monasterios, encima conocía bastantes lugares y me dijo que había hecho una buena elección. 

Confeccioné el recorrido con su ayuda y salieron 720 Km., a hacer en cuatro días con tres noches. Acoplamos los días que nos viniera mejor a los dos y quedamos en comenzar el lunes 10 de septiembre hasta el jueves 13.

A todo esto se lo dije a algún amigo más, pero sin mucho éxito. Teo se lo comento a su amigo de marcha pero tenía comprometidas esas fechas para irse al Pirineo, que por un momento llegué a pensar que Teo se uniría a su amigo más que a mí, pero evidentemente no fue así, de lo que me alegré mucho.

Después  le pregunté a un amigo de la infancia, Gerardo, y al contarle el plan, se apuntó sin titubear ni en un instante.

Como dicen por ahí, la suerte estaba echada. Yo me llevaría la vespa 200 por ser la mas nueva,  25 años de antigüedad. Tendría que hacer algunos kilómetros con ella para que salieran los fallos antes del viaje, y salieron.

Esa vespa la tengo en Guadalajara, por lo que la empecé a llevar a la oficina para ir moviéndola un poco. Cuando vino mejor tiempo llegue a hacer unos tres viajes a Sigüenza por carreteras locales, en concreto por Jadraque. Son unos 80 Km. y me llevaba una hora y media escasa, lo único que paraba a tomar una cervecita a mitad de camino y por eso se prolongaba el viaje, hasta cerca de las dos horas. Para mis cuentas me salía una media de 55 Km./h y con ese dato calculé la ruta.

Otro dato importante era conocer la autonomía de la vespa, vi que podría hacer unos 170 Km. sin repostar, aunque llevaba un pequeño depósito de 5 litros por si acaso.

Pocos días antes de salir hablé con Teo para vernos y darle unos planos que había confeccionado para que viera por donde íbamos a pasar y donde tenía pensado  parar a dormir. Le pareció todo perfecto y a Gerardo ni le comenté por donde iríamos. Sabia que le iba a aparecer bien lo que yo hiciera, como así fue.

La ruta la dividimos en 4 etapas más o menos de los mismos Kilómetros. Los lugares para dormir los teníamos previstos, pero sin confirmar, aunque sabíamos que en las fechas que íbamos a ir, encima entre semana, no tendríamos problemas.

1ª ETAPA

Lunes día 10 de Septiembre: Sigüenza – San Leonardo de Yagüe. Kms: 179

Este primer comienzo de etapa lo hicimos solos Teo y yo. Quedamos a las 9,30h. en el Atrio para tomar café y salir sobre las 10h. Ninguno de los dos cumplimos con el horario establecido, nos encontramos en el Atrio a las 9 de la mañana  y no tomamos café. 

Le pedimos a Ángel, el que vende los periódicos, que nos sacara una foto debajo del Atrio, pero el de la catedral, no de la cafetería.

Yo ya había hablado con Gerardo anteriormente para ver como podíamos quedar a mitad de camino, ya que el no le venía bien desplazarse a Sigüenza a esas horas para salir juntos, así que dijimos “nos vemos para comer en Burgo de Osma” y si eso hablamos antes. La frase de “y si eso nos vemos….” es muy típica de nuestro amigo y peregrino Emilio de las Heras, que viene a significar que, lo mas probable es que ni nos llamemos y que ya nos veremos, si es que nos vemos… 


Preparados para salir desde el Atrio de la  Catedral

Después de la foto nos dirigimos hacia la estación para coger la carretera de Soria y dar comienzo a nuestra ruta 2012. Antes de salir nos encontramos con un primo mío que algo sabia de esta ruta, y se ofreció a irnos a buscar si nos fallaban las motos. Nos dio tranquilidad, pero también me hizo que pensar.

Cerca de las 10.30 llegábamos a Berlanga de Duero donde tomamos ese café que no  habíamos tomado con el afán de salir cuanto antes.

Un poco de historia de lo que era Berlanga no nos vendrá mal.

“Su nombre procede del asentamiento romano llamado Augusta Valeránica, en honor del emperador Valeriano. Antes ya hubo población celtíbera como lo atestiguan diversos restos esparcidos por todo el término, que permanecen sin estudiar ni catalogar debidamente.

Durante el dominio árabe fue plaza importante dentro de la jurisdicción de Medinaceli, y el primer antecedente del castillo actual fue una alcazaba. De la alcazaba no hay ningún resto identificable y de la muralla que la protegía queda alguna parte junto a las ruinas de la iglesia románica.

Después de la Reconquista se le asignó un territorio como  Comunidad de Villa y Tierra (Comunidad de Villa y Tierra de Berlanga), que permaneció casi inalterado (sólo se desgajó Rello) hasta la abolición de los señoríos. 

Primero fue territorio de realengo pero pronto los reyes se lo entregaron a la familia Tovar, que ostentaba el ducado de Frías al que unieron el título de marqueses de Berlanga. Ellos son los responsables de la desaparición de media docena de iglesias románicas que tenía la villa, ya que las desmontaron para construir esa grandiosa colegiata que el visitante puede admirar, que era todavía más grandiosa en el proyecto original, con claustro y otra torre, pero que no se pudieron construir por problemas económicos de los mecenas.

También los Tovar construyeron el castillo actual y el palacio arruinado por los franceses, y que tenía, según las crónicas de la época, uno de los mejores jardines de Europa.

En la Edad Media eran grandes sus masas forestales de roble y carrasca, que ahora han sido sustituidas por el pino resinero que fue una importante fuente de ingresos para las arcas locales hasta finales del siglo XX.

La importancia histórica de la villa se comprende por hallarse en la línea del Duero, divisoria durante toda la Edad Media de los reinos moros y cristianos primero, y de los castellanos y aragoneses más tarde. Formaba, junto con las fortalezas de Gormaz, Osma, San Esteban y Atienza, esa línea que era conquistada una y otra vez, tanto por los musulmanes como por la cruz”
Fuente: Wikipedia

Castillo de Berlanga


Llamamos a Gerardo para ver por donde andaba y todavía no había salido de Madrid. Le dijimos que nuestra siguiente parada seria en Calatañazor.

Allí tomamos una cerveza y un plato de chorizo frito que nos supo a gloria.

“Cuenta la leyenda que La batalla de Calatañazor fue una supuesta batalla que hubiera tenido lugar en esta localidad soriana en julio del año 1002. En ella parece que Almanzor se vio obligado a huir tras luchar contra los ejércitos cristianos coaligados de Castilla (conde Sancho García), León (Alfonso V) y Navarra (Sancho III). Sin embargo, la mayoría de los historiadores actuales consideran dicha batalla más un mito que un hecho real, probablemente creado para compensar el sentimiento de inferioridad que las continuas victorias de Almanzor produjeron en los reinos cristianos.

