Esta historia empezó con el encargo de una misión que nos
llevaría a Jaén, todo se produjo con mucha celeridad, de improviso, se nos
solícitó a mi fiel acompañante y a mi persona la visita a esta ciudad del sur
de nuestra España, para conocer su estado, su cultura y sus gentes, para así
informar de cómo se encuentra la ciudad en esta época tan convulsa en la que
vivimos hoy.
Catedral |
Castillo de Santa Catalina |
Nuestro viaje arrancó a los amaneceres, preparamos nuestros
aperos, achiperres y ropajes para emprender un camino largo. Al principio nos encontramos con una niebla espesa y un
frío que se metía en los huesos. Esta mezcla entristece un poco al cuerpo y a la
mente, te apaga algo, pero al salir de las afueras de nuestro querido Madrid,
cruzar el Tajo y entrar en esas tierras manchegas y quijotescas todo se fue
disipando, la niebla y el sueño. Estas llanuras están llenas de cereal y viñas,
todo ello salpicado por cerros con algún molino, que me hacen recordar las
batallas de la obra maestra de nuestra literatura patria, con esos gigantes
imaginarios que Cervantes nos describió con su gran genialidad. Desde el camino
por donde cabalgábamos se ven algunos de esos molinos, los de Consuegra, con su
castillo entre ellos, una imagen maravillosa, que espero poder hacer parada y
fonda en ellos para conocerlos, a no mucho tardar.
Nuestro camino continuo tranquilo hasta que nuestros
estómagos, empezaron a hablar y a quejarse. Aprovechamos la cercanía de una
venta muy popular en Puerto Lápice, los dos la conocíamos ya de otras
aventuras, por lo que no dudamos en parar a tomar unos cafés para acallar nuestras vísceras y para templar
nuestros cuerpos. Esta venta es muy grande y está bien atendida por unos buenos
taberneros. Tiene un gran patio central con muchas mesas, una bodega interior
para tomar unas buenas migas o gachas con unos buenos caldos para llenar el gaznate.
Es parada obligada si vas a visitar tierras sureñas, te atienden bien y el
lugar es bonito y acogedor, siempre lleno de gente, es un lugar típico y
agradable.
Venta del Quijote |
Bodega |
Patio |
Emprendimos el camino hacia Despeñaperros, esa barrera
natural que separa la Mancha de tierras jienenses. Siempre que pasamos por
aquellos parajes nos sobrecogemos un poco, es un lugar precioso por su
vegetación y sus desfiladeros, pero algo peligroso por esa diferencia de altura
que hay que salvar, aunque últimamente los caminos van mejorando y se pasa
mejor.
Al pasar este desfiladero nos damos de bruces con un mar de
olivos, miles y miles de hectáreas, los
cuales nos acompañaron hasta el final de nuestro trayecto. El olor del ambiente
cambia, es intenso pero a la vez embriagado. Del fruto de estos árboles muchos
ya centenarios, se saca ese oro líquido que tan bien riega nuestros platos y
los hace más saludables y sabrosos. Un buen pan, con un chorro de aceite y un
poco de sal, es un manjar sencillo, pero muy rico, a veces lo más sencillo
produce más satisfacción que el plato más elaborado. En definitiva un paisaje
que impresiona, no deja indiferente a nadie.
Mar de olivos |
Llegamos a buena hora a nuestro destino, Jaén, una ciudad en
cuesta, con calles empinadas, laberínticas y estrechas que le confiere su
pasado, árabe, judío y cristiano. Ha sido ciudad de paso de todas estas
civilizaciones y cada una de ellas ha dejado su aportación en esta ciudad. En
esta ocasión nos esperaba un alojamiento imponente, no siempre es así, establecido en un cerro sobre la ciudad,
rodeado de pinos y con unas vistas excepcionales de Jaén, la tendríamos a nuestros
pies. Me refiero al Castillo de Santa Catalina alargado por la orografía del
lugar, con sus magníficas torres, su patio de armas, sus almenas. Nos esperaban
y nos dieron cobijo en una de sus habitaciones, para que dejáramos allí
nuestros bártulos, una estancia cómoda, no muy amplia, pero muy bien equipada
para el descanso del guerrero, con unas preciosas vistas hacia la sierra
cercana y sus pedanías.
