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lunes, 4 de marzo de 2013

Montecarlo, un día a todo lujo

¿Quién no ha soñado con vivir una vida rodeado de lujo y glamour como las estrellas de cine o las princesas que salen en las revistas? Pues bien, existe un pequeño principado en Europa donde todo esto; la belleza, el dinero, el juego y los coches de lujo se concentran en apenas 2 kms. cuadrados: Mónaco.

Vista de panorámica de Mónaco
La capital del Principado de Mónaco es Montecarlo y no es de extrañar ya que es la única ciudad que ocupa el limitado espacio geográfico. Se trata de una ciudad-estado, al igual que el Vaticano, que se encuentra estratégicamente situada en plena Costa Azul francesa, lo que se conoce como La Riviera.

A comienzos del siglo XX Mónaco empezó a tener cierta relevancia entre la aristocracia europea que atraída por su buen clima, su famoso Casino de Montecarlo y el inicio del Grand Prix empezó a pasar temporadas en la ciudad para asistir a todos los eventos que la familia Grimaldi organizaba y a los que era todo un honor ser invitado. El zenit de esta escalada de glamour se alcanzó en los años 50 con la sonada boda del fallecido Príncipe Rainiero con la actriz Grace Kelly y que puso en el mapa para los estadounidenses a este pequeño estado.
A partir de aquí son pocos los que desconocen la historia de este país que puede seguirse casi a diario por la prensa rosa.

Pero en realidad, aparte de su familia real, Mónaco es un lugar glamouroso que se puede visitar fácilmente, como nosotros, haciendo parada con alguno de los cruceros por el Mediterráneo. Atracar un barco en el puerto de Mónaco es tan caro que casi todas las compañías de cruceros prefieren hacerlo en la cercana Niza y organizar excursiones en autocar hasta Montecarlo.

En la temporada del año en que nosotros la visitamos se celebraba en Mónaco el Gran Premio de F1 y toda la ciudad estaba con los preparativos. Por este motivo gran parte de Montecarlo estaba cerrada al tráfico y tuvimos que movernos en autobuses urbanos. En la zona del puerto, pudimos ver la curva conocida como "la piscina" con el graderío montado, el famoso túnel, por el que pasa habitualmente el tráfico y del que parte un ascensor que te deja en el nivel del puerto en unos minutos y la famosa curva, la Rascasse, que hicimos con el autobús.


El Puerto y la zona conocida como "la piscina" a la salida del túnel

Otra de las curiosidades de este Principado es cómo se concede la nacionalidad. Debido a que Mónaco hace años que es un paraíso fiscal es dificilísimo conseguir la nacionalidad monegasca, salvo para las mujeres a través del matrimonio con un monegasco pero no así para los hombres que se casen con una mujer natural de Mónaco, que deberán esperar hasta 5 años para la obtención de la nacionalidad. Otra manera poco habitual de obtenerla sería a través de la "gracia" del Príncipe Alberto. Éste concede unas 40 nacionalidades al año a no residentes como recompensa por "favores" prestados al estado. Vamos, todo un ejemplo de discriminación por sexo y abuso de poder de la monarquía. 

Palacio Grimaldi

Fachada de la Catedral
En cuanto a monumentos, la ciudad es muy pequeña y no cuenta con demasiados edificios históricos. Salvo el Palacio y la Catedral, la mayoría de edificios y museos han sido levantados en el siglo XX. Todos ellos se encuentran en el casco antiguo de la ciudad, llamado el Peñón. Aquí se encuentran calles estrechas y repletas de tiendas de souvenirs que desembocan en las plazas medievales que conformaban la ciudad en la Edad Media. El Palacio Principesco fue construido en el siglo XIII sobre un acantilado ocupado por un antiguo fuerte genovés. Posteriormente fue restaurado durante el Renacimiento y contiene una mezcla de estilos francés e italiano bastante curiosa.

Casino de Montecarlo

Tengo que decir que el edificio que más me gustó fue el Casino/Ópera que es realmente espectacular con su acceso todo forrado de mármol y con esos coches estupendos aparcados en la puerta; Rolls Royce, Porsches y Ferraris. El acceso al hall es gratuito pero para acceder a las mesas de juego hay que vestir chaqueta (la proporcionan en el propio casino) y cambiar un mínimo de 10 euros en fichas. Las calles estaban muy limpias y adornadas con flores y vimos muchísimas tiendas de ropa de marca, relojes, complementos, etc. pero como ejemplo del nivel de vida, tomar un café en el Café de Paris de la plaza del Casino costaba 5 euros hace 10 años. Nosotros optamos por comprar una tarrina de helado y comerlo paseando por los alrededores -la ciudad puede verse en unas 2 horas si no se accede al interior de museos-.

De regreso al barco pasamos por la archiconocida y peliaguda carretera de acceso al principado desde Francia y que va bordeando la cornisa. También hay que decir que se han mejorado los accesos gracias a la construcción de unos túneles que atraviesan la montaña que protege al estado.
En definitiva, disfrutar por unas horas del lujo de visitar esta ciudad es posible no sólo para las celebridades y la realeza sino también para el turista.

Susana

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