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jueves, 20 de diciembre de 2012

Onsen y Ryokan, dos suficientes motivos para viajar a Japón (4ª parte y final)






   Los baños de aguas termales se llaman onsen en japonés y hay más de 3000 por todo el país, más que en cualquier otro lugar del mundo. Habiendo tantos, los hay de todos los tipos, lujosos, modestos, gratuitos, caros,  públicos y privados, naturales o artificiales. Y los hay por todas partes, en las grandes ciudades, en zonas rurales, en las montañas, en playas, en ríos, en las cascadas, en las estaciones de esquí y en algunos hoteles y alojamientos. Pero todos tienen el mismo fin, relajarse en ellos.

   Normalmente están separados los que utilizan los hombres de los que usan las mujeres. Son lugares sólo para bañarse, por eso siempre hay duchas cercanas para lavarse antes,  se debe entrar a ellos descalzo y sin nada de ropa, tan sólo se puede llevar una pequeña toalla. Una vez dentro de la piscina, de la bañera o del espacio del agua, sólo queda disfrutar, contemplando el paisaje, y aprovechar el silencio, únicamente interrumpido por el sonido del agua.

   Hay algunos hoteles que cuentan con un rotemburo, bañeras al aire libre desde las que se disfruta de unas preciosas vistas del jardín, de la playa o de la montaña. En estos hoteles es normal cruzarse con personas vestidas con un yukata (batín de algodón) y unas geta (sandalias de madera) con una amplia sonrisa y cara de felicidad después de salir del onsen.






   A los tradicionales hoteles japoneses se les llama ryokan, suelen ser edificios antiguos de madera normalmente con un jardín. Este tipo de alojamiento es muy frecuente en la mayoría de las zonas de Japón, y es mucho más interesante que la estancia en un hotel de costumbres más occidentales. Las habitaciones suelen ser muy amplias ya que hay pocos muebles, no hay camas,  el suelo está cubierto por un tatami, para poner un futon sobre él a la hora de acostarse.  El tatami es un suelo de estera sobre el que se anda sin zapatos, en Japón es muy frecuente y en casi todas las viviendas lo tienen.

   Las habitaciones de un ryokan tienen poca decoración pero bien escogida, alguna pieza de porcelana o cerámica antigua, algún pergamino, y algo de decoración floral (Ikebana). Se suele servir la cena en la misma habitación, en una mesa baja apoyada sobre el tatami, y la cocinan que preparan esta basada en platos de su gastronomía tradicional.

   Cuando se entra en un ryokan, lo primero que hay que hacer es descalzarse y ponerse las zapatillas o sandalias que hay preparadas. Antes de la cena lo mejor es darse una ducha, ya instalados nos debemos  cambiar de ropa  poniéndonos los cómodos yukatas que nos ofrecen. Y volvemos a salir en dirección al onsen o rotemburo para tomar un baño, algo que podemos hacer de forma tranquila hasta la hora que hayamos concertado la cena en la habitación. Al volver a ella, nos encontraremos preparado algún aperitivo y té. Siguiendo la costumbre en estos sitios de relajación, tranquilidad y silencio, la cena puede durar horas, ya que consta de varios platos primorosamente preparados, servidos de una forma muy vistosa y delicada. Mientras, se han cerrado las paredes de una parte de la habitación, alguien de forma sigilosa prepara los mullidos y cálidos futones donde descansaremos, pudiendo disfrutar, después de todo esto, de un placentero sueño.




   Takayama es una localidad de la región montañosa de Hida. Es una pequeña ciudad que tiene un gran ambiente, con varios mercadillos, tiendas de artesanía con tallas de madera y objetos lacados, templos en las colinas, originales museos y muchas destilerías de sake, además del valor añadido de estar muy próximo a los Alpes Japoneses. Un lugar precioso, repleto de rincones mágicos, perfecto para pasar unos días y disfrutar de todo lo que ofrece.

   Aquí hay un original museo instalado en una antigua residencia de samuráis, con pasadizos secretos incluidos. Takayama Jinya es otro edificio histórico que se puede visitar,  fue el centro administrativo del clan Kanamori y donde estaba instalado el gobierno local en el Periodo Edo. Una impresionante construcción con los tejados de madera que me encantó, sobre todo una de sus dependencias, los graneros donde se almacenaba y custodiaba el arroz.