Después de acicalarnos, recorrimos el castillo para conocer
sus recovecos y nos sorprendió por su grandeza y amplitud. En pocas palabras nos
dejo muy buen sabor de boca, En nuestras aventuras alojarnos en un castillo no
es lo habitual y no íbamos a dejar pasar la oportunidad de disfrutarlo lo que
pudiéramos y nos dejaran, por lo que escudriñamos el lugar incluso estuvimos en
las letrinas del mismo. Paseamos alrededor del Castillo, por un pinar hasta una
cruz al inicio del cerro, desde donde se contempla todo Jaén, una de esas
vistas que la retina no olvidará nunca.
Por la hora nos decidimos a bajar a la ciudad para una primera toma de contacto, dejamos nuestro vehículo, y emprendimos el camino para conocerla , pero el hambre y la visión de una taberna llamada panaceite, http://www.panaceite.com/., nos decidió a hacer una parada para tapear, comer o lo que se tercie, los viajes abren el apetito, y qué coño hay que probar las viandas y los manjares de los lugares que se visitan, es una manera como cualquier otra de conocerlos. Empezamos con cerveza que junto a las tapas en forma de aceituna y embutido, nos abrieron el camino para probar un vino del lugar llamado Marqués de Campoameno 2007, un vino con mezcla de tempranillo, garnacha y cabernet sauvignon, que resultó exquisito, suave y que cumplió con su cometido de acompañar a un hermoso flamenquín y una media ración de choto con ajos que nos dejó bien pertrechados y satisfechos. Un lugar ideal para una parada y tomar algo, te atienden con premura, se nota que es bueno, porque estaba a rebosar.
Flamenquín |
Atención a la tapa |
Decidimos ir a la Catedral, es un imponente edificio
renacentista con dos torres gemelas y una portada espectacular. Pararse unos
minutos en la plaza que la acoge y observarla merece muchísimo la pena. Estaba
cerrada hasta las 16.00h y nos tomamos unas gordas en un local cercano para
hacer tiempo, por cierto los precios asequibles, por unas monedas bebes y comes
opíparamente.
Después de esta amena espera, con cervezas ya en nuestras
tripas, ya abiertas las puertas de este
lugar de culto nos encontramos con que cobraban a su entrada unas monedas, no
entramos porque después de pagar no dejaban hacer fotos en su interior y esto
nos resultó un poco ofensivo. No estoy en contra de pagar por visitar los
lugares, pero si a que haya restricciones absurdas. Este fue el primer intento,
más adelante os contaré el segundo.
Después de este pequeño traspiés y de dar vueltas sin
sentido, debido a nuestro estado de satisfacción y porque no decir de
semi-embriaguez decidimos volver a nuestros aposentos en el Castillo y
descansar con una buena siesta, esas de pijama y orinal. Madrugar tanto, trae
estas consecuencias, el cuerpo cansado y lleno de buenas bebidas y mejores
comidas hace que pida cama y descanso.
Un par de horas más tarde, con el ánimo renovado y el cuerpo
descansado, nos dispusimos a cenar en uno de los comedores del castillo, un
lugar con arcos apuntados con unas lámparas de forja impresionantes que formaban
un conjunto acogedor e ideal para degustar unos platos perfectamente
presentados, contundentes y sabrosos. Nunca había probado un salmorejo tan
bueno, suave y a la vez sabroso, una delicia, mis más sinceras felicitaciones
al cocinero, por tan ricos manjares. Todo lo regamos con un magnifico Vega Ibor
de Bodegas Real. Una cena estupenda, relajada, sin prisa y muy bien atendida
por el servicio del Castillo, al que no se le puede poner ni un pero.
