lunes, 23 de febrero de 2015

Guadalest y las Fuentes del Algar

Durante unas vacaciones de verano en la costa levantina concretamente en Denia, tuvimos la oportunidad de explorar el interior de la provincia de Alicante habitualmente desconocido por el típico veraneante madrileño de sandalias y sombrilla.

Alicante es bien conocida por sus numerosas playas de cálidas aguas y su ciudad, protegida por el imponente Castillo de Santa Bárbara dominando el cerro frente a la playa del Postiguet. La costa alicantina está plagada de pueblos ideales para el veraneante que busca playa, calor y diversión durante sus vacaciones sin embargo, la provincia de Alicante también esconde lugares que te trasladan a otro mundo como fue, en nuestro caso, el descubrimiento de las llamadas Fuentes del Algar.

El azar quiso que una compañera de trabajo de mi marido nos los recomendara encarecidamente y fue tanta su insistencia que no nos quedó más remedio que hacerle caso. Una mañana temprano dejamos la sombrilla en el apartamento y nos dirigimos al bonito pueblo de Guadalest que, si no me equivoco, es el pueblo con mayor número de museos de España, sólo le falta el Museo de la Pipa. En serio, existen en este pueblo museos dedicados a casi todo lo imaginable, el museo de micro miniaturas, del belén ecológico o el de saleros y pimenteros, por poner algunos ejemplos. Decidimos que no queríamos visitar ninguno de ellos y nos adentramos en el pueblo de Guadalest por su puerta principal que da acceso a la villa amurallada. Esta zona del pueblo conserva sus casas típicas, blancas y tradicionales ocupadas ahora por tiendas de artesanía, decoración y souvenirs que resultan muy pintorescas.

La visita al castillo medieval dominando el pueblo y el pantano del mismo nombre que se extiende a sus pies es muy recomendable. Te permite explorar todos los lugares de castillo, sus murallas y almenas y es un privilegiado mirador al pantano y al valle por el que habíamos accedido con el coche.

Castillo de Guadalest


Tras la visita al centro del pueblo y al castillo decidimos comprar un poco de fruta, riquísima y fresca a un repartidor que la vendía en la carretera y volver hacia Callosa d’En Sarrià el pueblo por el que habíamos pasado por la mañana e ir a buscar las fuentes. Allí dejamos el coche y encontramos a las afueras un sendero que indicaba el acceso a las fuentes. Confieso que estuvimos a punto de darnos la vuelta al ver delante de nosotros una taquilla donde cobraban entrada para acceder a una zona de baño en plena naturaleza pero no perdimos la fe y pagamos religiosamente la entrada para encontrar lo que desde entonces llamamos "una selva". El río Algar forma allí una poza rodeada de vegetación y rocas por todas partes, había pequeñas cuevas por las que el agua se precipitaba en cascadas, las piedras estaban cubiertas de musgo y subiendo unos escalones excavados en la propia roca se remontaba el río unos cuantos metros más arriba para encontrar otra poza mayor, ésta formada por una pequeña presa que controlaba el caudal de agua que caía por las cascadas y que llenaba la primera poza de la que os hablaba cerca de la entrada.

Las Fuentes del Algar

Resulta que ese pequeño paraíso eran las piscinas "municipales" del pueblo - de ahí el hecho de que cobraran entrada. ¡Menudo privilegio poder darse un chapuzón al lado de casa en semejante paraje! Las señoras mayores cuidaban de los niños pequeños cerca de la orilla en la poza en la que daba el sol y donde menos cubría mientras que los jóvenes se bañaban y jugaban en las otras pozas. Parecía que nadie se atrevía a acceder a la zona de las cascadas y después de acercarnos a calibrar si era posible o no el acceso, nos adentramos por las rocas con cuidado de no resbalar para terminar "duchándonos" en la cascada. Debajo de la cascada el ruido era ensordecedor pero el agua estaba fresca y clara y rodeados por la exuberante vegetación se perdía toda noción de tiempo y espacio.

El resto de la tarde lo pasamos nadando y jugando a remontar la corriente del río que para tratarse del mes de Julio llevaba bastante caudal.

Altea
Cuando el sol dejó de calentar regresamos al apartamento de Denia no sin antes realizar una corta parada en el pintoresco pueblo de Altea para visitar sus calles estrechas, empinadas y jalonadas de blancas casitas. Fue un día maravilloso y completo en un lugar que hasta entonces nos era totalmente ajeno y en plena armonía con la naturaleza. Os lo recomiendo. 



Susana

4 comentarios :

  1. Desde luego tener piscinas municipales así, es otra historia. Qué gusto poder disfrutar de un baño en un lugar tan bonito, con agua limpia y fresca, que no fría. Para ser un mes de julio se ve la cascada muy abundante y todo bastante verde.
    Altea, precioso pueblo, y unas estupendas playas las de Alicante.

    ResponderEliminar
  2. Hace unos años estuvimos allí y me gustó mucho ,no tuvimos la suerte de poder bañarnos por que el tiempo no acompañaba y nos quedamos con las ganas.
    La visita al castillo a sus murallas y almenas fue muy agradable , muy recomendable.
    Bonitas fotos

    ResponderEliminar
  3. Lugar muy agradable al que me acerque en un invierno ya que se trata de un paraje que esta abierto practicamente todo el año. En verano se utiliza como piscina natural y en otras temporadas un recorrido de aproximadamente 1,5 km recorre el cauce del río. Después del paseo para terminar me acerque a Guadalest, un pueblo precioso con pequeñas calles, aire de montaña y hermosos paisajes.

    ResponderEliminar
  4. Una excursión sorprendente, no me esperaba que estos lugares fueran tan pintorescos y espectaculares. Guadalest un rincón coqueto y bien conservado, perderse por el castillo y sus callejuelas fue placentero. La Fuentes del Algar un enclave paradisiaco que no te esperas encontrar en estas latitudes, fue una auténtica delicia bañarse en esas aguas cristalinas. Recomiendo a todos los que visitéis la provincia de Alicante os acerquéis por esta zona, es un complemento ideal para el turismo de playa, animaros. Gran trabajo Susana

    ResponderEliminar

"