  Uno de los ryokan que más me gustaron, por su autenticidad y amable trato, fue el Ryokan Sumiyoshi  en Takayama. El pequeño hotel está instalado en una antigua casa de mercaderes junto al río Miyagawa. Su interior está decorado con antigüedades de todo tipo, y el cuidado a los viajeros es impecable. Un sitio maravilloso donde se puede disfrutar de tradicionales costumbres nada más traspasar su pequeña puerta, de la misma manera que cuando cruzamos la gran puerta de entrada a Japón, domo arigato gozaimasu, muchas gracias.



                                                                                                                                                           
                                                                                                                                                         Inma

jueves, 6 de diciembre de 2012

La gastronomía japonesa, una experiencia para los cinco sentidos (3ª parte)


    La gastronomía japonesa es una de las más refinadas que existe, y va más allá del sushi o la tempura. Siempre me ha gustado este tipo de cocina, pero cuando viajé a Japón pude probar platos que nunca había tomado, es un país con una gran variedad y riqueza en su gastronomía.



   En Japón algunos restaurantes tienen mesas y sillas, pero en muchos sólo hay mesas bajas sobre un tatami, para comer sentado sobre él y sin calzado. Al entrar siempre te ofrecen una taza de té y una pequeña toalla caliente para limpiarte la cara y las manos, una costumbre que me parece muy agradable. No es fácil que haya tenedores, por lo que es recomendable haber practicado antes con los palillos que, según los platos, es algo complicado usarlos. En otros establecimientos hay una barra donde los cocineros preparan sus platos, en éstos lo mejor es sentarse lo más cerca posible y contemplar como se desenvuelven, es todo un espectáculo.

   Muchos locales en sus escaparates exhiben en vistosas muestras de plástico los platos que preparan, algo que resulta chocante, pero esto nos puede ayudar en la elección de nuestra comida.



  
   En algunos restaurantes sirven pequeñas cantidades de su oferta culinaria sobre fuentes y cuencos decorados según lo que hayamos pedido y según la estación del año. Se empieza a comer con la vista, a estos menús especiales se les llama kaiseki, son preparaciones de la cocina tradicional japonesa, a veces en salas pequeñas con vistas a un primoroso y tranquilo jardín, cuidando mucho la presentación y el entorno, siendo un deleite para todos los sentidos. Como ejemplo de uno de estos platos, es la pasta dulce de miso cocinada sobre una hoja de magnolia en un pequeño hornillo individual, su olor es increíble.

   Los productos base de su cocina son la salsa de soja (shoyu), el miso (pasta hecha con semillas de soja y cereales), el arroz (kome), y la fermentación de la leche de soja (tofu).  El hakumai es el arroz blanco hervido utilizado en todas las comidas, lo que podría sustituir a nuestro clásico pan, junto también a la imprescindible sopa de miso, un caldo de habas de soja que puede servirse sólo o acompañado de verduras, almejas, o trocitos de tofu.

   Cada vez es más fácil encontrar en Japón, a la hora del desayuno, lugares para tomar un café y una tostada, pero lo normal es empezar el día con una sopa de miso, arroz y algo de pescado.

   Hay muchos tipos de sushi, que simplemente es arroz con vinagre, pero preparado de una forma especial. Los niguiris son pequeños trozos de diferentes pescados crudos servidos sobre porciones de arroz; el sashimi es lo mismo pero sin arroz y los trozos son algo más grandes. Los makis se preparan con una plancha de alga nori, que va enrollada con arroz, pescado y pueden llevar algo de verdura, como pepino o aguacate, y que luego se fraccionan en pequeñas partes. Los temakis son parecidos pero con forma de cono. Y los uramakis llevan el alga nori por dentro del arroz y se adornan con semillas de sésamo o amapola. Estos platos, al igual que la mayoría, se acompañan con salsa de soja y con diminutas cantidades de wasabi, una crema de rábano verde muy picante. Los ingredientes que se suelen utilizar para este tipo de comida son atún, bonito, salmón, anguila, pez limón, calamar, pulpo, langostinos, gambas y vieiras, entre otras variedades. Las piezas se parten de una forma muy determinada para poder así degustar el delicado sabor de estos productos frescos. Lo buenos cocineros tienen sus propios cuchillos y estudian a fondo las técnicas del corte de pescados.



