jueves, 11 de diciembre de 2014

El castillo de Montánchez y Santa Lucía del Trampal – Cáceres





   Romanos, visigodos, árabes y cristianos ocuparon la atalaya del centro de Extremadura donde se alza el castillo de Montánchez. Su construcción se remonta al siglo II cuando los romanos conquistaron estos territorios.

   Durante siglos esta fortaleza ha sufrido transformaciones sobre todo en el periodo de la Reconquista, mientras musulmanes y cristianos se disputaban su posesión ante la importancia del estratégico emplazamiento.

   Parte del castillo se encuentra en ruinas, pero esto no le resta interés a su visita.  Desde esta antigua alcazaba se disfruta de una vista magnífica de los amplios llanos cacereños y de los pueblos de alrededor.





   La localidad de Montánchez es además conocida por sus afamados jamones. Su clima de inviernos fríos y secos favorece la curación de este delicioso producto del cerdo, de raza ibérica, que engorda a base de bellotas y frutos silvestres.  El aroma, sabor y calidad del jamón ibérico es algo insuperable, y por supuesto inimitable.





   A 10 kilómetros de Montánchez está la localidad de Alcuéscar, tomando una carretera rural, a 4 kilómetros aproximadamente, en plena dehesa cacereña se sitúa la iglesia visigoda de Santa Lucía del Trampal.




   El edificio probablemente formaba parte de un pequeño monasterio que se construyó en la segunda mitad del siglo VII. Se reutilizaron sillares de otras construcciones de antiguos templos; las inscripciones de época romana y prerromana encontradas en las piedras prueban la existencia de sus primitivos orígenes.

   La ermita llegó a estar en estado casi ruinoso, incluso se utilizó como establo, hasta que la Junta de Extremadura y particulares financiaron su restauración.

   La iglesia conserva la cabecera con tres capillas independientes abiertas al crucero, ventanas con arco de herradura y pequeñas cúpulas de piedra. Con muros muy gruesos, los sillares están perfectamente tallados y colocados sin argamasa. Su interior es bastante irregular con zonas muy estrechas. De las tres naves, las dos laterales son angostas pero largas y altas, con partes oscuras y otras iluminadas.

   Con los numerosos restos encontrados, algunos de ellos datados en el siglo VI a.C., se están llevando a cabo estudios para la creación de un aula de arqueología, en la que se hará referencia a la ciudad celtibérica de Turóbriga.

   Santa Lucía del Trampal, rodeada de árboles frutales, naranjos, encinas y alcornoques, sorprende por su peculiar arquitectura y es una de las pocas construcciones que ha llegado a nuestros días de la España visigoda.




                                                                                                                                                           Inma

4 comentarios :

  1. Uno de los paisajes más bellos de España es la dehesa y la extremeña es uno de los mejores exponentes. En cualquier época del año se puede disfrutar de la la quietud de los campos alfombrados de verde y ver a los cerdos ibéricos correteando bajo las encinas. Un artículo muy ameno que pone en valor uno de los mejores productos de la gastronomía internacional, el jamón ibérico.

    ResponderEliminar
  2. Buena tierra y precioso pueblo el que nos muestras. Desde luego son muchos los lugares con encanto que se puede visitar en Extremadura además de disfrutar de su estupenda cocina, de la belleza de sus pueblos y de las típicas dehesas donde el cerdo ibérico es el protagonista indiscutible. Merece la pena que paséis por allí, no os decepcionara.
    Muy interesante la iglesia de Santa Lucía del Trampal, no la conocía.

    ResponderEliminar
  3. Precioso pueblo Montánchez con un castillo con mucha historia entre sus muros y es que Extremadura es un destino muy completo tanto monumental como natural, rico en sabores y tradiciones, con gente encantadora.

    ResponderEliminar
  4. Esta parte de Extremadura no la conozco y tengo muchas más ganas después de leer este artículo. Los romanos sabían elegir bien los lugares. Sorprendente la iglesia visigoda, es de las pocas que han llegado hasta nuestros días. Extremadura nunca defrauda, arte, naturaleza y gastronomía. Interesante artículo Inma.

    ResponderEliminar

"