Y que el prelado escribió que “un extraño personaje, que se identifica con un pescador, lloraba gimiendo, a veces en árabe, otras en lengua romance, diciendo: “en Calatañazor perdió Almanzor el tambor”.  En cualquier caso, Almanzor se negó a comer o beber, muriendo al llegar a la ciudad de Medinaceli”

Fuente: Wikipedia

Una calle de Calatañazor

Estando tomando la cerveza nos llamó Gerardo para decir que acababa de llegar a Burgo de Osma y que si le separábamos 15 minutos aparecería en Calatañazor, que no lo conocía y le apetecía verlo. Llegó enseguida, dimos una vuelta y salimos hacia Burgo de Osma para comer. Antes paramos en la gasolinera a repostar y luego fuimos a comer al mismo hotel–restaurante que la vez que fuimos con los “clásicos de Sigüenza”. 

Después de comer dimos un paseo visitando la catedral que se construyó sobre la primitiva románica, parcialmente derruida en 1232. Fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 3 de junio de 1931.  También vimos el Antiguo Hospital de San Agustín.


Burgo de Osma

Salimos dirección San Leonardo de Yagüe con la intención de cruzar el cañón de Río Lobos por el puente de los 7 ojos, en lugar de ir hasta Ucero y llegar a nuestro destino por la nacional de Soria.

En Santa Maria de las Hoyas paramos a tomar una cerveza y de paso preguntamos donde nos recomendaban cenar en San Leonardo. Nos dijeron un lugar que como también era un Hostal podríamos dormir allí, y que nos harían un buen precio. Por dormir en una habitación triple, cenar y desayunar nos cobraron 36 €/persona. Nos pareció un buenísimo precio.

Nos tumbamos un rato en la habitación, y fue donde me empecé a preocupar un poco porque decía Teo que tenía el sueño muy ligero, pero que  en cuanto se despertara pondría una pequeña radio que llevaba consigo.

Antes de cenar salimos a dar una vuelta, subimos hasta el alto del castillo y luego a tomar una cerveza en el mesón El Portalón, que ya lo habíamos visto anunciado durante los preparativos de la ruta.
Cenamos y dimos otro paseo nocturno, como conclusión sacamos que en este pueblo no había mucho ambiente.

A las 12h ya estábamos en la cama, a Gerardo y a Teo les dio por hablar y yo al momento me dormí. Solo me desperté una vez que Gerardo, que lo tenía cerca de mí, me dio un toque por roncar…

2ª ETAPA: 

Martes día 11 de Septiembre: San Leonardo de Yagüe - Ezcaray. Kms: 174



Nos despertamos mas bien pronto, yo creo que al ser la primera noche siempre se extraña nuestra cama diaria, me imaginaba que las siguientes noches dormiríamos mucho mejor, como así fue.

Me preocupaba Teo que dijo tener sueño ligero, pero no seria la primera noche ni las siguientes, porque como dijo él durmió como un niño chico.

Después de una ducha nos bajamos a desayunar, que estaba incluido en el precio de la habitación, pan tostado y algún bollo. Vamos como si estuviéramos haciendo el camino de Santiago en bicicleta. En el hostal durmieron unos ciclistas que sí  estaban haciendo el camino, charlamos un momento con ellos mientras íbamos preparando las motos, que amablemente nos habían dejado los del hostal guardarlas en un garaje de su propiedad.

Teo tuvo una idea “genial” nada más despertarse, nos propuso que como éramos tres en tres camas, iba a hacer su cama muy bien hecha para que se pensaran que dos habían dormido juntos. Este Teo….

Salimos sobre las 9,30 h. con un poco de fresco. Nuestra primera parada seria en Santo Domingo de Silos. La llegada desde San Leonardo de Yagüe se hace por un desfiladero que resultó bonito.

Santo Domingo de Silos

Visitamos el claustro con una guía y una de las dependencias del monasterio, lo que había sido la farmacia. Fue interesante y más teniendo a Teo junto a nosotros que, lo que no sabía la guía, nos lo explicaba él.

“El monasterio, aunque no en su actual configuración, se remonta a la época visigótica (siglo VII), si bien se desvanece durante la ocupación musulmana. En el siglo X, se llamaba San Sebastián de Silos. Cuando en 1041 Domingo, prior del monasterio de San Millán de la Cogolla, se refugia en Castilla huyendo del rey de Navarra, es bien recibido por el monarca leonés Fernando I quien le confía la misión de restablecer el antiguo esplendor y dar nuevo auge al monasterio de Silos puesto bajo la advocación de San Sebastián. Con el decidido impulso de Santo Domingo como abad del cenobio se erigió la iglesia románica, magnífico templo de tres naves y cinco ábsides consagrado en 1088 por el abad Fortunio, el claustro que aún perdura, y el resto de las dependencias monacales. A la muerte del santo, el monasterio toma su patrocinio y pasa a denominarse Santo Domingo de Silos. En el siglo XVIII se deja sentir la necesidad de ampliar las instalaciones, principalmente la cabida de la iglesia. Se encomienda al arquitecto Ventura Rodríguez llevar a cabo las debidas reformas. Sin el menor miramiento, sin ninguna consideración, con el desprecio que en aquella época se mostraba por todo lo medieval, se derribó el templo románico para sustituirlo por otro neoclásico que es el que hoy existe. Del primitivo queda como vestigio, el ala sur del transepto y la Puerta de las Vírgenes que abre al claustro. La falta de recursos económicos hizo que el propio claustro no tuviera el mismo final que la iglesia.

El 18 de diciembre de 1880 se establece una nueva comunidad de monjes benedictinos llegados de la abadía francesa de Ligugé, dirigidos por el monje de Solesmes, Ildelfonso Guépin. En una visita al monasterio, el poeta Gerardo Diego compuso el famoso soneto El ciprés de Silos, considerado como uno de los mejores sonetos de la literatura española. Hoy es lugar de afluencia de quienes saben apreciar las bellezas de su claustro románico y del canto gregoriano con que se acompañan los oficios religiosos”.

Fuente: Wikipedia

Nos dimos una vuelta por el pueblo, que poco más tenia que ver y salimos hacia Covarrubias

“Covarrubias, desde el Siglo X conserva su nombre con muy pocas variantes, su etimología, es de fácil explicación si tenemos en cuenta las numerosas cuevas de color rojizo, cuevas-rojas, que se hallan cerca del casco urbano, mirando al río Arlanza. 

Los primeros pobladores conocidos de Covarrubias fueron los turmódigos, tribu ibérica prerromana extendida por gran parte de la provincia de Burgos. Pero el origen de esta villa es medieval, fue fundada por el rey visigodo Chindasvinto en el siglo VII sobre los restos de un castro romano, aunque las murallas que construyó fueron destruidas hacia el año 737”.