  

    Son muy divertidos los kaiten, locales con un mostrador giratorio o cinta transportadora, donde uno mismo va cogiendo los platos, siempre hay mucho surtido, a la hora de pagar cobran por la cantidad consumida y según el código de cada recipiente, que normalmente se distribuyen por colores. La mejor bebida para acompañar este tipo de comida es la cerveza, el sake o el té verde.

   La ternera de Kobe es exquisita, su crianza es selectiva, se les proporciona una alimentación a base de maíz, trigo, alfalfa  y cerveza. Se toma a la plancha, poco hecha y en pequeñas porciones. Su sabor es delicioso, es muy tierna y también muy cara.





   Uno de mis platos preferidos es el okonomiyaki que se cocina en una mesa con una plancha de hierro (teppan), con la ayuda de una espátula y palillos, normalmente se lo prepara cada comensal a su gusto. Se pueden hacer con diferentes ingredientes y mezclándolos como a cada uno le guste más. Sobre una pasta para rebozar se echa col picada y verduras, carne o mariscos, y con la espátula se va formando sobre la plancha una especie de gran tortilla o crep con los ingredientes que hayamos escogido, se acompaña de varias salsas, es un plato realmente sabroso aunque nada fácil de hacer.

   Otros platos que se pueden tomar son los yakisoba (fideos fritos), ise ebi (langosta), nama gaki (ostras crudas), oya kodon (huevo y pollo sobre arroz), tekkadon (atún crudo), fugu (pez globo),  tempura de gambas o verduras, asari udom (fideos con almejas), wafu omuraisu (tortilla de arroz con setas, cebolla y rábano), yakitori (brocheta de carne o verduras), onigiri (albóndigas de arroz). El ramen es un plato muy popular, se trata de un gran cuenco de sopa con fideos, carne y verduras, muy nutritivo, suficiente como único plato. Una preparación deliciosa son las gyozas,  pequeñas empanadillas fritas o al vapor con distintos y muy variados rellenos.

   No suele ser corriente tomar postre después de las comidas, pero siempre se puede acabar con un usi kintoki, láminas de hielo con té verde y judías dulces. Por todas partes hay muchísimas tiendas de dulces y repostería, en general para mi gusto un poco empalagosos. Pero nadie se resiste a comprar las vistosas cajas con galletas de distintas formas y colores, que dependiendo de la zona en la que estemos cambian de estilo y color, cada ciudad o pueblo tienen su propios caramelos, pasteles y galletas.

   La cerveza, el sake, además del té verde, son las bebidas normales en los bares y restaurantes. Hay buenas marcas de cerveza , como Asahi, Suntory y Sapporo, que incluso se encuentran en las máquinas expendedoras de bebidas que están instaladas por muchos sitios. Al principio el sake estaba sólo destinado al consumo de la familia imperial, luego se extendió su producción a templos y santuarios, hasta que se fue popularizando, siendo en la actualidad la bebida más consumida. El sake es vino de arroz, se puede tomar frío o caliente, y puede ser transparente o turbio. Hay infinidad de variedades, de todas las calidades y precios.

   Al té japonés se le atribuyen propiedades medicinales, estimulantes y tiene gran cantidad de vitamina C. El té normalmente es en polvo y hay que batirlo para disolverlo bien. Hay gran cantidad de utensilios para prepararlo, servirlo y beberlo; cajas de laca, cucharas, cuencos de cerámica, bandejas, muchos de ellos son pura artesanía. Por todo Japón hay escuelas de té y lugares donde es todo un ritual, cuidándose al máximo los detalles.

   Tokio es la ciudad donde he visto mayor cantidad de restaurantes y locales para comer, además, aunque los hay de todos los precios, en general son baratos, incluso en los más económicos o de comida rápida tienen productos de calidad y bien preparados.





   Hay sitios para comer por todas partes, en las estaciones del metro, en las grandes avenidas, en los callejones, en las entradas a los parques, hay edificios enteros dedicados al tema gastronómico, incluso en las galerías comerciales y en los altos rascacielos hay plantas enteras que son auténticas calles dedicadas exclusivamente a la restauración. Una prueba de ello es el Namco Namjatown de Tokio, en Ikebukuro, son tres inmensos parques temáticos de comida, el estadio de Gyozas, además de las zonas especializadas en dulces y helados. Hay que pagar una entrada ya que es como un parque de atracciones, tiene una parte de ocio y otra con infinidad de puestos con las especialidades de gyozas de cada una de las distintas regiones de Japón. Me pareció un sitio muy curioso, divertido y muy animado.

