Un dicho popular afirma que Santiago de Compostela es la ciudad donde la lluvia se convierte en arte.
Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cuenta con un gran conjunto artístico y monumental. Santiago, junto a Jerusalén y Roma, son las ciudades más representativas del cristianismo. Es un lugar para pasear, para contemplar.
El Rey Carlos I denominó a la Plaza del Obradoiro el principio y final de la Calle Mayor de Europa. “Obradoiro” significa obrador o maestro cantero, en esta plaza era donde se encontraban los talleres de los canteros durante la construcción de la majestuosa catedral; es de estilo románico, aunque algunas de sus fachadas son ya de estilo barroco, y fue construida con granito de las canteras gallegas. El Pórtico de la Gloria, que según palabras de Unamuno “es poema en piedra”, es una de las más bellas representaciones de la escultura románica, están esculpidos con gran detalle, los apóstoles, profetas, figuras del Apocalipsis y Cristo en el centro del tímpano.
En su interior, el Altar Mayor es churrigueresco y sobre él se encuentra la imagen del santo, que desde la Edad Media protege a los peregrinos. La concha de vieira, que ya fue utilizada por los romanos para alejar el mal, es el símbolo del Apóstol Santiago. El baldaquino bajo el que se encuentra la figura, está inspirado en el de Bernini para El Vaticano. Bajo el altar se abre una cripta que, a modo de catacumba, guarda los restos del Apóstol.
La Puerta Santa o Puerta del Perdón, con 24 figuras talladas en granito, sólo se abre durante el Año Santo, cada vez que el 25 de Julio, festividad de Santiago, cae en domingo.
Aquí se encuentra el mayor incensario que existe, el Botafumeiro, y en su balanceo casi toca los techos del templo.
Cada peregrino tiene sus motivaciones, una manifestación religiosa, una experiencia de búsqueda de uno mismo, un intercambio cultural, incluso una vivencia deportiva, pero todos tienen la misma meta, llegar a Compostela, abrazar al Apóstol y todos muestran una gran sonrisa en sus caras cuando lo consiguen.
No existe una única senda para llegar hasta Santiago, por lo que existen muchas rutas: el Camino Francés, el de Levante, el del Cantábrico, el Asturiano, el Portugués, la Vía de la Plata, etc.
He tenido la suerte de poder ir en muchas ocasiones y por diferentes motivos a esta emblemática ciudad, pero la última vez que he estado he disfrutado de la increíble experiencia de subir a los tejados de la catedral. Sobre ellos se pueden tocar con las manos la Torre de las Campanas, la Torre de la Carraca y la Torre del Reloj. Pasear por aquí es impresionante, se obtiene una imagen diferente de todo lo que nos rodea y se percibe con mayor intensidad lo que tenemos bajo nuestros pies. Sin duda es algo, que si tenemos la oportunidad, no deberíamos dejar de hacer.
Si nuestra estancia en la ciudad coincide con la festividad de Santiago, o bien unos días antes o unos días después, la oferta de espectáculos y actividades es amplísima. Es cierto que no se podrá ni andar de la cantidad de personas que acuden precisamente en estas fechas, pero entonces los mejor es relajarse y participar de la intensa vida que hay por las calles, escuchar conciertos y ver bailes regionales, acudir a alguna exposición, probar los manjares gastronómicos que se nos ofrecen y beber algún aromático Albariño o un contundente Ribeiro. Su casco antiguo tiene mucho encanto con sus recovecos y plazas.
También durante nuestra última visita, y coincidiendo con las fiestas de su patrón, nos sorprendió una muestra de coches antiguos circulando por las calles, con el detalle además, de que los participantes iban vestidos con trajes de la época, lo que resultaba muy divertido y vistoso.
Después de todo, y como resumen de lo que representa esta entrañable ciudad, me quedo con esta frase, “Santiago y el Camino sólo lo apreciará quien tiene ojos y sabe mirar, quien tiene oídos y sabe escuchar”
Inma