Fuente: Wikipedia

En Covarrubias estuvimos un buen rato y decidimos picar algo sentados en una terraza, el tiempo excelente, más bien caluroso. El pueblo es muy bonito y por él pasa un camino de Santiago, la ruta de la lana y el camino del Cid.

Nada más salir de Covarrubias nos encontramos de repente con las ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza, fundado sobre 912 por el Conde Fernán González.


Ruinas del Monasterio de San Pedro de Arlanza

Hasta Salas de los Infantes el camino no fue tan bonito como pensábamos, pero desde Salas, volvimos a repostar pensando en el puerto que nos esperaba.  Ezcaray fue realmente bonito y con el firme de la carretera recién arreglado. Paramos en un par de sitios a tomar unas cervezas por lo que llegamos un poco tarde a Ezcaray, sobre las 8.

Encontramos enseguida el hotel que nos había recomendado mi amigo José, que tiene un apartamento allí mismo. El hotel muy familiar y no lo digo porque fuéramos los únicos huéspedes, sino por el tamaño y porque era atendido directamente por el matrimonio propietario del mismo. Mi amigo José nos recomendó unos sitios para tomar algo, cenar y tomar un Gin-Tonic especial después de la cena.

Fuimos a dar un paseo por el centro de Ezcaray, encontramos los lugares que nos habían recomendado y después de unos vinitos nos fuimos a cenar al hotel, cenamos solos e incluso la camarera se despidió de nosotros dejándonos al frente del hostal. Salimos a tomar ese Gin-Tonic especial y me gusto mas el lugar que la bebida, también es cierto que no soy de Gin- Tonics

Ezcaray

Nos acostaríamos sobre la una y me dijeron los chicos que habían decidido que me dejaban dormir en una habitación a mi solo, me pareció un bonito detalle. Yo creo que lo hicieron con intención de quitarme de en medio y asegurarse que no me oirían roncar.


3ª ETAPA

Miércoles día 12 de Septiembre: Ezcaray-Abejar, Kms: 184

Me levante pronto y a las 8,30h ya estaba por Ezcaray haciendo fotos. Al desayuno nos invitó el propietario del Hotel, un detalle por su parte, o quizás entrara en el precio... Dimos una vuelta por Ezcaray por lo que ya salimos un poco tarde, pasadas las  10h 


Ezcaray


Nuestra primera parada era Santo Domingo de la Calzada, llegamos enseguida y dedicamos el tiempo a ver la catedral y el parador que antes fue hospital de peregrinos.

“Santo Domingo de la Calzada es un municipio de la comunidad autónoma de La Rioja, situado a orillas del río Oja. Su nombre procede de su fundador Domingo García, que creó un puente, un hospital y un albergue de peregrinos, para facilitar el peregrinaje del Camino de Santiago a su paso por la localidad. Es famoso el milagro de la gallina, que cantó después de asada, en recuerdo del cual en la catedral hay siempre un gallo y una gallina viva.

La Catedral fue comenzada, según los Anales Compostelanos, en el año 1158, con el fin de cobijar los restos de uno de los santos más conocidos y venerados en el Camino de Santiago, santo Domingo, fallecido en el año 1109.

La Torre de la Catedral se encuentra exenta al edificio y fue levantada entre 1767 y 1769. Es una magna obra barroca de setenta metros de altura visible desde muchos kilómetros a la redonda. Al parecer su singular ubicación se debe a que en ese lugar existía un terreno con mayor consistencia y capaz de soportar tan alta torre, así como a cuestiones de mera estética barroca”.

Fuente: Wikipedia


Maqueta de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada


Debido al tiempo que empleamos en Santo Domingo de la Calzada decidimos no ir hasta Nájera sino directamente a San Millán de la Cogolla, no sin pasar por la bodega de Pedro Martínez Alesanco en Badarán.  Íbamos bastante ajustados con el tiempo por lo que no  estuvimos mucho tiempo en la bodega.
Llegamos a San Millán justo para incorporarnos a un grupo que entraba a ver el monasterio de Yuso.

Dice la leyenda que en el 1053 los restos de San Millán fueron trasladados al Monasterio de Yuso. El rey García IV de Navarra pretendió trasladar el arca a Nájera. Según la tradición, los bueyes que tiraban de la carreta no pudieron con la carga y se interpretó que el santo deseaba permanecer allí por lo que el rey ordenó construir un nuevo monasterio.

Esta información puede ser interesante:

“El Real Monasterio de San Millán de Yuso (yuso significaba 'abajo' en castellano antiguo) está situado en la villa de San Millán de la Cogolla, Comunidad Autónoma de La Rioja (España), en la margen izquierda del río Cárdenas, en pleno valle de San Millán. Forma parte del conjunto monumental de dos monasterios, junto con el antiguo Monasterio de San Millán de Suso («de arriba»).

Este Monasterio fue mandado construir en el año 1053 por el rey navarro García Sánchez III de Navarra «el de Nájera». La historia de su fundación va unida a una leyenda basada en un milagro de san Millán (o Emiliano), un joven pastor que se hace ermitaño. Cuando en 574 muere Millán, a la edad de 101 años, sus discípulos lo entierran en su cueva, y alrededor de ella se va formando el primer monasterio, el de San Millán de Suso. San Braulio, cincuenta años después de muerto, escribe su vida. El conde Fernán González era muy devoto de él.

Tras la batalla de Simancas, en el año 923, en la que San Millán aparece en defensa de los cristianos, es nombrado patrón de Castilla, y se comprometen a pagar los Votos de San Millán. Tras la imposición del patronato de Santiago con la unificación de Castilla y de León, los castellanos seguirán invocando a San Millán como a su patrón, y en el siglo XVII, al discutirse de nuevo el patronato de España, lo vuelven a confirmar como patrón de Castilla y copatrón de España”.

Fuente: Wikipedia

Monasterio de Yuso


“El Monasterio de San Millán de Suso o Monasterio de Suso ("suso" significa "arriba" en castellano antiguo) se halla ubicado cerca de la villa de San Millán de la Cogolla.

En los primeros tiempos de la llegada de los visigodos a la Península, se retiró a este lugar apartado y recóndito el anacoreta Aemilianus (Millán), hijo de un pastor y natural de Vergegium, actual Berceo. Aquí vivió como ermitaño, cobijado en una pequeña celda, muriendo a la edad de 101 años y siendo enterrado en una tumba excavada en la roca. Se sabe mucho de su vida porque fue escrita en latín hacia el año 635 por el obispo de Zaragoza llamado Braulio, siendo Gonzalo de Berceo, que se educó en este monasterio, quien tradujo esta biografía del latín a versos en lengua vulgar o romance.

El pequeño monasterio se construyó alrededor de la celda rupestre del ermitaño. En una primera etapa (siglo V y principios del VI) se excavan cuevas aprovechando oquedades del terreno, las cuales se distribuyen en dos niveles destinadas a habitaciones, y otras dos a oratorio, donde actualmente se sitúan el cenotafio de San Millán y el osario”

Fuente: Wikipedia.