   Por todo esto, en cuanto tengo la oportunidad voy a un restaurante japonés, o preparo en casa alguno de estos deliciosos platos, es algo con lo que disfruto y que me encanta.

                                                                                                                                                           Inma

lunes, 19 de noviembre de 2012

Kioto y los templos más espectaculares de Japón (2ª parte)





   Un viaje siempre es algo gratificante, ya sea cerca o lejos, corto o largo, podemos disfrutar de bonitos paisajes, grandes ciudades, pequeños pueblos, ver edificios, visitar monumentos, aprender de diferentes culturas, distintas costumbres, y conocer gente nueva. De todos los viajes que he podido hacer, hasta ahora, el que más me ha impactado ha sido mi viaje a Japón. Es un país lleno de atractivos y donde todo llama la atención.

   La mayoría de los japoneses practica dos religiones, el budismo y el sintoismo. El sintoismo tiene muchas divinidades y están relacionadas con la vida cotidiana, muchos de estos santuarios se hallan entre árboles, agua, flores, plantas y cascadas, ya que sus dioses residen en la naturaleza. El budismo llegó a Japón procedente de La India, sus cuatro máximas son: Toda existencia es sufrimiento, la causa del sufrimiento es el deseo, la cura para el sufrimiento es eliminar  el deseo, y el modo de eliminar el deseo es seguir el sendero de Buda. El budismo zen se caracteriza por la austeridad, la autodisciplina y la simplicidad. Cuando se visita un templo o un santuario es difícil de diferenciar, ya que a veces comparten el mismo espacio. A la entrada de los santuarios  sintoistas hay una torii,  una puerta,  formada por dos columnas verticales que sujetan dos vigas, siendo la superior ligeramente curva. Los templos budistas, en la entrada,  tienen varios pilares sujetando un tejado escalonado.

   Kioto es la ciudad de Japón donde hay mayor concentración de templos y santuarios. Tiene 17 lugares designados Patrimonio Mundial por la UNESCO. Fue la capital imperial entre los años 794 y 1868, era el centro cultural, religioso y económico. Durante esa época  tuvo una gran actividad, un modo de vida refinado con  una gran sensibilidad por la estética.

   Kiyomizu-Dera es uno de los monumentos más famosos de la ciudad. Ocupa un gran recinto donde destaca el templo y su sala principal, con una gran terraza que se apoya sobre cientos de columnas y sobresale por encima de la ladera en la que se encuentra. Aquí todo es de unas dimensiones descomunales. Cerca hay un manantial donde es tradición beber, ya que a su agua se le atribuyen propiedades  curativas, tanto para el cuerpo como para la mente.

   Sanjusangen-do es un estrecho y alargado edificio que guarda 1.000 estatuas de la diosa budista Kannon, la de los mil  brazos, que representa la misericordia y la compasión. Es impresionante entrar en este templo y ver a lo largo tal cantidad de figuras perfectamente alineadas. Alrededor de la Gran Kannon hay 500 figuras a cada lado, y sus brazos se entrecruzan y superponen, creando una perspectiva inmejorable e impactante. 




   Kinkanku-ji, el famoso Templo Dorado, es uno de los más visitados de todo Japón. Fue construido, en principio, como una casa de retiro y después convertido en templo. Se ha reconstruido no hace mucho recubriéndolo con láminas de pan de oro. Está rodeado de grandes jardines y un estanque en el que se refleja, pareciendo que resurge del agua. Esta es una visita imprescindible y es mejor realizarla a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando la luz y el sol hacen de este lugar algo aún más impresionante.




    El distrito de Arashiyama está al pie de las montañas, y fue uno de los que más me gustaron de Kioto. Aquí hay varios templos diseminados por las laderas de los montes y rodeados de vegetación. Me pareció de una especial belleza el bosque de bambú. Estos árboles representan la flexibilidad, contenida en sus ramas, y la fortaleza, concentrada en sus troncos. Es todo un espectáculo ver los rayos del sol  entrando por su espesura, a la vez que se mecen con el viento las ramas y las hojas de sus altos y finos troncos. Por aquí cerca está el templo de Tenryu-ji, el dragón celestial, que fue levantado para apaciguar el espíritu del emperador Go-Daigo.   

