jueves, 1 de noviembre de 2012

Una tarde en Aranjuez



Aranjuez siempre ha sido una ciudad especial para mí. De niña era una de las excursiones más frecuentes que hacía con mis padres sobre todo en esta época del año, en otoño. Muchas tardes de domingo, soleadas pero frescas, mis padres me llevaban a pasear por sus jardines con dos acompañantes imprescindibles: la cámara de fotos y una bolsa de pipas. 

Años después (bastantes) Aranjuez fue la primera excusión que hice con Julián, mi marido, para mostrarle uno de los lugares favoritos de mi infancia. Hoy me llena de ilusión poder traeros “mi” Aranjuez, tal y como lo veía entonces y como lo disfruto ahora. 
Fuente de Hércules y Anteo

Fuente de Apolo
La visita comienza frente al Palacio, en la impresionante entrada al Jardín del Parterre, presidida por la Fuente de Hércules y Anteo. Atravesamos este jardín y nos dirigimos a la izquierda del Palacio y nos adentramos en mi preferido, el Jardín de la Isla, llamado así porque está rodeado por tres lados por el río Tajo. Se accede a él a través de un puente flanqueado por seis estatuas bajo el que discurre el río. La primera fuente que nos encontramos es la de Hércules e Hidra y más adelante la Fuente de Apolo. En estos pocos pasos ya nos hemos dado cuenta de que la mitología es la gran protagonista de las fuentes de este jardín. 
En el corazón de Jardín de la Isla

Fuente del Reloj
Dejando las bellas formas de Apolo llegamos a la Fuente del Reloj. En este punto recuerdo que yo preguntaba a mis padres: “¿Por qué se llama Fuente del Reloj?, yo no veo ningún reloj”. Y ellos siempre me explicaban con paciencia que recibe este nombre porque la sombra del chorro del agua marcaba las horas en los bordes como un reloj de verdad. 

Escuchando atenta sus explicaciones llegamos a mi fuente favorita: La Fuente del Niño de la Espina o Fuente del Espinario. Siempre me quedaba embelesada mirando al muchacho que intentaba quitarse una espina de su pie. Me acercaba a la fuente cuanto podía como si pudiera ver la espina y ayudarle en su tarea. En la plazoleta que acoge esta fuente hay un cenador en cada esquina con tres bancos. Aquí nos sentábamos a descansar unos instantes (cuando eres niño parece que el camino recorrido es mucho más largo) y observaba la fuente y al niño de la espina, y era en este punto cuando por fin mi madre sacaba la bolsa de pipas, lo que me daba fuerzas para continuar con el paseo. 



Fuente del Niño de la Espina

Dejando esta fuente nos gustaba adentrarnos en la parte más frondosa y laberíntica de los jardines donde nos acompañaba el sonido del agua, el canto de los pájaros y el crujir de las hojas en el suelo. Al pisar las hojas, siempre imagino a las damas de la nobleza de la época paseando por estos jardines y parece que escucho el “fru-fru” de sus enormes vestidos en contacto con las hojas de color ocre. Debo decir, haciendo un poco de Historia, que una de esas damas era la reina Isabel La Católica. Este jardín era tanto de su gusto que pasó a conocerse como Jardín de la Reina. En estos paseos otro de mis recuerdos es el de mi padre cogiendo un erizo caído de los árboles para mostrarme de dónde nacían las castañas. En ocasiones quedaba alguna dentro que limpiaba con cuidado y me guardaba en el bolsillo como un talismán y souvenir de esta excursión. 

Fuente de Baco
Llegando a uno de los extremos del jardín nos encontramos con otra de las fuentes que más me gusta, la Fuente de Baco. Coronado con un racimo de uvas y sentado sobre un tonel alza la copa de vino y casi no podemos resistirnos a alzar nuestro brazo y brindar con él. ¡Salud!. 
Cerca de Baco está la Fuente de Neptuno. Me resulta curiosa ya que bajo el Dios del Mar, en la misma fuente, se encuentra la Diosa Cibeles. Aquí, ambos Dioses, tan famosos dentro del terreno futbolístico, se encuentran juntos y reconciliados al margen de cualquier rivalidad y color. 