Monasterio de Suso

Entre Monasterio y Monasterio comimos en el restaurante El Asador, muy bien por cierto.

De San Millán salimos sobre las 5h con dirección al Monasterio de Valvanera. La carretera desde San Millán hasta Viniegra de Arriba fue muy bonita, con firme bueno, curvas y entre las montañas y el río.

En el Monasterio de Valvanera estuvimos un rato pero se nos hacia de noche por lo que no pudimos disfrutar del lugar.

“El Monasterio de Valvanera se encuentra en el término municipal de Anguiano, en uno de los valles de la Sierra de la Demanda La Rioja (España), rodeado de bosques junto a las cimas del San Lorenzo. Hoy es un priorato benedictino de la Congregación de Subiaco. En 1954 llegan 12 monjes al Monasterio de El Paular para reactivar la presencia monástica, abandonada desde la desamortización de Mendizábal. El nombre de Valvanera parece derivar de la expresión latina "Vallis Venaria" que significaría 'Valle de las Venas de agua' aunque también se cree que podría tener otros significados, como el de 'valle de la caza' o 'valle de Venus'. El primer documento en el que aparece Valvanera, pertenece a un acuerdo en el año 1016 entre Sancho Garcés el Mayor y su suegro Sancho García, donde fijaban los límites de sus respectivos reinos”.

Fuente: Wikipedia


Monasterio de Valvanera


Paramos en Viniegra de Arriba porque nos pareció un bonito pueblo, dimos una vuelta y seguimos ruta, ya estaba cayendo la noche y aun nos faltaban dos puertos por subir. El de Montenegro de Cameros y el de Sta Inés. Este último lo estaban pavimentando por lo que había que llevar cuidado con los baches, yo pasé verdadero frió hasta la cima donde me tuve que poner una sudadera debajo de la cazadora de moto y los pantalones para el agua, así pude llegar mejor hasta Vinuesa, donde paramos en un bar conocido de Teo a tomar unos chorizos y unas cervezas.

Viniegra de Arriba

Aquí nos planteamos si quedarnos a dormir en Vinuesa o seguir a Abejar, lugar previsto con anterioridad. Yo prefería seguir hasta Abejar por razones de tiempo para el día siguiente. Llamamos al hotel para confirmar que tendríamos habitación y cena, y al ser positivo nos fuimos hacia allá. Lo hicimos totalmente de noche pero no estaba muy lejos por lo que llegamos a una hora prudente para cenar.

Me volvieron a dar a mí la habitación de uso individual y nos bajamos a tomar algo, una ensalada, croquetas de boletus y huevos con patatas. La verdad que comíamos como si la ruta la hiciéramos en bicicleta
Salimos a dar un paseo por el pueblo y no nos encontramos con nadie. A la vuelta le pedimos unos Gin-Tonics, que según Gerardo adelgazan.

Dormimos francamente bien y encima teníamos un bote de boletus secos a modo de regalo.

4ª ETAPA 

Jueves día 13 de Septiembre: Abejar - Sigüenza, Kms: 206 


Hotel de Abejar


Amaneció un día soleado pero frió, 8 grados. Desayunamos en el hotel unas tostadas y bollería, bueno como siempre. Sobre las 10h salíamos, echamos gasolina y comenzamos la última etapa. Decidimos volver hacia Vinuesa para ver los pueblos de Molinos de Duero y Navaleno. En el primero entramos a una casa rural que estaba francamente bien, donde nos dijeron que la temporada alta empezaba ahora con el tema de los hongos.

Navaleno no nos pareció una cosa del otro mundo por lo que no estuvimos mucho tiempo y seguimos ruta. Nos metimos por un camino forestal asfaltado entre pinos para salir muy cerca de Abejar. Allí nos fuimos al otro hotel que está justo en la otra punta del que habíamos dormido y nos tomamos el aperitivo, viniendo Gerardo ya se sabe, chorizo y cerveza.

Nos quedaban 50 kilómetros para llegar a Almazán, que tenia yo cierto interés en comer allí con ellos. La carretera, de buen firme, tenia rectas muy largas y el arbolado iba desapareciendo, después de acompañarnos tantos kilómetros. Comimos en Casa Antonio muy bien como siempre y Teo tuvo el bonito detalle de invitarnos. Gracias Teo.

Después de comer nos dimos una vuelta por Almazán que tanto Gerardo como Teo no conocían. Compramos unas paciencias y chocolate, bueno quien realmente lo compro fue Gerardo, que luego lo repartió con nosotros como si de un botín se tratara.

Almazán

De Almazán fuimos a Rello, pueblo amurallado que ni nos bajamos de la moto, dimos una vuelta y seguimos camino hacia Sigüenza, se echaba la tarde y Gerardo aún tenia que volver en moto a Madrid.


Vista panorámica de Rello


Antes de Rello vimos la iglesia de Barahona.

“Barahona o Baraona tuvo una base de aviación en la Guerra Civil (1936-39), con participación de alemanes e italianos, de donde salieron las bombas destinadas a caer sobre Sigüenza y el norte de Guadalajara. Desde el comienzo del levantamiento militar se estableció en Barahona el frente sublevado, produciéndose en los primeros meses una fuerte represión y asesinatos indiscriminados de unos 13 ó 14 varones del pueblo.
En la década de 1950 se aprovechó el espacio del antiguo "Campo de Aviación" para instalaciones de control de tráfico aéreo, con comunicaciones de corto y largo alcance y señal VOR. En la actualidad solamente queda operativo el radiofaro VOR, como último punto de las rutas aéreas desde el Norte hacia Barajas, radicado físicamente en el término municipal de Villasayas. Su indicativo Morse es BAN, en la frecuencia de 112,8 Mhz”.

Fuente: Wikipedia

Desde Rello fuimos a Riba de Escalote y desde allí a Sigüenza, lo hicimos por la misma carretera que cogimos para empezar nuestra Ruta 2012.

“Rello es una villa medieval amurallada, con castillo en uno de sus extremos y todo el caserío encerrado en lo alto de un risco de piedra caliza. En el término encontramos también una atalaya califal con inusual forma troncocónica, llamada Torre del Tiñón, a medio camino de Bordecorex, en la cual legendariamente se sitúa la muerte del caudillo Almanzor, que se retiraba malherido a Medinaceli”.

Fuente: Wikipedia

Al llegar a Sigüenza fuimos directamente al Atrio a tomar un café y dar por terminada nuestra Ruta 2012 Monasterios.

Para terminar este relato decir que ha sido una aventura muy gratificante en todos los aspectos y que seguramente el año que viene de alguna manera se repita, sin olvidar el camino de Santiago que es un buen complemento a la ruta.

Gerardo, Teo, gracias por vuestra compañía.