   Otro templo con gran tradición es Fushimi-Inari Taisha. Tiene un camino por el bosque de cuatro kilómetros salpicado de pequeños santuarios, muchos lugares para hacer ofrendas, varios cementerios y largas filas de rojas toriis, puertas sagradas. Casi no se puede creer cuando se ve tal cantidad de puertas, formando un bosque dentro del propio bosque. También se pueden ver muchas estatuas de zorros que representan a los enviados de Inari, el dios de los cereales. En sus bocas llevan la llave que abre los graneros del arroz, y simbolizan la prosperidad en la agricultura, el comercio, y en los negocios en general. 

   En el templo de Ryoan-ji hay un precioso jardín zen. Sobre una extensión de arena rastrillada hay 15 rocas de diferentes tamaños. Todas las personas que van allí pretenden ver desde distintos puntos todas estas piedras, pero es algo imposible de abarcar.  Con este simple panorama se nos quiere hacer comprender que no siempre es fácil conseguir y controlar todo lo que nos rodea, aunque lo tengamos tan cerca, a nuestro alcance. De una forma tan sencilla se da una prueba de humildad a cualquiera que esté dispuesto a entenderla.





  
   Ponto-cho es un barrio de los más tradicionales de Japón. Es mejor recórrerlo por la noche, cuando los faroles que cuelgan de los pequeños edificios de madera recrean un mágico ambiente. Aquí es fácil ver geishas o maikos, aprendices de geisha. Gion es otro famoso distrito con muchos restaurantes, galerías de arte, tiendas de antigüedades y casas de té tradicionales, donde se pueden ver actuaciones de geishas. Aunque cada vez quedan menos, aún se pueden ver algunas en selectos restaurantes y en tradicionales casas de té. Son mujeres educadas en diferentes disciplinas, para hacer que las personas que tienen alrededor se sientan atendidas con delicadeza y elegancia. Van siempre ataviadas con preciosos y caros kimonos, vestidas con todo detalle, luciendo un característico y complicado maquillaje. Tocan el shamisen, un instrumento parecido al laúd con tres cuerdas, cantan y bailan con un estilo exquisito, y pueden servir el té o la mesa siguiendo unas estrictas normas de etiqueta.



  
  
    En Kioto se celebran a lo largo del año muchas festividades, conocidas como Matsuri, con una participación masiva por parte de los japoneses. También hay muchos cursos en relación a las costumbres tradicionales como Ikebana (decoración floral), ceremonia del té, origami (figuras en papel), caligrafía, cocina, ceremonia del incienso, o sobre como debe ponerse y llevarse un kimono, todos están orientados a entender la delicadeza en sus costumbres y a mantener sus tradiciones.











     Cerca de Kioto, a 40 kilómetros, está Nara, un lugar increíblemente bonito, para mi uno de los sitios más interesantes y bellos que conozco. Aquí los miembros del clan Yamato se convirtieron en los primeros emperadores de Japón y fue la primera capital que tuvo el país, sentándose así las bases de la cultura y civilización japonesa.

   Nara-Koen es un gran parque lleno de ciervos, tienen clasificados más de 1.000. Curiosamente no se asustan con los visitantes, caminan a tu lado y en un momento puedes verte rodeado si les das a comer las galletas de ciervo  que se venden en los puestos cercanos. A estos animales se les consideraba mensajeros de los dioses.


  
    Después de pasear un rato entre los ciervos se llega al templo de Kofuku-ji, importante centro budista, destacando sus dos pagodas, una de tres y otra de cinco pisos. 

  







   
  
    
   Todai-ji es un inmenso recinto donde se encuentra Daibutsu-Den, el edificio de madera más grande del mundo, que guarda el Gran Buda, una de las figuras en bronce también más grandes del mundo. Mide 16 metros y está hecha con 437 toneladas de bronce y 130 kilos de oro. Representa al Buda Cósmico, anterior a todos los mundos. Cuando se entra a esta inmensa sala y se está delante de esta impresionante figura, uno se siente diminuto e insignificante.


   

   
  
   El santuario Kasuga Taisha y el bosque Kasugayama, están declarados Patrimonio de la Humanidad. Del santuario cuelgan linternas de bronce y hay varios altares donde se depositan ofrendas de todo tipo.

   Desde aquí parten varios senderos que llevan colina arriba para adentrase en una zona de bosque y de montaña. Paseando por los caminos nos encontramos con manadas de ciervos, varios templos y pequeños santuarios escondidos entre los árboles.  Por las sendas hay miles de faroles y linternas de piedra, rincones apacibles donde te envuelve una especial atmosfera y un silencio sobrecogedor.


