Los baños de aguas termales se
llaman onsen en japonés y hay más de 3000 por todo el país, más que en
cualquier otro lugar del mundo. Habiendo tantos, los hay de todos los tipos,
lujosos, modestos, gratuitos, caros, públicos y privados, naturales o artificiales.
Y los hay por todas partes, en las grandes ciudades, en zonas rurales, en las
montañas, en playas, en ríos, en las cascadas, en las estaciones de esquí y en
algunos hoteles y alojamientos. Pero todos tienen el mismo fin, relajarse en
ellos.
Normalmente están separados los que
utilizan los hombres de los que usan las mujeres. Son lugares sólo para bañarse,
por eso siempre hay duchas cercanas para lavarse antes, se debe entrar a ellos descalzo y sin nada de
ropa, tan sólo se puede llevar una pequeña toalla. Una vez dentro de la
piscina, de la bañera o del espacio del agua, sólo queda disfrutar,
contemplando el paisaje, y aprovechar el silencio, únicamente interrumpido por
el sonido del agua.
Hay algunos hoteles que cuentan
con un rotemburo, bañeras al aire libre desde las que se disfruta de unas
preciosas vistas del jardín, de la playa o de la montaña. En estos hoteles es
normal cruzarse con personas vestidas con un yukata (batín de algodón) y unas
geta (sandalias de madera) con una amplia sonrisa y cara de felicidad después de salir
del onsen.
A los tradicionales hoteles
japoneses se les llama ryokan, suelen ser edificios antiguos de madera
normalmente con un jardín. Este tipo de alojamiento es muy frecuente en la
mayoría de las zonas de Japón, y es mucho más interesante que la estancia en un
hotel de costumbres más occidentales. Las habitaciones suelen ser muy amplias
ya que hay pocos muebles, no hay camas, el suelo está cubierto por un tatami, para
poner un futon sobre él a la hora de acostarse. El tatami es un suelo de estera sobre el que
se anda sin zapatos, en Japón es muy frecuente y en casi todas las viviendas lo
tienen.
Las habitaciones de un ryokan tienen poca decoración pero bien escogida, alguna pieza de porcelana o cerámica antigua, algún pergamino, y algo de decoración floral (Ikebana). Se suele servir la cena en la misma habitación, en una mesa baja apoyada sobre el tatami, y la cocinan que preparan esta basada en platos de su gastronomía tradicional.
Las habitaciones de un ryokan tienen poca decoración pero bien escogida, alguna pieza de porcelana o cerámica antigua, algún pergamino, y algo de decoración floral (Ikebana). Se suele servir la cena en la misma habitación, en una mesa baja apoyada sobre el tatami, y la cocinan que preparan esta basada en platos de su gastronomía tradicional.
Cuando se entra en un ryokan, lo
primero que hay que hacer es descalzarse y ponerse las zapatillas o sandalias
que hay preparadas. Antes de la cena lo mejor es darse una ducha, ya instalados
nos debemos cambiar de ropa
poniéndonos los cómodos yukatas que nos ofrecen. Y volvemos a salir en
dirección al onsen o rotemburo para tomar un baño, algo que podemos hacer de
forma tranquila hasta la hora que hayamos concertado la cena en la habitación.
Al volver a ella, nos encontraremos preparado algún aperitivo y té. Siguiendo
la costumbre en estos sitios de relajación, tranquilidad y silencio, la cena
puede durar horas, ya que consta de varios platos primorosamente preparados,
servidos de una forma muy vistosa y delicada. Mientras, se han cerrado las
paredes de una parte de la habitación, alguien de forma sigilosa prepara los
mullidos y cálidos futones donde descansaremos, pudiendo disfrutar, después de
todo esto, de un placentero sueño.
Takayama es una localidad de la
región montañosa de Hida. Es una pequeña ciudad que tiene un gran ambiente, con
varios mercadillos, tiendas de artesanía con tallas de madera y objetos
lacados, templos en las colinas, originales museos y muchas destilerías de
sake, además del valor añadido de estar muy próximo a los Alpes Japoneses. Un
lugar precioso, repleto de rincones mágicos, perfecto para pasar unos días y
disfrutar de todo lo que ofrece.
Aquí hay un original museo
instalado en una antigua residencia de samuráis, con pasadizos secretos
incluidos. Takayama Jinya es otro edificio histórico que se puede visitar, fue el centro administrativo del clan Kanamori
y donde estaba instalado el gobierno local en el Periodo Edo. Una impresionante
construcción con los tejados de madera que me encantó, sobre todo una de sus
dependencias, los graneros donde se almacenaba y custodiaba el arroz.
Uno de los ryokan que más me gustaron, por su autenticidad y amable trato, fue el Ryokan Sumiyoshi en Takayama. El pequeño hotel está instalado en una antigua casa de mercaderes junto al río Miyagawa. Su interior está decorado con antigüedades de todo tipo, y el cuidado a los viajeros es impecable. Un sitio maravilloso donde se puede disfrutar de tradicionales costumbres nada más traspasar su pequeña puerta, de la misma manera que cuando cruzamos la gran puerta de entrada a Japón, domo arigato gozaimasu, muchas gracias.