miércoles, 25 de enero de 2012

Jaén y su castillo.



Esta historia empezó con el encargo de una misión que nos llevaría a Jaén, todo se produjo con mucha celeridad, de improviso, se nos solícitó a mi fiel acompañante y a mi persona la visita a esta ciudad del sur de nuestra España, para conocer su estado, su cultura y sus gentes, para así informar de cómo se encuentra la ciudad en esta época tan convulsa en la que vivimos hoy.


Catedral

Castillo de Santa Catalina


Nuestro viaje arrancó a los amaneceres, preparamos nuestros aperos, achiperres y ropajes para emprender un camino largo. Al principio  nos encontramos con una niebla espesa y un frío que se metía en los huesos. Esta mezcla entristece un poco al cuerpo y a la mente, te apaga algo, pero al salir de las afueras de nuestro querido Madrid, cruzar el Tajo y entrar en esas tierras manchegas y quijotescas todo se fue disipando, la niebla y el sueño. Estas llanuras están llenas de cereal y viñas, todo ello salpicado por cerros con algún molino, que me hacen recordar las batallas de la obra maestra de nuestra literatura patria, con esos gigantes imaginarios que Cervantes nos describió con su gran genialidad. Desde el camino por donde cabalgábamos se ven algunos de esos molinos, los de Consuegra, con su castillo entre ellos, una imagen maravillosa, que espero poder hacer parada y fonda en ellos para conocerlos, a no mucho tardar.

Nuestro camino continuo tranquilo hasta que nuestros estómagos, empezaron a hablar y a quejarse. Aprovechamos la cercanía de una venta muy popular en Puerto Lápice, los dos la conocíamos ya de otras aventuras, por lo que no dudamos en parar a tomar unos cafés  para acallar nuestras vísceras y para templar nuestros cuerpos. Esta venta es muy grande y está bien atendida por unos buenos taberneros. Tiene un gran patio central con muchas mesas, una bodega interior para tomar unas buenas migas o gachas con unos buenos caldos para llenar el gaznate. Es parada obligada si vas a visitar tierras sureñas, te atienden bien y el lugar es bonito y acogedor, siempre lleno de gente, es un lugar típico y agradable.


Venta del Quijote

Bodega

Patio


Emprendimos el camino hacia Despeñaperros, esa barrera natural que separa la Mancha de tierras jienenses. Siempre que pasamos por aquellos parajes nos sobrecogemos un poco, es un lugar precioso por su vegetación y sus desfiladeros, pero algo peligroso por esa diferencia de altura que hay que salvar, aunque últimamente los caminos van mejorando y se pasa mejor.

Al pasar este desfiladero nos damos de bruces con un mar de olivos, miles y miles de hectáreas,  los cuales nos acompañaron hasta el final de nuestro trayecto. El olor del ambiente cambia, es intenso pero a la vez embriagado. Del fruto de estos árboles muchos ya centenarios, se saca ese oro líquido que tan bien riega nuestros platos y los hace más saludables y sabrosos. Un buen pan, con un chorro de aceite y un poco de sal, es un manjar sencillo, pero muy rico, a veces lo más sencillo produce más satisfacción que el plato más elaborado. En definitiva un paisaje que impresiona, no deja indiferente a nadie.


Mar de olivos


Llegamos a buena hora a nuestro destino, Jaén, una ciudad en cuesta, con calles empinadas, laberínticas y estrechas que le confiere su pasado, árabe, judío y cristiano. Ha sido ciudad de paso de todas estas civilizaciones y cada una de ellas ha dejado su aportación en esta ciudad. En esta ocasión nos esperaba un alojamiento imponente, no siempre es así,  establecido en un cerro sobre la ciudad, rodeado de pinos y con unas vistas excepcionales de Jaén, la tendríamos a nuestros pies. Me refiero al Castillo de Santa Catalina alargado por la orografía del lugar, con sus magníficas torres, su patio de armas, sus almenas. Nos esperaban y nos dieron cobijo en una de sus habitaciones, para que dejáramos allí nuestros bártulos, una estancia cómoda, no muy amplia, pero muy bien equipada para el descanso del guerrero, con unas preciosas vistas hacia la sierra cercana y sus pedanías.


