Un viaje siempre es algo gratificante,
ya sea cerca o lejos, corto o largo, podemos disfrutar de bonitos paisajes,
grandes ciudades, pequeños pueblos, ver edificios, visitar monumentos, aprender
de diferentes culturas, distintas costumbres, y conocer gente nueva. De todos
los viajes que he podido hacer, hasta ahora, el que más me ha impactado ha sido
mi viaje a Japón. Es un país lleno de atractivos y donde todo llama la
atención.
La mayoría de los japoneses practica
dos religiones, el budismo y el sintoismo. El sintoismo tiene muchas
divinidades y están relacionadas con la vida cotidiana, muchos de estos
santuarios se hallan entre árboles, agua, flores, plantas y cascadas, ya que sus
dioses residen en la naturaleza. El budismo llegó a Japón procedente de La India , sus
cuatro máximas son: Toda existencia es sufrimiento, la causa del sufrimiento es
el deseo, la cura para el sufrimiento es eliminar el deseo, y el modo de eliminar el deseo es
seguir el sendero de Buda. El budismo zen se caracteriza por la austeridad, la
autodisciplina y la simplicidad. Cuando se visita un templo o un santuario es
difícil de diferenciar, ya que a veces comparten el mismo espacio. A la entrada
de los santuarios sintoistas hay una
torii, una puerta, formada por dos columnas verticales que
sujetan dos vigas, siendo la superior ligeramente curva. Los templos budistas,
en la entrada, tienen varios pilares sujetando
un tejado escalonado.
Kioto es la ciudad de Japón donde
hay mayor concentración de templos y santuarios. Tiene 17 lugares designados
Patrimonio Mundial por la UNESCO. Fue
la capital imperial entre los años 794 y 1868, era el centro cultural,
religioso y económico. Durante esa época
tuvo una gran actividad, un modo de vida refinado con una gran sensibilidad por la estética.
Kiyomizu-Dera es uno de los
monumentos más famosos de la ciudad. Ocupa un gran recinto donde destaca el
templo y su sala principal, con una gran terraza que se apoya sobre cientos de
columnas y sobresale por encima de la ladera en la que se encuentra. Aquí todo
es de unas dimensiones descomunales. Cerca hay un manantial donde es tradición
beber, ya que a su agua se le atribuyen propiedades curativas, tanto para el cuerpo como para la
mente.
Sanjusangen-do es un estrecho y alargado edificio que guarda 1.000 estatuas de la
diosa budista Kannon, la de los mil
brazos, que representa la misericordia y la compasión. Es impresionante
entrar en este templo y ver a lo largo tal cantidad de figuras perfectamente
alineadas. Alrededor de la Gran Kannon
hay 500 figuras a cada lado, y sus brazos se entrecruzan y superponen, creando
una perspectiva inmejorable e impactante.
Kinkanku-ji, el famoso Templo Dorado,
es uno de los más visitados de todo Japón. Fue construido, en principio, como
una casa de retiro y después convertido en templo. Se ha reconstruido no hace mucho
recubriéndolo con láminas de pan de oro. Está rodeado de grandes jardines y un
estanque en el que se refleja, pareciendo que resurge del agua. Esta es una
visita imprescindible y es mejor realizarla a primera hora de la mañana o al
atardecer, cuando la luz y el sol hacen de este lugar algo aún más
impresionante.
El distrito de Arashiyama está al
pie de las montañas, y fue uno de los que más me gustaron de Kioto. Aquí hay
varios templos diseminados por las laderas de los montes y rodeados de
vegetación. Me pareció de una especial belleza el bosque de bambú. Estos
árboles representan la flexibilidad, contenida en sus ramas, y la fortaleza, concentrada
en sus troncos. Es todo un espectáculo ver los rayos del sol entrando por su espesura, a la vez que se
mecen con el viento las ramas y las hojas de sus altos y finos troncos. Por
aquí cerca está el templo de Tenryu-ji, el dragón celestial, que fue levantado para apaciguar el espíritu
del emperador Go-Daigo.
Otro templo con gran tradición es
Fushimi-Inari Taisha. Tiene un camino por el bosque de cuatro kilómetros
salpicado de pequeños santuarios, muchos
lugares para hacer ofrendas, varios cementerios y largas filas de rojas toriis,
puertas sagradas. Casi no se puede creer cuando se ve tal cantidad de puertas,
formando un bosque dentro del propio bosque. También se pueden ver muchas
estatuas de zorros que representan a los enviados de Inari, el dios de los
cereales. En sus bocas llevan la llave que abre los graneros del arroz, y
simbolizan la prosperidad en la agricultura, el comercio, y en los negocios en
general.
En el templo de Ryoan-ji hay un precioso jardín zen. Sobre una
extensión de arena rastrillada hay 15 rocas de diferentes tamaños. Todas las
personas que van allí pretenden ver desde distintos puntos todas estas piedras,
pero es algo imposible de abarcar. Con
este simple panorama se nos quiere hacer comprender que no siempre es fácil conseguir
y controlar todo lo que nos rodea, aunque lo tengamos tan cerca, a nuestro alcance.
De una forma tan sencilla se da una prueba de humildad a cualquiera que esté
dispuesto a entenderla.