                                                                                                                                                     Ramón  
  


"XI Camino de Santiago" 
AVEIRO-MUXIA

Este año tuvimos la suerte de contar con los hermanos Terrón (Lucas y Paco) que casualmente este “camino de Portugal” ya lo hicieron en el año 2005, Lucas se hizo con los mandos de la furgoneta una vez más y nos organizó y confirmó los alojamientos a la perfección. Los componentes de este año, a parte de los hermanos Terrón, fuimos Cefe y su esposa Violeta, Carlos, el matrimonio formado por Santi y Carmen, que ya se están convirtiendo en habituales y el que suscribe, que una vez más dice que el año que viene lo hará solo, lo malo es que al recordar el camino de este año me da mucha pereza hacerlo solo, bueno la misma pereza que hace 10 años que llevo diciéndolo, pero el año que viene, lo hago solo. 

Carlos dice que como todos los años decidimos que el año que viene, efectivamente, Ramón irá solo. También decidimos que ese mismo año, el que viene, iremos todos con Ramón para comprobar que va solo. 

Hay que decir que esto del Camino se está convirtiendo en cosa de parejas. Los hermanos Terrón por un lado, el matrimonio Muñoz por otro, el también matrimonio Lara y “la pareja de hecho” de Ramón y Carlos. Ya en la salida en Boadilla del Monte, Carlos nos enseñaba, precavido, los diferentes tapones (tres en total) que se había mercado para intentar dormir sin incidentes al lado de su nueva pareja. “Toda precaución es poca”, nos decía, “al fin y al cabo, esta pareja es solo temporal, el resto del año nos ignoramos”

Como viene siendo habitual el camino lo empezamos de alguna forma en Sigüenza, que este año hemos sido 4 los que hemos salido desde allí. Sobre las 9 y media quedamos los hnos Terrón y yo en casa de Carlos para salir con dos coches hacia la casa de Cefe y una vez cargada la furgoneta salir todos juntos hacia Aveiro, Santi y Carmen se incorporarían el DIA 3. 

Después de tomar un café en casa de Cefe fuimos hacia Portugal por Salamanca.

Salimos antes de comer para llegar a una hora prudente a Aveiro y así dar un pequeño paseo y conocerlo un poco. Paramos en Peñaranda de Bracamonte a tomar unos montados de calamares y unos callos, todo muy bueno. 
El viaje no se hizo muy largo y todo fue por autovía, llegamos a Aveiro sobre las 18 horas, hay que tener en cuenta que en Portugal es una hora menos, aunque eso a nosotros no nos influyó mucho porque no llegamos a cambiar la hora en nuestros relojes. 

Este año fue un poco especial porque no pisamos ni un albergue, el motivo es que en la zona de Portugal no hay los albergues que tenemos en España, son alojamientos que los proporcionan los bomberos y por ello decidimos que, al menos, en Portugal iríamos a hoteles, pero al entrar en España y recordar que en el año 2005 habíamos tenido algún problemilla con los horarios de entrada a los albergues, fue por lo que decidimos que este año iríamos mejor a hoteles, que por cierto los hubo de 5 estrellas. 

Aveiro, según leí por internet, es denominada la “Venecia de Portugal” por sus canales que atraviesan el centro de la ciudad, debe tener unos 80,000 habitantes y una buena universidad. 
En Aveiro nos alojamos en el hotel Mercure, estaba bien, pero el desayuno fue de los más caros del camino. Salimos a dar un paseo y a buscar un brandy que yo había probado en España y que quería comprar, pero fue imposible. Tomamos una cerveza en una terraza junto al mercado do peixe y luego cenamos muy temprano en un restaurante junto a la plaza del mercado, por supuesto que tomamos bacalao y allí fue donde probamos ese brandy y pudimos confirmar que existía. Pronto nos fuimos a la cama con la cosa por dentro de que al día siguiente comenzaba nuestro camino, aunque este primer tramo lo conocíamos ya. 

A las 6 de la mañana un hermoso gallo nos despertó.

Día 30-08.- Aveiro – Oporto
Km: 82


Bien temprano nos despertamos con el canto de un gallo, desayunamos en el hotel y emprendimos la marcha, sabíamos que era muy llana y cerca del canal.
A los 7 Km de Aveiro llegamos al embarcadero para tomar un ferry llamado “Cale de Aveiro” y cruzar el canal de San Jacinto. 
Los kilómetros desde el hotel hasta el ferri, fueron de propina ya que no estaban contabilizados en la etapa, y para más INRI, eran en el sentido contrario a la ruta que luego llevaríamos. 
Cruzamos en una especie de barcaza que llevaba vehículos también, entre ellos a unos gitanos que cruzaban para ir a vender ropa a un mercadillo, como las bicicletas estaban junto a las furgonetas de ellos no hubo más remedio que entablar conversación para evitar males mayores. 
Hay que añadir que en el 2005, la barcaza no era sino un pequeño esquife en el que apenas entraban las bicis y que tenía bastante más encanto que el de este año. 

Era impresionante la actividad de pesca de caña desde la orilla que había en esos momentos. Los pescadores se disputaban un centímetro cuadrado en el que poder colocarse para lanzar sus cañas. En el tiempo que estuvimos esperando para que saliera el barco hubo un continuo lanzar y recoger el hilo de pesca con robalizas y sargos, algunos de buen tamaño. El sitio era un auténtico hervidero de gente pescando, tanto desde la orilla como de embarcaciones que estaban en el medio de la ría. 

Ya al otro lado del canal reanudamos la marcha junto al canal de Sao Jacinto, ría de Aveiro, canal de Ovar, etc., siempre agua a nuestro alrededor, al ser domingo había mucha gente por todas partes. Después de unos 35 Km. llegamos a un pueblo llamado Faradouro, donde el agua pasa de tenerlo a la mano derecha a la izquierda y ya no era un canal, sino el océano atlántico. 

El pueblo de Espinho está a unos 50 Km del canal de Sao Jacinto y a lo largo de estos Km es todo playa, ya en Espinho nuestro camino se mete al interior para llegar a Oporto, no sin antes una subida que casi se echaba de menos. En este pueblo paramos a tomar una cerveza en un chiringuito de la playa, donde pudimos comprobar que el precio es considerablemente más bajo que en España. 

Los últimos 15 Km tuvimos algún problemilla con la orientación del GPS que nos enviaba por un camino que con la autovía ya no existía y tuvimos que dar algunas vueltas. 
Incluso paramos en una gasolinera para intentar beber un agua ferruginosa espantosa. 
Entramos a Oporto cruzando el río Duero por el puente D. Luis, y siguiendo a este río hacia la desembocadura llegamos a las 16h. al hotel de Oporto. Un hotel de 5 estrellas llamado HF. 