Después de acicalarnos, recorrimos el castillo para conocer sus recovecos y nos sorprendió por su grandeza y amplitud. En pocas palabras nos dejo muy buen sabor de boca, En nuestras aventuras alojarnos en un castillo no es lo habitual y no íbamos a dejar pasar la oportunidad de disfrutarlo lo que pudiéramos y nos dejaran, por lo que escudriñamos el lugar incluso estuvimos en las letrinas del mismo. Paseamos alrededor del Castillo, por un pinar hasta una cruz al inicio del cerro, desde donde se contempla todo Jaén, una de esas vistas que la retina no olvidará nunca.



Por la hora nos decidimos a bajar a la ciudad para una primera toma de contacto, dejamos nuestro vehículo, y emprendimos el camino para conocerla ,  pero el hambre y la visión de una taberna llamada panaceite,  http://www.panaceite.com/., nos decidió a hacer una parada para tapear, comer o lo que se tercie, los viajes abren el apetito, y qué coño hay que probar las viandas y los manjares de los lugares que se visitan, es una manera como cualquier otra de conocerlos. Empezamos con cerveza  que junto a las tapas en forma de aceituna y embutido, nos abrieron el camino para probar un vino del lugar llamado Marqués de Campoameno 2007, un vino con mezcla de tempranillo, garnacha y cabernet sauvignon, que resultó exquisito, suave y que cumplió con su cometido de acompañar a un hermoso flamenquín y una media ración de choto con ajos que nos dejó bien pertrechados y satisfechos.  Un lugar ideal para una parada y tomar algo, te atienden con premura, se nota que es bueno, porque estaba a rebosar.





Flamenquín


Atención a la tapa


Decidimos ir a la Catedral, es un imponente edificio renacentista con dos torres gemelas y una portada espectacular. Pararse unos minutos en la plaza que la acoge y observarla merece muchísimo la pena. Estaba cerrada hasta las 16.00h y nos tomamos unas gordas en un local cercano para hacer tiempo, por cierto los precios asequibles, por unas monedas bebes y comes opíparamente.
Después de esta amena espera, con cervezas ya en nuestras tripas,  ya abiertas las puertas de este lugar de culto nos encontramos con que cobraban a su entrada unas monedas, no entramos porque después de pagar no dejaban hacer fotos en su interior y esto nos resultó un poco ofensivo. No estoy en contra de pagar por visitar los lugares, pero si a que haya restricciones absurdas. Este fue el primer intento, más adelante os contaré el segundo.




Después de este pequeño traspiés y de dar vueltas sin sentido, debido a nuestro estado de satisfacción y porque no decir de semi-embriaguez decidimos volver a nuestros aposentos en el Castillo y descansar con una buena siesta, esas de pijama y orinal. Madrugar tanto, trae estas consecuencias, el cuerpo cansado y lleno de buenas bebidas y mejores comidas hace que pida cama y descanso.

Un par de horas más tarde, con el ánimo renovado y el cuerpo descansado, nos dispusimos a cenar en uno de los comedores del castillo, un lugar con arcos apuntados con unas lámparas de forja impresionantes que formaban un conjunto acogedor e ideal para degustar unos platos perfectamente presentados, contundentes y sabrosos. Nunca había probado un salmorejo tan bueno, suave y a la vez sabroso, una delicia, mis más sinceras felicitaciones al cocinero, por tan ricos manjares. Todo lo regamos con un magnifico Vega Ibor de Bodegas Real. Una cena estupenda, relajada, sin prisa y muy bien atendida por el servicio del Castillo, al que no se le puede poner ni un pero.




Después de la cena, nos relajamos en las estancias comunes, en uno de los torreones acondicionado para esos menesteres, un fin de fiesta de lujo, para después dormir a pierna suelta en nuestros aposentos, después de este día tan ajetreado.

