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lunes, 21 de enero de 2013

Monasterio de San Julián de Samos – Lugo





   A 40 kilómetros de Lugo se halla el monasterio benedictino de San Julián, cuya historia se remonta al siglo VI. Aquí se fundó un cenobio en lo que era una zona apartada, rodeado de bosques de difícil acceso. A lo largo del tiempo este cenobio dio lugar a la villa de Samos, creándose una población alrededor del monasterio.

   El impresionante e inmenso edificio tiene diferentes estilos, románico, gótico, renacentista y barroco, pero guarda una gran armonía en todas sus partes. La cúpula y la bóveda de la iglesia son del siglo XVIII; el interior del templo es austero, de gran sobriedad, con varias esculturas y retablos, destacando el del altar mayor. Dentro del recinto hay dos claustros, el del Padre Feijoo y el de las Nereidas.

   El claustro del padre Feijoo es de grandes dimensiones y en su arquitectura se nota el paso del Renacimiento al Barroco. Tiene un amplio jardín y en el centro una estatua del Padre Benito Jerónimo Feijoo que, como otros monjes que pasaron por aquí, ostentaba una cátedra de Filosofía y Teología. Fue una persona ilustre y reconocida por sus escritos, ensayos y estudios.  

   De este claustro se pasa al otro, el claustro de las Nereidas, llamado así por su fuente central, éste es más pequeño que el anterior y de estilo gótico. En uno de sus ángulos quedan los restos de una bella puerta románica perteneciente a la antigua construcción del monasterio. Aquí  esta el acceso a tres dependencias, el refectorio, la cocina y la biblioteca. Ésta contaba con gran cantidad de obras, pero en 1835 fue expoliada durante el gobierno de Mendizábal, y los monjes tuvieron que abandonar el edificio y las tierras. Posteriormente cuando un pequeño grupo pudo volver, todo el conjunto presentaba un gran deterioro que, poco a poco, fueron solucionando. Volvieron a reponer ejemplares en su biblioteca, pero esta vez un incendio, en 1951, devastó de nuevo gran parte del monasterio, incluida su preciada y valiosa colección de libros. Ahora apenas quedan volúmenes antiguos salvo algún cantoral, varios manuscritos y un pergamino del Rey Fernando III.





   Después del trágico incendio se comenzaron otra vez las obras de restauración con la ayuda estatal y las aportaciones de particulares. En 1960 se volvió a inaugurar. Las plantas superiores de los claustros se decoraron con pinturas murales de artistas contemporáneos, muchos de ellos gallegos, evocando pasajes de la vida monacal.

   En la actualidad la comunidad que aquí vive se sigue rigiendo por el lema Ora et Labora, dedicando su vida a la oración y al trabajo, cultivan el campo, leen y estudian, redactan y traducen libros, y también cuentan con un espacioso estudio de restauración de obras de arte. Tienen además una hospedería, regentada por los monjes, ofreciendo un alojamiento en el que se comparte con ellos oración y silencio. Además hay un albergue para acoger a los peregrinos del Camino de Santiago, que desde hace siglos se benefician de la hospitalidad de esta abadía. Costumbre que siguen manteniendo desde el siglo XVIII  cuando ya se les proporcionaba alojamiento, comida y medicinas de su bien surtida botica.

   Durante todo el año, sobre todo en verano, es un punto importante de la peregrinación jacobea, parada obligada en el Camino de Santiago.




   La Capilla del Salvador o también llamada Capilla del ciprés por el gran árbol milenario que hay junto a ella, es el monumento más antiguo de Samos. Es un pequeño templo de influencia mozárabe, enclavado en un bello y tranquilo espacio junto al río. Normalmente se encuentra cerrada, pero si decimos en el monasterio que queremos verla por dentro, amablemente nos acompañan hasta ella y la abren para poder así ver su recoleto y bonito interior.





   El monasterio y la villa se asientan en un estrecho y escondido valle. El río Sarria cruza sus verdes prados y en sus orillas se levantan edificaciones de piedra y pizarra, sin duda un lugar para parar y conocer en nuestra ruta por la sorprendente provincia de Lugo.


                                                                                                                                                           Inma

lunes, 7 de enero de 2013

Parador de Vilalba, Playa de Las Catedrales, Mondoñedo, un viaje por Lugo







   El tranquilo y coqueto Parador de Vilalba consta de un edificio de piedra, de estilo pazo gallego, junto a una torre medieval del siglo XV, el torreón de los Condes de Andrade.

   En esta bonita torre se encuentran seis de las habitaciones del establecimiento, es de planta octogonal con 40 metros de altura, tiene un jabalí de piedra en su alta pared, emblema de los Andrade, y en su interior está decorada con pinturas murales y escudos.

