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martes, 16 de enero de 2018

Matmata y El Djem

Nuestro último día de circuito fue el que más kilómetros realizamos de todo el viaje, algo más de 500, con paradas previstas en las casas trogloditas de Matmata, el anfiteatro romano de El Djem y por último la llegada a Hammamet.


Madrugamos mucho para aprovechar bien el día y dejamos atrás el fascinante desierto del Sáhara. En unas dos horas llegamos a Matmata, una pequeña aldea a 35 kms. de la costa rodeada de un paisaje desértico pedregoso y conocida por sus casas trogloditas. Se trata de unas 300 casas que los bereberes excavaron en la roca realizando un vaciado que forma el patio central en torno al cual se distribuyen las estancias de la casa. De este modo la vivienda quedaba camuflada en el paisaje y permanecía aislada tanto del frío como del calor. En caso de fuertes lluvias, por contra, se inunda de agua rápidamente y pueden producirse derrumbes en sus paredes de arenisca, como en las terribles inundaciones de 1969.

martes, 12 de diciembre de 2017

Tozeur, Chott el Jerid y Douz

Una vez pasado el ecuador del circuito nos sentíamos cómodos en nuestro hotel de Tozeur pero, tocaba hacer las maletas de nuevo para marcharnos al sur, hacia el desierto, no sin antes acercarnos a conocer la ciudad donde hemos pasado las dos noches anteriores pues apenas hemos vislumbrado parte de su extenso palmeral desde el balcón del hotel. De hecho, Tozeur puede considerarse también un oasis en sí puesto que posee el segundo palmeral en tamaño de Túnez con más de 200.000 palmeras cuya producción de dátiles es exportada a muchos países europeos ya que son de una calidad extraordinaria.

Vistas desde el hotel El Mouradi

martes, 14 de noviembre de 2017

Oasis de Montaña y Nefta

El segundo día de circuito iba a ser uno de los más completos del viaje. Tras pasar la noche en el hotel El Mouradi de Tozeur, con vistas al palmeral, íbamos a pasar una jornada en los conocidos como Oasis de Montaña montando en 4x4 por las dunas del Sáhara por la mañana y por la tarde nos acercaríamos hasta la localidad de Nefta para visitar su palmeral.




Cascada en Tamerza

martes, 17 de octubre de 2017

La ciudad santa de Kairouan

Durante el otoño del 2010 pude cumplir mi objetivo de conocer un tercer continente y el elegido fue África. Para más señas contratamos un viaje para finales de octubre que nos llevaría a recorrer y conocer Túnez, en una estancia de 3 noches en Hammamet, en la costa turística del país y cuatro días de circuito por el país tunecino.

Tras pasar la primera noche en el hotel de Hammamet ni siquiera deshicimos las maletas puesto que a las 7.30 am pasaría a buscarnos nuestro guía en el autobús en el que íbamos a pasar interminables horas de viaje los cuatro días siguientes. En la recepción del hotel aprendimos nuestra primera lección sobre el carácter de los tunecinos: cuando te dicen a las 7:30 para ellos no es una hora exacta y puntual, es aproximada. De hecho, nos recogieron cerca de las 9:00 am. Pensábamos que ya se habían olvidado de nosotros.

Nuestro minibús

jueves, 16 de agosto de 2012

Sidi Bou Said

Antes de que la denominada "Primavera Árabe" comenzara a muy pocos kilómetros de Sidi Bou Said, tuvimos la oportunidad de viajar a Túnez para realizar un circuito por todo el país de unos 3.000 kms. de recorrido y una semana de duración.
De este viaje guardo unos recuerdos fantásticos y conocí una gente maravillosa además de un país muy moderno y joven con ganas de abrirse hacia Europa y desarrollar su potencial pero preservando al mismo tiempo sus costumbres y su gran patrimonio cultural e histórico.


Sin duda el lugar que más me caló fue Sidi Bou Said, emplazado en la costa, muy cerca de las ruinas de Carthago (cuna de la civilización púnica y puerto estratégico en la antigüedad) y la capital, Túnez. 
Fue una suerte visitarlo a primera hora de la mañana, lejos del bullicio de los turistas que recalan allí cada día desde los cruceros por el Mediterráneo. 


Desde muy temprano Sidi se inunda de sol y se pueden recorrer sus calles sin prisa, disfrutando de rincones desiertos o de una escalera que sube a un tejado y nos descubre una magnífica postal y sobre todo contemplar las vistas al mar azul, azulísimo desde tan privilegiada atalaya. 



El elemento más peculiar de Sidi son sus casas encaladas de blanco con las puertas y ventanas pintadas de azul, prácticamente todas las viviendas siguen esta norma pero hay otras con puertas amarillas o plagadas de enormes buganvilias que lo llenan todo de color y optimismo como el de sus gentes.
Según los tunecinos el color azul es símbolo de buena suerte y por eso decoraron el pueblo así. Todo un acierto porque esta seña de identidad dota a Sidi de un encanto típico mediterráneo y lo diferencia de otras poblaciones.


Una vez traspasado el arco de entrada, Sidi Bou Said nos dejará boquiabiertos y agotados por igual debido a su empinado y estrecho trazado urbano con el consabido empedrado y unas interminables cuestas
Las tiendas de souvenirs, las platerías y las tiendas de alfombras y de cuero esperan al turista pero no hay que dejarse embaucar por el mundano placer de comprar si uno no quiere. Se puede visitar algún mausoleo o dirigirse a la casa de Dar el Annabi, una preciosa y bien conservada vivienda tradicional tunecina que perteneció a un juez local. Aquí conoceremos las costumbres familiares y gozaremos de unas vistas privilegiadas de la ciudad desde su azotea. Es un buen refugio para los que huyen del sol buscando un lugar donde sentarse y degustar el famoso té tunecino con piñones.


La luz penetra por todos los lugares incluso en las calles más estrechas y el reflejo del mar invita al paseante a intentar captar todo esto en una fotografía, un instante que poder llevarse a casa de recuerdo para siempre.
No en vano, hace algunos años Sidi Bou Said se convirtió en refugio para artistas locales e internacionales que fijaron su residencia aquí sin duda atraídos por el paisaje, la luz y la tranquilidad que desprende este pueblito costero. 


A aquellos que queráis visitarlo os recomiendo contratar un transporte privado con guía local para sacar el máximo partido de la visita y elegir un día que no lleguen demasiados cruceros al puerto de Carthago. Sólo así podréis disfrutar realmente de la belleza de Sidi Bou Said.


Susana


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