Al despertar nos esperaba un desayuno digno del lugar en que nos encontrábamos, todo tipo de embutidos ibéricos, huevos, chorizo, morcilla, panes de muchos tipos, multitud de dulces, fruta, etc. Todo ello con café, leche, infusiones, e incluso vino y cava. Estos manjares dispuestos en una barra a nuestro servicio y disfrute. Nos estaban tratando de lujo y dimos buena cuenta de estas exquisiteces durante casi una hora, incluso ese día no comimos, ya que quedamos tan llenos que el cuerpo no pidió alimento hasta la noche.


Desayuno ibérico

Desayuno de los campeones


Abandonamos el castillo a media mañana y bajamos de nuevo a  Jaén, paseamos por su casco histórico, sus calles empinadas y aprovechamos la ocasión de entrar en la Catedral en hora de culto para conocer este imponente edificio renacentista, con una decoración en sus techos que te deja con la boca abierta, su interior no desmerece a su exterior. Forma un conjunto que merece la pena visitar, aprovechar la hora de misa y visitarlo ya que el precio de la visita, quizá sea un poco excesivo y encima te prohíben inmortalizar la visita con fotos.

La vuelta a la capital resultó un poco tediosa por la persistente lluvia, solo cabe destacar la parada que hicimos cerca de Guarroman, Jaén. En una pastelería conocida por sus hojaldres. El lugar se llama Hojaldres Moreno y estoy seguro de que compraréis alguno de sus muchas variedades de hojaldre. Son simplemente de diez.

Para concluir os desgloso el informe que pasamos a nuestros superiores después de nuestro viaje por estas tierras andaluzas:

“Querríamos deciros como conclusión final que Jaén, una tierra de olivos y de labranza es una tierra acogedora, sus gentes nos atendieron con diligencia, cercanía y amabilidad. La ciudad es hermosa, tranquila, quizá en demasía en algunos momentos, posiblemente por la época del año en que la hemos visitado, pero en definitiva un lugar  apacible, interesante, con importantes monumentos para visitar. Por lo tanto si Vuestra Merced quisiera conocer estas tierras, según nuestras experiencias vividas allí recomendaría su visita, os atenderán bien y disfrutaréis de la ciudad y sus gentes


Escrito por Filustro

5 comentarios :

  1. Un simpático artículo, me he reído con las ocurrencias de Vuestra Merced, muy apropiado para el alojamiento en un castillo.
    No conozco Jaén ni su parador, pero sí parte de la provincia y me gusta ese mar de olivos que citas, siempre que he ido he comprado allí un aceite buenísimo.
    Tomo nota de tus recomendaciones y gracias por las fotos, que bonito el salón con chimenea del parador.
    Me alegro de que lo pasarais bien. Un abrazo.

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  2. Me ha gustado mucho la forma en la que describes vuestra escapada de fin de semana .Yo también me he reído con vuestras ocurrencias hay que ver lo bien que os lo montáis hacéis muy bien. Estuve alojada en el parador hace ya tiempo me encantó, está en un sitio privilegiado y con unas vistas maravillosas .

    Un abrazo.

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  3. Me ha parecido muy ameno y divertido tu artículo Filustro . Conozco Jaén , me gustó bastante pasear por sus calles, recuerdo las vistas de la ciudad desde el mirador con la Catedral de fondo es impresionante, y su Parador me pareció una pasada . Gracias por tus recomendaciones de donde poder tapear y tomar una cerveza .Un buen trabajo con las fotos son muy buenas . Desde luego merece la pena perderse por estas tierras. Un saludo.

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  4. Me alegra mucho que hayas traído a estas páginas la ciudad de Jaén . Es todo un placer pasear por sus calles y admirar su magnifica catedral . Del parador guardo muy buenos recuerdos,la verdad es que me encanto ,es una pasada. Muchas gracias por tus sabias recomendaciones sobre donde tomar unas tapas y una cerveza.Las fotos buenísimas me han gustado mucho . Un saludo.

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  5. Gracias por vuestros comentaros. Os espero en mi siguiente aventura. Un abrazo fuerte a todos.

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