 
   Kioto y Nara son los dos destinos fundamentales cuando se visita Japón, los más representativos de su cultura tradicional, unas interesantes ciudades que rebosan espectacularidad y encanto.

                                                                                                                                                           Inma


lunes, 5 de noviembre de 2012

Irasshaimase, bienvenido a Tokio, bienvenido a Japón (1ª parte)






   A pesar de los terremotos, incendios y bombardeos que han arrasado Japón a lo largo de la historia, siempre ha resurgido, y ha sido incluso capaz de convertirse en una potencia económica de las más fuertes del mundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, Japón creció con más ímpetu hasta llegar a ser un gran país. Esto ha sido posible porque tiene  una población bien organizada, con un gran sentido de la responsabilidad, que trabaja duro pensando en el bienestar general, además de contar con una poderosa y avanzada industria.  Tokio, la capital de Japón, es la ciudad más moderna del país, es inmensa, cosmopolita y con una intensa actividad a todas horas.

   Es un lugar,  a pesar de lo que puede parecer al principio,  fácil para el turista, contando con una red de tren y metro con  un funcionamiento impecable, es el sitio donde he visto mayor puntualidad en sus estaciones,  la mejor y más rápida forma de desplazarse, y no me extraña que sean famosos sus trenes bala.

   Ginza es uno de los muchos distritos comerciales de Tokio, con animadas calles siempre llenas de gente, con muchos comercios y tiendas de alto nivel de famosas marcas. En esta zona está el edificio Sony, donde tienen sus últimos productos e incluso los que aún no han salido al mercado, siempre tienen algún tipo de exposición y juegos virtuales, con lo que está lleno de gente desde que abren hasta que cierran. Por estas calles está el Teatro Kabuki, en un bonito y muy decorado edificio. Las representaciones de Kabuki son realizadas exclusivamente por hombres, especializándose alguno en papeles femeninos. Es el tipo de teatro tradicional  japonés, con un repertorio de relatos históricos o de temas populares, en los que se combina danza y dialogo con una  cuidada entonación. Estas escenificaciones siempre van acompañadas de música, utilizándose instrumentos tradicionales, como por ejemplo el shamisen, que es parecido a un laúd.



   En la zona de Shibuya se encuentra la famosa plaza que cruzan miles y miles de personas al día. Con muchas intersecciones en sus avenidas y en diferentes direcciones, está controlada por múltiples semáforos que permiten el cruce ordenado de tanta cantidad de gente. Merece la pena pararse aquí un rato para verlo, incluso atreverse a cruzar.




   En este distrito como en otros, Shinyuku, Akihabara o Harajuku, hay complejos de edificios con montones de tiendas, cafés, clubes, restaurantes, galerías de arte y zonas de ocio. Hay grandes comercios de aparatos electrónicos de última tecnología y tiendas especializadas en fotografía y sonido. En las fachadas de sus modernos edificios hay grandes anuncios luminosos y gigantes pantallas de video con proyecciones. En Shinyuku está el edificio más alto de la capital, las oficinas del Gobierno Metropolitano de Tokio, un lugar que atrae a muchos visitantes.

   La lonja Tsukiji es el mercado de pescado más grande del mundo, tiene más de 450 tipos diferentes de pescados. Hay que madrugar mucho para ir a verlo, la actividad comienza a las 5 de la mañana y es muy curioso asistir a una subasta, incluso se puede comenzar el día con un tempranero desayuno a base de pescado, una mercancía más fresca de encontrar y probar,  es imposible.





  Asistir a un espectáculo de sumo es algo inenarrable. El sumo es la lucha tradicional japonesa, una antigua forma de combate. Se organizan en el estadio de sumo Ryogoku Kokugikan de Tokio, y en los centros deportivos de las ciudades de Osaka, Fukuoka y Nagoya.



 
   Son unos torneos rodeados de grandes rituales, rocían el ring con puñados de sal, se agachan y se miran fijamente antes de comenzar el enfrentamiento. Los luchadores son inmensos, con una fuerza descomunal y durante la pelea respetan unas complicadas normas. Es algo que levanta siempre mucha expectación entre los japoneses.