   Hay un pequeño y cuidado jardín unificando el espacio entre ambos edificios junto a dos galerías acristaladas, en una de ellas está instalada una agradable cafetería

   Recientemente este Parador ha celebrado su 45 aniversario, y entre otras actividades han creado para la ocasión un menú especial llamado “la Tradición de los Entremeses” que sólo por probarlo merecía ya la visita al Parador.

   Este menú constaba de una bandeja de entrantes con lacón de Vilalba aceite de oliva y pimentón, empanada de raxo y verduras, salpicón de fabas de Lourenzá, mejillones de batea en escabeche, pimientos de Padrón y quesos gallegos. Después de terminar con estos apetitosos entrantes, que hubieran sido suficientes para una comida, se sirven los platos principales, guiso de chipirones, bacalao confitado, croquetón de jamón y jarrete de ternera gallega al estilo Chairego. Finalizando con un postre de semifrío de queso de San Simón, el rico queso que se elabora en esta zona.

   Para acompañar este completo menú fue perfecto un vino de  D.O. Ribera Sacra.

   Una deliciosa propuesta en su carta, que siguiendo con la costumbre que hay por toda Galicia, eran platos muy abundantes, sabrosos y utilizando productos locales, realmente un menú especial de aniversario imposible de acabar a pesar de estar exquisito.





     La estancia en el Parador de Vilalba se hace muy agradable dada la simpatía del personal que allí trabaja, además de poder hacer desde aquí variadas excursiones por la sorprendente y bella provincia de Lugo.



   A unos 60 kilómetros del Parador de Vilalba se encuentra la Playa de Las Catedrales, que pertenece al municipio de Ribadeo, en el mar Cantábrico. 




   Es una playa de blanca y suave arena que cuando baja la marea descubre caprichosas formas en las rocas, se puede pasear entre arcos y cuevas, y contemplar las curiosas formaciones originadas por el mar y el viento. Es realmente un lugar con un paisaje increíble y unos acantilados espectaculares,  una de las playas más visitadas y famosas de España.






  
    Otra excursión que se puede hacer desde el Parador de Vilalba es visitar Mondoñedo, a 30 kilómetros, ciudad declarada Conjunto Histórico-Artístico y que ostenta el título de ciudad desde que se lo otorgó el rey AlfonsoVII.



  
    Aquí destaca su catedral, construida en el siglo XIII y de diferentes estilos, románico, gótico y barroco. Su exterior tiene un gran rosetón, y en su interior se guarda  la Virgen Inglesa, una imagen gótica traída a la ciudad por un comerciante británico, también tiene interesantes pinturas murales de la época medieval.

   Cerca está el Palacio Episcopal, el Antiguo Ayuntamiento y el Seminario de Santa Catalina. Paseando por sus calles también podemos ver la casa natal de Álvaro Cunqueiro, uno de los más conocidos escritores de la literatura gallega. En otra parte de la ciudad está el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, junto a la Alameda. Desde aquí se divisa el Monasterio de los Picos, en la actualidad cerrado, era un lugar de descanso para los peregrinos que recorrían el Camino, ya que Mondoñedo se encuentra en la ruta del Camino Norte de Santiago.

   Una curiosidad de esta localidad es que cuenta con dos canales de agua que atraviesan uno de sus barrios, Os Muiños, que desde siempre se ha caracterizado por los artesanos que aquí tenían y tienen sus talleres, así se podía mover el molino para hacer harina u obtener su propia luz eléctrica. Y otra de sus curiosidades es que aquí tienen sus propia tarta, la tarta de Mondoñedo, elaborada con hojaldre, cabello de ángel y almendra, a la que se añade  para decorar higos y cerezas en almíbar, y que se puede probar en todas las cafeterías y restaurantes de la ciudad.





    Uno de los rincones más pintorescos es donde se encuentra la Fonte Vella, que tiene un majestuoso escudo imperial de Carlos I, también se la conoce como Fuente de Álvaro Cunqueiro ya que está frente a su casa  y  la cita en uno de sus pasajes de esta poética manera  “si viniera un perfumista de París, le llevaría a la Fonte Vella para que aspirase el aroma a heno de hierba recién cortada y partiendo de él, inventase un  perfume de otoño”


                                                                                                                                                           Inma

lunes, 15 de octubre de 2012

Monforte de Lemos, el Parador del Monasterio de San Vicente del Pino – Lugo





   Monforte de Lemos es la capital de la bellísima comarca conocida como la Ribeira Sacra. Esta situada a 40 kilómetros de Orense y a 60 kilómetros de Lugo.

