Por la llanura manchega que se extiende por la provincia de Albacete, encontramos uno de esos pueblos de largo y denso pasado que llegó a ser capital de la provincia, con un conjunto monumental que rezuma historia por los cuatros costados.
En Chinchilla me encontré con los sólidos muros de su imponente castillo levantado en lo más alto de la cima. Fue el marqués de Villena quien levantara este impenetrable castillo allá por el siglo XV, sobre unas antiguas fortificaciones musulmanas.
El castillo es de enormes dimensiones y, aunque sufrió graves desperfectos durante sucesivas guerras, aún conserva la monumental puerta de acceso enmarcada por dos cubos circulares. Lástima que no se conserve la torre del homenaje donde estuvo preso César Borgia, hijo del famoso papa Borgia, acusado por el asesinato del duque Gandía.
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Castillo de Chinchilla de Montearagón |
Aparte del castillo, me sorprendió sobre todo el gran foso que lo rodea de seis metros de profundidad y excavado en la misma roca. Sólo pude visitar el castillo por su parte exterior ya que se encuentra cerrado por rehabilitación.
Desde esta privilegiada situación se observa hasta donde la vista alcanza, una soberbia panorámica de la llanura manchega.
Después de disfrutar del castillo me esperaba la plaza mayor, un espacio irregular donde se encuentra la fachada barroca del Ayuntamiento con su balconada, sobre ella, un medallón de Carlos III y la Iglesia de Santa María del Salvador que presenta una variada sucesión de estilos desde el mudéjar al barroco. No hay que perderse la espléndida reja gótica de la capilla mayor.
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Plaza mayor |
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Santa María del Salvador |
Pero Chinchilla de Montearagón aún guarda muchas sorpresas en su amplio conjunto monumental como el convento de Santo Domingo, la casa de la Tercia, el antiguo Pósito de los Pacheco, palacios como el de Barnuevo o el de Nuñez Robres. Además en Chinchilla se encuentra el Museo de Cerámica, testigo del esplendoroso pasado alfarero de la población.
Había oído hablar de un tipo de construcción muy singular por estos contornos. Son las casas cueva excavadas en la roca. Viviendas que ofrecen una mínima parte de su totalidad y que aprovechan en su interior, tanto la frescura durante los calurosos días de verano como el calor en invierno.
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Casas cueva |
Abandonadas muchas de ellas, encontré algunas que han sido reconvertidas en alojamiento rural y otras ocupadas por artesanos.
Rápidamente llegó el atardecer, había llegado el momento de abandonar este pintoresco pueblo, no sin antes disfrutar de la tranquilidad del lugar y de la luz que me cautivaron.
Rafa