    En el centro de Tokio está el Palacio Imperial, donde reside el emperador y su familia. Es un enorme recinto rodeado de un foso y grandes muros. Sólo se puede acceder a él dos días al año, el 2 de enero y el 23 de diciembre, para celebrar el cumpleaños del emperador.



 

    Tuve la gran suerte de estar allí en estas fechas y poder entrar. El montaje y la organización eran increíbles. En una enorme avenida había numerosas vallas y accesos con policías que controlaban la entrada de millares de personas. Entre la marea de gente que allí había se encontraban familias enteras, mayores, adolescentes, parejas con niños pequeños y todos llevaban con orgullo banderas de su país. Tengo que reconocer que ha sido la vez que mejor he visto organizado un acontecimiento con tanta multitud. Reporteros de varias cadenas de televisión y cientos de periodistas cubrían la noticia, rodeados de grandes medidas de seguridad.

   En la explanada del jardín, frente a la galería acristalada del palacio, se iban juntando parte de los asistentes para esperar la salida de la familia imperial, y las palabras de saludo y agradecimiento del emperador. Esto se repetía varias veces a lo largo de la mañana para que todas las personas que estaban esperando entrar al recinto pudieran felicitar al emperador y ver a su familia. Fue impresionante y me encantó poder asistir.






    La isla de Odaiba está en la bahía de Tokio y se llega a ella desde la estación de Shimbashi. El Yurikamome es una línea de tren  sin conductor, es divertido entrar en estos modernos vagones y no ver a nadie que los conduzca, hay unos inmensos ventanales para disfrutar de las vistas durante el trayecto.




   Una vez en la isla hay varias zonas de ocio con  construcciones nuevas muy originales, como el edificio Fuji, con una esfera en lo alto desde donde hay un mirador para ver desde aquí las impresionantes vistas de Tokio. También nos encontramos con una réplica de la Estatua de la Libertad y podemos admirar el bonito puente colgante, Rainbow Bridge que une la isla con la ciudad.

   Venus Fort son unos grandes almacenes con una recargada decoración y tiendas exclusivamente para mujeres. Una de las salas de exposiciones de la marca japonesa Toyota tiene en la isla un gran pabellón, Toyota Mega Web, donde se pueden ver sus últimos modelos de automóviles, coches eléctricos e híbridos, y algún divertido robot.




 
   Un millón de personas acude durante el fin de semana a Roppongi Hills, es como una ciudad dentro de la propia ciudad. Es una gran zona de ocio, con personas de lo más variopintas. En la Torre Mori de Roppongi esta el Tokyo City View, un mirador en el piso 52 con ventanales y terraza al aire libre con unas vistas esplendidas.



  
    También hay una panorámica impresionante, sobre todo por la noche, desde la plataforma de la Torre de Tokio. Para construirla se tomó como modelo la Torre Eiffel, aunque es nueve metros más alta. Junto a esta torre está el templo Zojo Ji.



A este templo acudimos el 31 de diciembre. Los japoneses no celebran las fiestas de Navidad como nosotros lo hacemos, pero sí celebran la entrada del Nuevo Año. Familias y grupos de amigos salen a la calle y se acercan a algún templo. Zojo Ji es de los más concurridos esa noche, alrededor hay  infinidad de puestos con comida con un animadísimo ambiente. En el recinto del templo se celebran ceremonias y se toca la gran campana cuando finaliza el año. Casi todas las personas llevan globos blancos o transparentes con una nota escrita en su interior, normalmente con promesas o algún deseo, y al comenzar los primeros minutos del nuevo año, los sueltan, llenándose el cielo de globos que resaltan en la oscuridad de la noche. Me pareció mágico poder estar en esos momentos allí y será algo que no olvidaré jamás.






   El templo más  conocido en Tokio es Meiji Jingu. Construido en memoria del emperador Meiji y la emperatriz  Shoken. Estaba totalmente destruido pero se reconstruyó en 1.958 exactamente igual al edificio original. El primer día del año es costumbre asistir a alguna ceremonia, hacer alguna ofrenda y pasar el día por los jardines de alrededor, este templo se llena de gente que con un ambiente festivo celebra el Año Nuevo.


     Los japoneses respetan sus tradiciones, su cultura, y a la vez son capaces de crear lo más novedoso. Es un lugar fascinante, donde se valora la armonía, cuidan los detalles y aman su país. Un viaje de los más interesantes e increíbles que he hecho.

                                                                                                                                                          Inma
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