   Aquí se encuentra lo que se conoce como El Escorial de Galicia, el Colegio de Nuestra Señora de La Antigua. Es de estilo herreriano y fue fundado por el cardenal Rodrigo de Castro. En sus orígenes fue un centro jesuita hasta la expulsión de España de esta Orden, y desde 1870 es regentado por los Padres Escolapios. Una prueba de este cambio se puede comprobar en la eliminación de todo símbolo anterior, habiendo por ello en sus escudos muchos espacios en blanco.

   En el interior de la inmensa iglesia hay un retablo de madera esculpida, a ambos lados se sitúan un cuadro de la Virgen Nuestra Señora de La Antigua, y una estatua del cardenal Rodrigo de Castro.

   En su pinacoteca se guardan auténticos tesoros, como dos pinturas de El Greco, San Francisco y San Lorenzo, bellos cuadros que han viajado a exposiciones internacionales incluso hasta Japón. Al visitar esta sala es cuando se nos explica que también contaban  con un conocido cuadro de Hugo Van Der Goes, la Adoración de los Reyes, pero que fue vendido al Museo de Berlín para así poder financiar la terminación de las obras del Colegio.

   Durante el recorrido también se puede admirar su escalera. Arquitectos de todo el mundo se desplazan hasta aquí para contemplarla. La gran escalera, aparentemente, no tiene ningún apoyo a pesar de sus grandes dimensiones y de estar construida con largos peldaños de granito de una sola pieza, lo que le da un aspecto de sencillez y elegancia. Parece ser que está sujeta por un arco que no queda a la vista, es una bella e ingeniosa obra de arquitectura.

   Paseando por Monforte de Lemos nos damos fácilmente cuenta de su ubicación en la Ruta Sur del Camino de Santiago.

   Se puede cruzar un agradable puente, de origen romano, sobre el río Cabe afluente del río Sil, siendo una zona muy tranquila desde la que se obtiene bonitas vistas de la localidad.





   Otra visita obligada es entrar al Centro del Viño da Ribeira Sacra, que cuenta con una exposición en la que se explica el cultivo y la producción de los vinos que se elaboran en toda esta zona, además hay una sala de catas, tienda y restaurante donde se pueden probar y comprar los distintos productos con esta Denominación de Origen.






   En la parte más alta de Monforte de Lemos se encuentra el Conjunto Monumental de San Vicente Do Pino, formado por la Torre del Homenaje, el Palacio de los Condes de Lemos y el Monasterio de San Vicente, estos dos últimos incluyen las instalaciones del fantástico Parador. Justo al lado está  la iglesia monacal, que se puede visitar, aunque no es fácil encontrarla abierta, en su interior se pueden ver restos de pinturas murales y un bonito bajorrelieve románico.

   Se puede recorrer la Torre del Homenaje. Es una imponente torre medieval, de planta cuadrada, y la más alta de Galicia. En sus distintas zonas hay una exposición donde se nos explica la historia del antiguo castillo, del que aún queda algún resto y parte de la muralla, y también se nos cuentan los orígenes y antiguas costumbres de la villa.  Hay una parte que me pareció especialmente bonita, la ventana de la reina, con dos grandes bancos laterales de piedra y  arcos, donde se sentarían a charlar las damas de la corte. Desde la parte superior de la torre se divisa todo el valle de Lemos con unas impresionantes vistas.





   El Palacio de los Condes de Lemos sufrió un trágico incendio y fue recuperado, junto al monasterio, para instalar el monumental parador. Tiene una bonita fachada en la que destaca el escudo y la imagen alta de San Benito. Cuenta con unas habitaciones muy amplias junto a un precioso claustro neoclásico, en el que aún queda un aljibe que se utilizaba para recoger el agua de la lluvia. En sus jardines hay una tranquila piscina, también tiene una zona de gimnasio y de jacuzzi, que está fenomenal para disfrutar de un momento de relax.





   Su restaurante presenta una variada y apetitosa carta de la que probamos varios de sus platos. Uno de los que más me gustaron fueron los canelones de filloas rellenos de verduras y langostinos sobre salsa de algas y erizos, una preparación de su cocina regional, realmente deliciosos. El arroz meloso de setas y hongos al queso de Arzúa-Ulloa, era como una versión del risotto italiano pero a la gallega. Los medallones de bonito con compota de cebolla y asadillo de pimientos, contundente y rico. Especialmente tierno estaba el lomo de ternera rubia gallega a la plancha con guarnición. Una excelente comida acompañada de un  estupendo vino de la Ribeira Sacra. Me encantaron los postres, las cremas heladas de castaña, brownie y queso, y el sorbete de mojito, muy originales y refrescantes.





   La estancia en el Parador de Monforte de Lemos ha sido muy agradable y con toda seguridad volveré para disfrutar, de nuevo, de su maravilloso entorno y de sus preciosas instalaciones.

                                                                                                                                                          Inma




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