Una vez alcanzado este extremo emprendíamos nuestro camino de vuelta donde encontraremos más fuentes: la de Venus, la de Diana… aunque yo he querido traeros mis favoritas. Pero el relato no está completo, falta contar que antes de salir del jardín, era visita obligada ver a los patos nadando en el río (mi amor por los animales viene desde muy pequeña). Solíamos dejar este punto para el final porque podía pasarme las horas muertas observando a los patos y a los peces en su lucha por alcanzar los trozos de pan que arrojaba desde la barandilla. Sí, bueno, mi madre me preparaba un bocadillo para ir a Aranjuez porque decía que pasear por los jardines me abría el apetito y había que aprovechar esta circunstancia. Además, si me terminaba el bocata me compraban una cajita de las famosas y deliciosas fresas de Aranjuez. 


Esta es mi personal visión de Aranjuez, una ciudad con una gran oferta turística y cultural al sur de la Comunidad de Madrid. No sé si será casualidad que hoy resida a apenas cinco minutos de este lugar que recuerdo con tanto cariño. Hoy sigue siendo habitual que en días de otoño soleados me pierda por sus jardines con mi cámara de fotos y me siente a observar al niño de la espina. Quizás allí, nos encontremos algún día.

Vir

6 comentarios :

  1. Un artículo excelente, Vir. Muy personal y cargado de recuerdos entrañables que no se olvidan fácilmente. Aranjuez es un lugar muy romántico con su palacio y sus jardines al ladito de río que no hay que dejar de visitar. Su gastronomía tampoco deja indiferente al viajero aunque ya sé que darías todo por volver a comer los bocadillos de tu madre. Me has emocionado con tu relato. Gracias por compartir con nosotros "una tarde en Aranjuez".

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  2. Gran relato Vir, una auténtica declaración de sentimientos y experiencias en este pueblo del sur de la Comunidad de Madrid. Los recuerdos familiares en lugares especiales son algo precioso y que me encanta recordar. Es algo que merece la pena dejar por escrito para que nunca se olvide. Poder corretear por esos jardine tan espectaculares es una experiencia maravillosa. Gracias por compartirla amiga. Un abrazo, vaya fichaje más bueno, hemos hecho para el blog y sin pagar cláusula.

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  3. Según te estaba leyéndote,me venia los recuerdos cuando mis padres también me llevaban,es un sitio precioso con mucha magia, me encanta pasear por sus jardines.
    Bonito y entrañable artículo.

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  4. Me encanta Aranjuez, es una ciudad que rebosa historia, ya que fue lugar de descanso y recreo de varios monarcas españoles. Me has hecho revivir mis visitas a este jardín, un lugar muy ameno y relajado con una gran variedad de arboles, fuentes y estatuas. El otoño es una estación muy recomendable para visitarlo, recorrer sus senderos acompañados por el sonido de las hojas en el suelo, es todo un placer.
    Un artículo lleno de recuerdos. Gracias por compartirlos con nosotros.

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  5. Unos recuerdos entrañables, Vir, me ha resultado muy agradable leer lo que nos cuentas.
    Aranjuez es un lugar muy bonito y pasear y perderse por sus jardines sin duda es algo especial.
    Es curioso, tengo un amigo que vive en Aranjuez y en su casa tiene un mural, pintado por él mismo, de la Fuente del Niño de la Espina que le quedó muy bien, lo hizo porque quería tener cerca una parte de estos jardines tan queridos también para él.

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  6. Precioso post, Vir!


    Me encanta Aranjuez y todos los años llevo a mis alumnos a visitar su Palacio y aledaños.

    Y ya que hablamos de Reales Sitios, a ver si te animas, Inma, a escribirnos un post sobre los Jardines de La Granja que tan bien conoces!!

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