jueves, 20 de marzo de 2014

Chinchilla de Montearagón

Por la llanura manchega que se extiende por la provincia de Albacete, encontramos uno de esos pueblos de largo y denso pasado que llegó a ser capital de la provincia, con un conjunto monumental que rezuma historia por los cuatros costados.


En Chinchilla me encontré con los sólidos muros de su imponente castillo levantado en lo más alto de la cima. Fue el marqués de Villena quien levantara este impenetrable castillo allá por el siglo XV, sobre unas antiguas fortificaciones musulmanas.
El castillo es de enormes dimensiones y, aunque sufrió graves desperfectos durante sucesivas guerras, aún conserva la monumental puerta de acceso enmarcada por dos cubos circulares. Lástima que no se conserve la torre del homenaje donde estuvo preso César Borgia, hijo del famoso papa Borgia, acusado por el asesinato del duque Gandía.

Castillo de Chinchilla de Montearagón


Aparte del castillo, me sorprendió sobre todo el gran foso que lo rodea de seis metros de profundidad y excavado en la misma roca. Sólo pude visitar el castillo por su parte exterior ya que se encuentra cerrado por rehabilitación.
Desde esta privilegiada situación se observa hasta donde la vista alcanza, una soberbia panorámica de la llanura manchega.



Después de disfrutar del castillo me esperaba la plaza mayor, un espacio irregular donde se encuentra la fachada barroca del Ayuntamiento con su balconada, sobre ella, un medallón de Carlos III y la Iglesia de Santa María del Salvador que presenta una variada sucesión de estilos desde el mudéjar al barroco. No hay que perderse la espléndida reja gótica de la capilla mayor.

Plaza mayor

Santa María del Salvador

Pero Chinchilla de Montearagón aún guarda muchas sorpresas en su amplio conjunto monumental como el convento de Santo Domingo, la casa de la Tercia, el antiguo Pósito de los Pacheco, palacios como el de Barnuevo o el de Nuñez Robres. Además en Chinchilla se encuentra el Museo de Cerámica, testigo del esplendoroso pasado alfarero de la población.



Había oído hablar de un tipo de construcción muy singular por estos contornos. Son las casas cueva excavadas en la roca. Viviendas que ofrecen una mínima parte de su totalidad y que aprovechan en su interior, tanto la frescura durante los calurosos días de verano como el calor en invierno.
Casas cueva


Abandonadas muchas de ellas, encontré algunas que han sido reconvertidas en alojamiento rural y otras ocupadas por artesanos.


Rápidamente llegó el atardecer, había llegado el momento de abandonar este pintoresco pueblo, no sin antes disfrutar de la tranquilidad del lugar y de la luz que me cautivaron.



                                                                                                                                                           Rafa

4 comentarios :

  1. Fuimos a Chinchilla desde el parador de Albacete ya que se encuentra muy próximo. El castillo ya impone desde lejos cuando vas por la carretera. Está muy bien conservado. Es un pueblo interesante para visitar, las casas cueva son muy originales, aunque personalmente no viviría en una de ellas. Recuerdo que había un horno donde vendían las tortas para hacer los gazpachos manchegos, que me gustan mucho. Estupendas las fotos, Rafa.

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  2. Hace ya mucho tiempo que visité este pueblo de camino a Alicante y recuerdo muy bien sus calles empinadas. El nombre me parece supercurioso y se veía en lo alto desde la autovía cuando iba a Murcia. La portada de la iglesia es fantástica pero no recuerdo mucho más puesto que solo buscaba un sitio para comer. Tendré que regresar.

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  3. Fue una grata sorpresa descubrir este encantador pueblo en plena llanura manchega. Con su impresionante castillo dominando el entorno y sus curiosas cuevas, un rincón fantástico.

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  4. Sorprendente pueblo, sólo lo conozco de paso y veo que perdí mucho, habrá que hacer parada y conocerlo. El foso del castillo y las casas cueva llaman la atención. Recuerdo lo empinado que era, solo paramos a comer, ya se sabe cuando viajas con prisas te pierdes verdaderas joyas, habrá que volver. Gran artículo y estupendas fotos Rafa.

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