sábado, 25 de mayo de 2024

El Parador de La Granja

 


   El primer monarca de la dinastía de los Borbones, Felipe V, eligió La Granja de San Ildefonso, en plena Sierra de Guadarrama, como lugar de descanso y quietud.

   San Ildefonso perteneció a una importante familia visigoda de Toledo. En la época de los Trastámara se levantó, en los terrenos que pertenecen al actual palacio, una ermita en su nombre.





  Felipe V compró a los monjes Jerónimos la granja y hospedería que poseían en estas tierras. Este paraje siempre había atraído a la monarquía como lugar para cazar en sus montes y pescar en sus ríos. El rey tenía el propósito de levantar una residencia para su ocio y relax, y se terminó convirtiendo en su lugar favorito.



   La Granja llegó a ser sede de la Corte, y se construyeron por ello varios edificios para dar  servicio al cercano palacio.



   La reina Isabel de Farnesio, siendo ya viuda de Felipe V, concluyó las obras del conjunto arquitectónico. Está formado por el Palacio Real, los Jardines Reales, la Colegiata, la Casa de Canónigos, la Casa de Oficios, las Caballerizas, el Cuartel de la Guardia de Corps, la Real Fábrica de Cristales y el Palacio de Caza de Riofrío.





   Ambos monarcas dispusieron ser enterrados en la Colegiata, la capilla anexa al palacio.



   Posteriormente el rey Carlos III y su esposa Amalia de Sajonia mandaron edificar para sus hijos, Gabriel y Antonio, la Casa de los Infantes.

   Ya estando abandonada la Casa de los Infantes, un incendio lo destruyó casi por completo.



   El Parador situado a pocos metros del palacio está divido en dos históricos edificios, un centro de congresos y convenciones, y la Casa de los Infantes.







   El Centro de Congresos y Convenciones Guardia de Corps, está situado en un pabellón que estuvo ocupado por las tropas de caballería al servicio de la Corona.





   En la entrada de la Casa de los Infantes, donde se sitúa la recepción del Parador, nos recibe una bellísima lámpara realizada en la Fábrica de Cristal de La Granja.



El imponente edificio de grandes muros tiene tres alargados patios interiores levantados a cuatro alturas.



   Son precioso sus arcos, paredes de ladrillo y vigas de madera.



   Su diseño y decoración combina lo moderno y funcional con elementos históricos. Es un Parador con mucho encanto.






   Las habitaciones son amplias, cómodas y tranquilas.






   En su restaurante Puerta de La Reina, como no podría ser de otra manera destacan los Judiones de La Granja, la alubia blanca suave y enorme que se produce en esta zona, así como el cochinillo y el ponche segoviano. Su gastronomía típica castellana también se completa con otro tipo de platos, todo lo que probamos estaba delicioso, de gran calidad, y además muy bien atendidas las mesas.






   Los variados y ricos desayunos se sirven en uno de los patios, siempre me ha parecido uno de los salones para el desayuno más bonitos de la Red.



   El Parador tiene además una pequeña piscina exterior, un gimnasio, y zona de spa con salas de tratamientos.



   La Granja pertenece al foro de Ciudades de la Ilustración y a la Red de Ciudades Europeas del Vidrio.

                                                                                                                                                  Inma

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