El Hostal de San Marcos en León
está considerado, junto al Hostal de Los Reyes Católicos de Santiago de
Compostela, el buque insignia de la Red de Paradores.
En el siglo XII la princesa Doña
Sancha, hermana del rey Alfonso VII, cedió estas tierras para que se
construyera una hospedería y un hospital para atender a los peregrinos que se
dirigían a Santiago. En la ruta del Camino Francés, León es parada obligatoria.
En el mismo lugar, el rey
Fernando El Católico mandó que se levantara un gran edificio para albergar la
sede de la Orden Militar de Santiago.
El actual Parador fue hospital y
convento de la Orden de Santiago, tras la Desamortización de Mendizábal los frailes
tuvieron que abandonarlo. Quedó desatendido y se fue deteriorando, aun así, se
utilizó como Instituto, escuela de veterinaria, colegio de misioneros, cárcel,
caballerizas militares, y campo de concentración durante la Guerra Civil
española.
Fue inaugurado como Parador en
1965, está situado junto al río Bernesga y tiene una imponente fachada plateresca
con gran riqueza escultórica.
En los grandes medallones hay
representaciones de monarcas, guerreros
y personajes bíblicos.
El emblemático edificio se ha
restaurado y rehabilitado en el año 2020 después de tres años de reforma.
Tenía muchas ganas de volver a
este Parador para ver su nuevo aspecto, en mi opinión ha quedado fantástico,
más amplio, luminoso y acogedor.
En el interior destaca su
espectacular claustro y galerías con bóvedas de crucería.
El salón con la amplia escalera
está decorado con tallas y pintura religiosa, arcones, espejos y tapices.
La biblioteca tiene vistas a la
iglesia, y desde aquí se puede entrar a ver la preciosa sillería del coro del
templo, que está tallada en madera de nogal.
Es un Parador museo ya que
contiene innumerables obras de arte, como el altar de piedra “El Nacimiento de
Cristo” de Juan de Juni, así como un artesonado mudéjar en la Sala Capitular
realizado en el siglo XVI en madera de alerce. Se han colocado mesas de espejo
para poder ver el techo con más detalle.
En las habitaciones, muy bonitas y
cómodas, se han aprovechado las antiguas puertas y son ahora los cabeceros de
las camas. El cuarto de baño es grande y funcional.
Cuenta con un restaurante con
deliciosos platos y cuidada presentación.
En lo que fue el antiguo segundo
claustro del edificio se sitúa la nueva cafetería, sobre ella se ha colocado en
el techo la obra restaurada de Lucio Muñoz. Es un mural de más de 12 metros, una
creación contemporánea pintada con oleo y temple.
Se exhiben piezas de mobiliario
recuperado y una colección de retratos, bodegones y acuarelas de artistas
actuales.
La atención de todo el personal
que trabaja en él es muy profesional. Poder alojarse en el Parador es un lujo,
pasear por el maravilloso claustro es muy relajante, recorrer sus pasillos y
salas contemplando todas las obras de arte que se exponen resulta muy
interesante, y disfrutar de sus imponentes rincones es una magnifica
experiencia.
El singular edificio histórico ha
recibido varios merecidos premios por su diseño, y por su armonioso contraste
entre lo histórico y lo contemporáneo.
Inma