Después de la cena, nos relajamos en las estancias comunes,
en uno de los torreones acondicionado para esos menesteres, un fin de fiesta de
lujo, para después dormir a pierna suelta en nuestros aposentos, después de
este día tan ajetreado.
Al despertar nos esperaba un desayuno digno del lugar en que
nos encontrábamos, todo tipo de embutidos ibéricos, huevos, chorizo, morcilla,
panes de muchos tipos, multitud de dulces, fruta, etc. Todo ello con café,
leche, infusiones, e incluso vino y cava. Estos manjares dispuestos en una
barra a nuestro servicio y disfrute. Nos estaban tratando de lujo y dimos buena
cuenta de estas exquisiteces durante casi una hora, incluso ese día no comimos,
ya que quedamos tan llenos que el cuerpo no pidió alimento hasta la noche.
Desayuno ibérico |
Desayuno de los campeones |
Abandonamos el castillo a media mañana y bajamos de nuevo a Jaén, paseamos por su casco histórico, sus
calles empinadas y aprovechamos la ocasión de entrar en la Catedral en hora de
culto para conocer este imponente edificio renacentista, con una decoración en
sus techos que te deja con la boca abierta, su interior no desmerece a su exterior.
Forma un conjunto que merece la pena visitar, aprovechar la hora de misa y
visitarlo ya que el precio de la visita, quizá sea un poco excesivo y encima te
prohíben inmortalizar la visita con fotos.
La vuelta a la capital resultó un poco tediosa por la persistente
lluvia, solo cabe destacar la parada que hicimos cerca de Guarroman, Jaén. En
una pastelería conocida por sus hojaldres. El lugar se llama Hojaldres Moreno y
estoy seguro de que compraréis alguno de sus muchas variedades de hojaldre. Son
simplemente de diez.
Para concluir os desgloso el informe que pasamos a nuestros
superiores después de nuestro viaje por estas tierras andaluzas:
Escrito por Filustro
Un simpático artículo, me he reído con las ocurrencias de Vuestra Merced, muy apropiado para el alojamiento en un castillo.
ResponderEliminarNo conozco Jaén ni su parador, pero sí parte de la provincia y me gusta ese mar de olivos que citas, siempre que he ido he comprado allí un aceite buenísimo.
Tomo nota de tus recomendaciones y gracias por las fotos, que bonito el salón con chimenea del parador.
Me alegro de que lo pasarais bien. Un abrazo.
Me ha gustado mucho la forma en la que describes vuestra escapada de fin de semana .Yo también me he reído con vuestras ocurrencias hay que ver lo bien que os lo montáis hacéis muy bien. Estuve alojada en el parador hace ya tiempo me encantó, está en un sitio privilegiado y con unas vistas maravillosas .
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha parecido muy ameno y divertido tu artículo Filustro . Conozco Jaén , me gustó bastante pasear por sus calles, recuerdo las vistas de la ciudad desde el mirador con la Catedral de fondo es impresionante, y su Parador me pareció una pasada . Gracias por tus recomendaciones de donde poder tapear y tomar una cerveza .Un buen trabajo con las fotos son muy buenas . Desde luego merece la pena perderse por estas tierras. Un saludo.
ResponderEliminarMe alegra mucho que hayas traído a estas páginas la ciudad de Jaén . Es todo un placer pasear por sus calles y admirar su magnifica catedral . Del parador guardo muy buenos recuerdos,la verdad es que me encanto ,es una pasada. Muchas gracias por tus sabias recomendaciones sobre donde tomar unas tapas y una cerveza.Las fotos buenísimas me han gustado mucho . Un saludo.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentaros. Os espero en mi siguiente aventura. Un abrazo fuerte a todos.
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