La etapa fue todo por camino asfaltado y un buen tramo por pinares. La etapa no se puede decir que fuera dura, quizás aburrida como le pareció a Violeta, por lo monótona que era al carecer de subidas y bajadas. Al ser domingo había mucho ciclista y eso nos hacía entretenernos con ellos al pegarnos a su rueda por un tiempo. 

Dejamos las bicicletas en una habitación del hall y primero Carlos y yo, y luego Cefe y Violeta, nos subimos a la piscina que estaba en la última planta del hotel, aunque no logramos coincidir en ella. 
Al atardecer nos fuimos con la furgoneta a la zona antigua de Oporto, con la mala suerte que nos rompieron un cristal y nos robaron unas gafas de Violeta, otras de Paco y una funda, aunque tuvimos suerte. Lo denunciamos y nos fuimos a cenar. 

En la denuncia, Paco y Carlos se acordaron de aquel anuncio de Estrella Damm en el que el denunciante pedía una cerveza cuando veía al guardia escribir a máquina con un dedo y despacísimo. No sé cuánto tardó en escribir la denuncia, pero se aproximó bastante a las dos horas. 

Estuvimos viendo edificios y calles de esa zona y la verdad que donde dejamos la furgoneta estaba junto a unas calles de muy mala reputación. La policía nos indicó algunos lugares para cenar y allí fuimos, pero tuvimos que sentarnos en varios hasta dar con uno que nos pareció el adecuado, donde volvimos a tomar bacalao y carne. A eso de las 12 de la noche llegábamos al hotel. 



Día 31-08-. Oporto – Ponte de Lima 
Km:83

Aprovechando que estábamos en un hotel de 5 estrellas hicimos un buen desayuno, e incluso nos llevamos algunos bocadillos para la segunda etapa, pero ya quedó claro que las barritas si no son para este año, las tomaremos el siguiente, caducadas pero se comen, faltaría más.

Después de hablar con la empresa de la furgoneta para que nos indicaran donde arreglar el cristal roto, salíamos sobre las 9,30h. de la mañana. La etapa ya sabíamos que sería larga y dura por las continuas subidas y bajadas, típicas del camino de Santiago en Galicia. Paramos en varios sitios para ir reponiendo fuerzas y predominó, de nuevo, el asfalto de la carretera y muy poco camino y además al tratarse de una etapa bastante larga preferíamos ir más por carretera que por caminos, entre otras cosas porque estos caminos salían siempre a la carretera. 

A los pocos Kms. de salir de Oporto vimos la primera flecha amarilla, luego veríamos muchas más y podemos decir que el camino desde Oporto está muy bien señalizado. 

En un pueblo llamado Mosteiró paramos a tomar un café y reponer el agua. A la salida de San Pedro de Rates volvimos a parar a tomar unos bocadillos y en ese momento nos quedaban unos 50 kilómetros, sabiendo que eran continuas subidas y bajadas. 

Sobre las 15 h. llegamos a Barcelós, tiene una bonita fachada del Ayuntamiento, entramos para que nos sellaran y nuestra sorpresa, grata, fue que todas eran mujeres, y guapas. 

Desde aquí sabíamos que esas subidas y bajadas empezarían pronto y en concreto había dos que eran algo fuertes pero ya habíamos decidido que lo haríamos por carretera ya que las bajadas eran mucho más rápidas y así llegaríamos antes al hotel. 

Sobre las 17,30 llegamos al hotel y nos fuimos directos a la piscina, después de hacer la colada nos bajamos a tomar una cerveza a la terraza del hotel. 

Con la furgoneta nos fuimos a un restaurante que nos habían recomendado, y yo aproveché a parar en un par de supermercados para comprar ese brandy que andaba buscando, no lo encontré pero si compramos vino portugués, blanco y tinto y dos cajas de bacalao. 
El restaurante recomendado estaba cerrado por lo que volvimos a Ponte de Lima y cenamos en uno que estaba junto al hotel. La cena no estuvo mal pero tampoco una cosa del otro mundo. 
El hotel era regular, un poco antiguo y de los más caros del camino.

Día 1-09-. Ponte de Lima – Porriño 
Km:58



Después de un buen desayuno y de llevarnos algo de aprovisionamientos para el camino, nos pusimos en camino a las 9,30h. Sabíamos que nada más empezar teníamos una larga subida y en algún momento se pondría con una pendiente del 10-12% . 

Nada más salir tuvimos que ir un poco a pie por lo mal que estaba el camino. Hasta el punto más alto de la etapa fuimos por caminos y carreteras muy locales, la subida fue larga pero al ser al principio de etapa no nos pareció tan dura. El puerto se llamaba LABRUJA. 

Desde este punto más alto de la etapa hasta el final nos quedaban 45 km, y solo una subida pronunciada, el resto eran subidas y bajadas como siempre. Esta segunda subida la hicimos por carretera comarcal sin tráfico, pero desde aquí hasta Valenca lo hicimos prácticamente todo por caminos. A tres kilómetros antes de Valenca paramos en un restaurante de la carretera a tomar algo, ese algo se convirtió en bolsas de patatas, dos raciones de revuelto de bacalao con patatas paja, muy bueno, y otras dos raciones de espaguetis, por lo de la pasta y los hidratos. Con la tripa llena reanudamos la marcha hasta Valenca, llegamos sobre las 16,15 h, y subimos a la parte amurallada donde nos esperaba Lucas para tomar un café. 

Valenca do Minho es frontera con España y solo con cruzar el Miño estamos en Tuy. En esta localidad paramos en una tienda de bicicletas a comprar un tornillo para mi zapatilla y una cadena para la bicicleta de Violeta. El camino hacia Porriño fue muy bonito, a excepción de la llegada a Porriño que tuvimos que atravesar el polígono industrial con el viento de cara, pero creo que lo hicimos muy bien al juntarnos todos e ir tirando unos de otros. 

El hotel de Porriño no era tal hotel, era un Motel de esos que metes el coche en un garaje y se sube directamente a la habitación, la verdad es que era muy limpio e intimo. El Motel estaba un poco alejado del centro por lo que nos quedamos en un bar de enfrente a tomar unas cervezas y luego nos dimos un paseo hasta el pueblo, compramos un poco de fruta y nos volvimos a cenar frente al Motel, cenamos bastante bien y para rematar la cena nos quedamos tomando unos orujitos, que quizás se nos fue un poco la mano, pero estaban muy ricos. 

Hay que decir que el motel era normalmente para lo que era, para ejecutivos y apaños temporales. Fue Lucas el que apiadándose de la pareja de hecho, les consiguió una habitación con dos camas, cosa que en ese sitio era misión casi imposible. 

Para guardar el anonimato de los ocupantes de cada habitación había en la entrada una especie de armarito bajo, que se abría por un lado desde la habitación y también desde la zona de acceso desde la escalera. Hacía las veces de “torno”, de esos que hay en los conventos de clausura para comprar dulces o pasarles cosas a las monjas de dentro. Todo un detalle.

