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lunes, 5 de septiembre de 2022

La Catedral de Lérida y el Castillo de La Suda.

 


   La Seu Vella o Catedral Antigua de Lérida está situada en lo alto de una colina, su construcción se empezó en el siglo XIII y su claustro es famoso por ser uno de los más grandes de Europa.



   El claustro, con arcos góticos y detallada decoración, tiene cuatro galerías muy anchas y altas con 17 ventanales de unas dimensiones considerables. Por falta de espacio fue construido a los pies del templo. Posee una galería abierta a modo de mirador sobre la ciudad.



   En la fachada principal del templo está la Puerta de los Apóstoles desde la que se ve el claustro que ya se vislumbra magnífico antes de entrar a él.

   Recorriéndolo realmente impresiona su tamaño y su belleza.



   El campanario tiene más de 60 metros de altura, y se puede ver desde casi cualquier punto de la ciudad. Se puede subir a él, nosotros no pudimos hacerlo por falta de tiempo ya que cierra media hora antes que el resto del monumento.



   El interior de la iglesia tiene bóvedas y arcos góticos, destacando la Capilla Requesens y algunos restos de pinturas murales.



   A partir de la Guerra de Sucesión, la catedral fue transformada en cuartel militar por lo que ha llegado a nuestros días desprovista de adornos y con algunos de sus muros dañados.

   Desde el Baluarte de la Asunción, junto a la catedral,  se obtienen unas esplendidas vistas de Lérida y el rio Segre.



   Esta catedral forma parte del Camino de Santiago.







   En el mismo lugar está el Castillo La Suda, el antiguo palacio donde residía el rey. Distintos monarcas de la Corona de Aragón lo usaron en sus estancias en la ciudad.

   En este castillo se reconoció a Jaime I como rey en las Cortes de 1214. Jaime I El Conquistador fue coronado a los 6 años siendo el artífice de la expansión de la Corona de Aragón.



   La Sala de Cortes tiene una terraza superior desde donde se obtiene la mejor panorámica de la ciudad y su entorno.

   El castillo, convertido en cuartel militar durante la Guerra de los Segadores, perdió gran parte de sus edificaciones por las explosiones del polvorín situado en su interior.



   La fortificación militar está enmarcada por cuatro baluartes de defensa, cuenta además con otras estructuras defensivas.

   El recinto de la catedral y el castillo se encuentra amurallado.






   Si tenemos tiempo no hay que dejar de ver otro lugar en Lérida, el Antiguo Hospital de Santa María, tiene un precioso patio con una escalinata de piedra y una galería con arcos ojivales, en la actualidad este centro se utiliza para exposiciones y conciertos.



                                                                                                                                                Inma

 

martes, 28 de septiembre de 2021

Parador de Lérida, antiguo Convento del Roser.

 


   El Convento del Roser o del Rosario, fue una comunidad de Predicadores de la orden de los Dominicos. Su construcción comenzó en 1669.



   Tras la Desamortización de Mendizábal quedó abandonado; más tarde se utilizó como centro educativo, museo arqueológico y escuela de Bellas Artes, hasta que la Red de Paradores hizo una acertada y respetuosa reforma, acondicionándolo para convertirlo en un sorprendente y fantástico Parador.

   Está situado en el casco histórico de la ciudad, muy cerca de la Calle Mayor y de la Catedral Nueva.



   El bonito portal de entrada ya indica la singularidad del edificio.



   El claustro es de planta cuadrada y tiene tres pisos con arcadas. Está cubierto y es el centro del encantador establecimiento.



   Desde las galerías del patio se accede a las habitaciones, son amplias y funcionales, decoradas con colores naturales, y tienen unas camas muy grandes y confortables. El completo cuarto de baño, con ducha y bañera, resulta práctico y cómodo.



   Recorriendo el Parador veremos piezas de diseño contemporáneas, y una colección artística de oleos y grabados. Destaca la exhibición de unos preciosos cartones para la elaboración de   tapices cedidos por la Real Fábrica de Tapices.

   No hay que dejar de admirar el vestíbulo, la escalera y la antigua sacristía con frescos en el techo. En la tercera plata hay un moderno gimnasio con agradables terrazas con tumbonas.






   En la antigua iglesia, con varias bóvedas y una altísima cúpula, se ha instalado el maravilloso comedor. Tiene también pequeñas salas abiertas cada una con decoración diferente, resultando un conjunto espectacular.



   Su restaurante está atendido por un personal muy amable, y cuenta con una carta con unos deliciosos platos difícil de escoger entre ellos.



  Siguiendo las recomendaciones del atento jefe de Sala, acertamos al pedir tomates “Kumato” rellenos de Mató y su salpicón con boquerones, huevas de maruca, trucha y caviaroli; lubina del Delta ahumada a la vista con falso carbón y romesco; y ventresca de atún rojo del Estrecho con habitas a la menta, emulsión de guacamole y berenjena a la llama; de postre su nueva versión de crema catalana. Resultó un menú redondo, muy bien presentado en mesa y absolutamente exquisito.




   Durante el desayuno, en el mismo comedor, la oferta es muy variada y de gran calidad.



   Sin ninguna duda el Parador es muy recomendable por su sugerente y relajado ambiente, por la confortabilidad de las habitaciones, por su decoración cuidada al detalle, y por el alto nivel de profesionalidad de sus empleados.






                                                                                                                                                Inma

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