Ponto-cho es un barrio de los más tradicionales de
Japón. Es mejor recórrerlo por la noche, cuando los faroles que cuelgan de los
pequeños edificios de madera recrean un mágico ambiente. Aquí es fácil ver
geishas o maikos, aprendices de geisha. Gion es otro famoso distrito con muchos
restaurantes, galerías de arte, tiendas de antigüedades y casas de té
tradicionales, donde se pueden ver actuaciones de geishas. Aunque cada vez
quedan menos, aún se pueden ver algunas en selectos restaurantes y en
tradicionales casas de té. Son mujeres educadas en diferentes disciplinas, para
hacer que las personas que tienen alrededor se sientan atendidas con delicadeza
y elegancia. Van siempre ataviadas con preciosos y caros kimonos, vestidas con
todo detalle, luciendo un característico y complicado maquillaje. Tocan el
shamisen, un instrumento parecido al laúd con tres cuerdas, cantan y bailan con
un estilo exquisito, y pueden servir el té o la mesa siguiendo unas estrictas
normas de etiqueta.
En Kioto se celebran a lo largo
del año muchas festividades, conocidas como Matsuri, con una participación
masiva por parte de los japoneses. También hay muchos cursos en relación a las
costumbres tradicionales como Ikebana (decoración floral), ceremonia del té, origami (figuras en papel), caligrafía, cocina, ceremonia del incienso, o sobre
como debe ponerse y llevarse un kimono, todos están orientados a entender la
delicadeza en sus costumbres y a mantener sus tradiciones.
Nara-Koen es un gran parque lleno
de ciervos, tienen clasificados más de 1.000. Curiosamente no se asustan con
los visitantes, caminan a tu lado y en un momento puedes verte rodeado si les
das a comer las galletas de ciervo que
se venden en los puestos cercanos. A estos animales se les consideraba
mensajeros de los dioses.
Después de pasear un rato entre
los ciervos se llega al templo de
Kofuku-ji, importante centro budista, destacando sus dos pagodas, una de tres y
otra de cinco pisos.
Todai-ji es un inmenso recinto donde se encuentra Daibutsu-Den,
el edificio de madera más grande del mundo, que guarda el Gran Buda, una de las
figuras en bronce también más grandes del mundo. Mide 16 metros y está hecha
con 437 toneladas de bronce y 130 kilos de oro. Representa al Buda Cósmico,
anterior a todos los mundos. Cuando se entra a esta inmensa sala y se está
delante de esta impresionante figura, uno se siente diminuto e insignificante.
El santuario Kasuga Taisha y el
bosque Kasugayama, están declarados Patrimonio de la Humanidad. Del
santuario cuelgan linternas de bronce y hay varios altares donde se depositan
ofrendas de todo tipo.
Desde aquí parten varios senderos
que llevan colina arriba para adentrase en una zona de bosque y de montaña.
Paseando por los caminos nos encontramos con manadas de ciervos, varios templos
y pequeños santuarios escondidos entre los árboles. Por las sendas hay miles de faroles y
linternas de piedra, rincones apacibles donde te envuelve una especial
atmosfera y un silencio sobrecogedor.
Kioto y Nara son los dos destinos
fundamentales cuando se visita Japón, los más representativos de su cultura
tradicional, unas interesantes ciudades que rebosan espectacularidad y encanto.
Gran artículo Inma, muy bien descrito esos templos y bosques que invitan a pasearlos con la tranquilidad que se merecen. Dan ganas de perderse por allí, recorrerlos minuciosamente y evadirse del mundana ruido. La cultura japonesa es muy diferente a la española y conocerla aporta mucho. Gracias por traernos Japón al blog. Las tradiciones milenarias son interesantes, enigmáticas y diferentes. Conocerlas dan una nueva perspectiva. Por cierto los templos son preciosos y transmiten una paz y tranquilidad increíble. y solo lo he visto las fotos, me imagino que verlos in situ tiene que impresionar. Se nota que Japón te ha marcado. Un abrazo.
ResponderEliminarKioto tiene que ser una ciudad espectacular con todos estos templos y bosques sagrados y tan cuidados. El nombrarlos Patrimonio de la Humanidad contribuye a conservarlos de la mejor manera posible.
ResponderEliminarDesconozco la cultura japonesa pero por lo que cuentas está muy arraigada en sus tradiciones y en encontrar y mantener la armonía y el equilibrio de la mente con la naturaleza.
Las fotos son sencillamente magníficas y todo lo que nos cuentas en el artículo nos transmite esa sensación de paz y de respeto por el entorno.
Esperamos otro artículo pronto para conocer mejor el país del sol naciente.
Haz echo un viaje fascinante , a un país que tanto te gusta es precioso su arquitectura sus jardines , que tanto me llama la atención . El paisaje es de un valor incalculable .
ResponderEliminarComo me gustan los mensajeros de los dioses , los ciervos están en la gloria .Muy curioso que estén por allí .
Kioto y Nara si que merecen una visita , por lo que nos cuentas tienen que seducir a cualquiera que lo visite. Las fotos como siempre increíbles .
Gracias por traernos al blog estos artículos de sitios tan lejanos.
Excelente recorrido por la cultura y las tradiciones tan ancestrales de un país para mi desconocido. No me imaginaba que tuviese tantos templos y santuarios con fabulosos monumentos, como el Gran Buda, tiene que ser impresionante estar junto a sus pies. También desconocía que tuviera tantos bosques, rodeados de senderos que invitan a tranquilos paseos donde reina el silencio,disfrutando de las maravillosas vistas como las que nos enseñas en las fotos. Estoy aprendiendo mucho de este país tan fascinante y apacible,explicado con tantos detalles, donde los ciervos viven como dioses . Me está encantando Japón, a lo mejor hasta me aficiono al sushi. Qué sigas disfrutando de tus viajes y contándonos tus experiencias.
ResponderEliminarMucho trabajo y buen hacer lleva incorporado este magnífico reportaje. Espero que sigas haciéndonos pasar buenos ratos con esas buenas fotografías y comentarios.
ResponderEliminarEspe