Día 2-09- Porriño – Caldas de Reis
Km:59




El desayuno lo hicimos en el mismo bar que cenamos porque en el Motel tenían el restaurante cerrado y nos ofrecían llevárnoslo a la habitación pero nos pareció que era casi mejor ir al bar de enfrente.

La etapa se preveía algo dura, según los perfiles que llevábamos. La primera subida era nada más empezar la etapa y esto siempre tiene sus ventajas e inconvenientes.

Salimos sobre las 9 de la mañana pero nada más salir nos confundimos de camino y debimos de hacer un par de kilómetros, lo malo que la mitad fue subiendo. Ya en el camino correcto empezamos a subir poco a poco por carretera, teníamos repechos muy fuertes pero cortos.

Llegamos a Redondela después de una fuerte bajada, divisamos la ría de Vigo y comenzamos con la segunda subida, parecía más suave, pero la hicimos por camino con piedras sueltas, por lo que se hizo más dura que la anterior.

Bajamos hasta Arcade y vuelta a subir, así hasta que llegamos a Pontevedra donde queríamos tomar unos mejillones.

Cruzamos Pontevedra sin comer esos mejillones. Sobre las 14h. y ya bien pasado Pontevedra vimos una fuente donde paramos a tomar agua y algo sólido. Este empeño en encontrar un idílico lugar donde tomar unos mejillones se convertiría en un hito en el camino, y desembocaría en el Día del Peregrino, nefasto día como podremos comprobar más adelante.

Ya todo el camino hasta Caldas de Reis fue por camino e incluso tuvimos que atravesar unas vías de tren justo detrás de la primera catedral de Santiago que se construyo, en Iria Flavia, al lado de Padrón, cuna de Camilo José Cela. Desde San Amaro, que fue el último pico en subir, hasta Caldas fue un agradable paseo.

El hotel de Caldas lo teníamos algo retirado del centro. Llegamos antes de las 16 h. y en una terraza del hotel fuimos pidiendo algunas tapas. Después de la ducha salimos al centro a dar una vuelta y cenar algo. Estuvimos viendo un museo de motos antiguas y como el tiempo estaba de lluvia mientras nosotros nos íbamos hacia el lugar de la cena, Paco se acercó hasta el hotel para traerse la furgoneta. Cenamos en una especie de cueva que la verdad estaba muy bien.

Esta noche se incorporaron los peregrino Santi y Carmen, ya habituales en nuestros caminos.

Hubo algunos que se fueron de copas y que volvieron tan “perjudicados” que confundieron el ladrido de un perro con la alarma, o quizás fue la alarma con el ladrido de un perro, no sé, me lío.


Día 3-09- Caldas de Reis – Santiago de Compostela
Km:45




En esta etapa se incorporaron Carmen y Santi, así que ya éramos ocho, siete pedaleando.

Los nuevos peregrinos viajaron en coche hasta Caldas, la idea era dejarlo allí y al finalizar la etapa en Santiago de Compostela, Carlos y Santi irían con la furgoneta a buscar el coche y llevarlo hasta Muxia, lo dejaron un poco antes y se volvieron a Santiago.

La etapa era corta porque teníamos la idea de ir a buscar la compostelana y dar una vuelta por Santiago, también es cierto que era una manera de hacer coincidir los hoteles con los finales de etapa. En Santiago teníamos el hotel NH y había que disfrutar de sus instalaciones.

Esta etapa transcurrió por caminos muy bonitos, a los pocos Kilómetros nos sorprendió un coche de protección civil que nos indicó de la peligrosidad de unos pasos de agua que habían hecho hace poco y que las varillas estaban muy separadas, siendo un peligro para las bicicletas. Nos puso un sello y continuamos la marcha.

Teníamos dos subidas pero de alguna manera nos resultaron suaves, excepto la llegada a Santiago por el hospital clínico que tenía una fuerte subida.

Sobre las 14h. llegábamos a Santiago, a la plaza del Obradoiro. Nos hicimos las fotos correspondientes y nos fuimos al hotel.

Decidimos comer en un restaurante que el año anterior ya habíamos estado, era en la carretera de Madrid a la altura del Monte do gozo. Y nuestro gozo en un pozo, estaba cerrado, comimos enfrente que había otro restaurante y no tenía mala pinta, no comimos mal pero en la mente de todos estaba el del año anterior.

Fuimos los 8 en la furgoneta y por ello tuvimos que volver todos al hotel, desde allí Carlos y Santi se fueron a buscar el coche de Santi y trasladarlo a las proximidades de Muxia. Las chicas salieron al centro por su cuenta y nosotros nos fuimos a la piscina climatizada y a la sauna del hotel. Casi sin darnos cuenta nos daban las 20h. y el lugar donde entregan la compostelana cierran a esa hora. Salimos rápido para el centro, Paco se adelantó y nosotros fuimos a paso ligero, llegamos a tiempo para que nos sellaran y nos dieran el impreso. De allí nos fuimos a tomar unas cervezas y a hacer tiempo a que Santi y Carlos regresaran.

Nos encontramos junto al gato negro y fuimos a cenar a la calle del Franco, en el restaurante Sexto II (240 €) a base de raciones. Mientras cenábamos estuvo lloviendo, incluso un poco al salir del restaurante y dirigirnos hacia el hotel, mis zapatillas de esparto quedaron para el arrastre, estuvieron más de dos días para secarse. Llegamos al hotel sobre las 12,30h.

Día 4-09-. Santiago – CEE
Km: 75



Salimos sobre las 9,45h. sabiendo que la etapa era de la más duras del camino. Amaneció un día soleado y sin síntomas de que pudiera llover.

El desayuno fue bueno y abundante, esta vez nos hicimos todos varios bocadillos, pequeños pero bocadillos, con el pan y fiambre del desayuno, luego nos vino muy bien para almorzar. Nada más salir ya comenzamos a subir, lo tuvimos que hacer a pie debido al mal estado del camino y a la pendiente del mismo.

Tuvimos una primera fuerte subida que empezó por camino y terminó por carretera. Al inicio de la bajada había en una valla un cesto con manzanas para los peregrinos, y gratis, pero había que quitar algún gusano que otro, aunque alguna peregrina no hiciera mucho caso a esos animalitos.

Al finalizar la bajada nos encontramos con el puente sobre el río Tambre, llamado PONTEMACEIRA, paramos para hacer unas fotos del pazo y del molino.

En un pueblo que se llama Fontán, en casa O COTON paramos a tomar unos bocadillos, ya era la hora del “angelus” (entre las 12 y la una del mediodía). Continuamos la marcha y amenazaba lluvia, algo que no ocurrió y fue de agradecer porque nada más empezar teníamos una subida de unos 10 Km, eso si, por carretera que siempre es más llevadero.

Sobre las 16h. paramos a comer como a unos 18 Km de Cee. Todos esperábamos llegar a esa bajada que teníamos en el perfil de la etapa.

La última parte de la etapa fue preciosa, entre valles repoblados con pinos y eucaliptos, por la cima de algunos montes y con unas vistas sobre Cee, dignas de repetirse.

A las 19 llegábamos a Cee, después de la ducha nos encontramos todos en la cafetería del hotel y de allí salimos a dar una vuelta por Cee para volver al hotel a cenar, algunos nos entretuvimos con una mariscada.


Día 5-09- Cee – Muxia
Km: 56




Hoy ya es el último día y creo que a todos nos da un poco de pena que se acabe. La etapa tenía su interés, íbamos a pasar por Finisterre y subiríamos al faro, luego vendría Muxia y ahí se nos acaba el XI camino de Santiago, o al menos eso creíamos.

Desayunamos en el mismo hotel, pan tostado con aceite o mantequilla, café y zumo. Aquí no pudimos llevarnos los bocadillitos que nos hacíamos en los buenos hoteles. Comenzamos la etapa sobre las 9,30h.

Hoy decidimos que fuera el día del peregrino y no voy a entrar en detalles para evitar suspicacias.  El Día del Peregrino, es el día de la anarquía, cada uno hace o va por donde le da la gana, que para eso somos mayorcitos.

Nada más salir de Cee tuvimos que echar pie a tierra por lo mal que estaba el terreno y la subida tan pendiente que teníamos frente a nosotros, quizás este tramo debimos hacerlo por carretera, pero seguimos las flechas.

Hasta Finisterre, Km 15 de etapa, fuimos junto a la playa, aunque de vez en cuando teníamos alguna subida medio fuerte.

En Finisterre o Fisterra, estuvimos un buen rato, hicimos fotos al monumento del peregrino, es una bota, al lugar donde los peregrinos que volvían quemaban la ropa y al Km 0 porque desde allí también comienza un camino de Santiago.

A las 14h. paramos en un pueblo llamado Lires a almorzar un poco ya que sabíamos que después de una bajada teníamos una pronunciada subida, de unos 10 kilómetros.

Nada más salir de Lires tuvimos una bajada para cruzar un “puente” no había tal puente y hubo que descalzarse para cruzarlo. Nos reímos mucho con las tonterías que pudimos decir en ese rato. Luego nos esperaba una fuerte subida por camino primero y luego por carretera local.

Al llegar a un pueblo llamado Guisamonde empezó una fuerte bajada de unos 3 kilómetros. En esta bajada el grupo se deshizo y fue un desastre, unos se perdieron, ¿verdad Carlos y Violeta? Otros se fueron por la carretera en lugar de tomar un camino como hicimos Santi, Carmen y yo, lo único que yo me metí por un camino que diría que tenia unas flechas, pero aparecimos en una playa a la entrada de Muxia.

Llegamos a Muxia y no recuerdo si llamé a Paco o ellos me llamaron, el caso que hablamos y digo hablamos porque ya nos encontramos con Carlos y Violeta. Paco nos dijo que el hotel estaba pasado Muxia y como Muxia es como una península tuvimos que dar la vuelta por otra carretera, preguntamos por el hotel y nos dijeron que estaba como a unos 10 Km y con una fuerte subida nada más salir.

Comenzamos la subida de un Kilómetro más o menos, pero por asfalto y de una considerable pendiente y lo malo que no sabíamos cuanto quedaba y si era llano, yo suponía que sería bajada, porque el hotel estaba a pie de playa, pues no era bajada, para variar era más bien subida y no me explico como se puede subir tanto y llegar a una playa.

Lo cierto que fueron 10 kilómetros de los más duros, pero quizás porque pensábamos que Muxia era el final de la etapa y del camino. Lo peor que puede pasar en una etapa es que pensemos que hemos llegado al final, estemos pensando en la ducha, ropa limpia, cervecita etc. y nos digan que faltan 10 Km y de subida.

En el último esfuerzo de llegada al hotel nos encontramos con Carmen y Santi, fuimos un rato juntos, pero yo iba muertecito, así que cada uno a su ritmo fuimos llegando al hotel. Ya habían llegado Paco y Lucas, y este último estaba en traje de baño tomando una cerveza en la terraza del hotel. Así que rápidamente hicimos lo propio y nos acercamos a la playa que la teníamos enfrente.

Las chicas se metieron al agua y yo no iba a ser menos, pero casi ni lo cuento, estaba helada y la verdad es que los que traían mal humor provocado por el cansancio lo dejaron en el mar. Violeta dijo:  “me fui encontrando mejor y deje el mar humor en ese agua tan fría, tengo que decir que tenia tal cabreo, que antes de llegar al hotel, como a tres km, me bajé de la bici y anduve unos metros, cuando me di cuenta de la tontería me volví a subir y Cefe con su infinita paciencia se mantuvo a mi lado no diciéndome nada, aunque en ese momento me merecía por lo menos unas palabritas…”

Éramos siete pedaleando y llegamos al hotel en cuatro grupos distintos, peor imposible. No nos merecíamos un final tan malo, pero seguro que el año que viene no habrá “día del peregrino”

Vimos la puesta del sol desde la playa y luego nos fuimos en furgoneta a Muxia a cenar. Estuvimos buscando un super restaurante que nos había recomendado un paisano que nos encontramos en el camino, y que empezó diciéndonos que se había hecho el camino de Santiago desde Suiza, que era de Muxía  y que fuéramos, que merecía la pena. La madre que le p…

Cenamos en un “garito” de los que tienen las mesas y bancos corridos y la verdad que cenamos muy bien y agradable, aunque rodeados de la tercera edad, toda una premonición.

Nos volvimos al hotel sobre las 12 y casi diría que aquí se terminó el XI Camino de Santiago. Yo no se si al resto de peregrinos sentían algo extraño por terminarlo, la verdad que yo si siento todos los años algo especial cuando termino y sin quererlo pienso en el siguiente año.


Día 6-09- Muxia – Madrid
Km: Muchos

Poco que contar, los matrimonios fueron en el coche de Santi y nosotros en la furgoneta, quedamos para comer en Celada de la Vega, en el Mesón Quiñones, cerca de Astorga, donde ya lo habíamos hecho en más ocasiones. Por supuesto, cayeron las judías blancas de rigor, especialidad de la casa y que, según los entendidos, hacen efecto a las dos horas y se convierten en un peligro para los vecinos de asiento.

Llegamos a casa de Cefe y Violeta, descargamos la furgoneta, Carlos limpió, como siempre las bicis, luego las cargamos  en los coches y cada uno para su casa.

Y con esto damos por terminado el XI Camino de Santiago.

PERFIL DEL XI CAMINO DE SANTIAGO
AVEIRO MUXIA

Ramón




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