En la Comarca de la Vera de
Cáceres, el monasterio se fundó a comienzos del siglo XV, fue el lugar escogido
por el Emperador Carlos I de España y V
de Alemania para retirarse en sus
últimos años de vida. Junto al conjunto monacal se construyó una casa palacio
que sorprende por su sencillez
arquitectónica.
Después de luchar durante su reinado por mantener unido el Imperio, el monarca eligió este tranquilo lugar donde pasó casi dos años hasta su muerte. Con sus facultades físicas bastante deterioradas, el 21 de septiembre de 1558 falleció de paludismo por la picadura de un mosquito.
Fue enterrado en la humilde cripta justo debajo del altar de la iglesia. Hasta que su hijo Felipe II trasladó sus restos al suntuoso Panteón Real de El Escorial.
El claustro gótico es de planta rectangular con dos pisos con columnas sin capiteles. El claustro nuevo es de estilo renacentista de forma cuadrada con columnas decoradas y escudos.
En la vivienda del emperador está la alcoba, una antecámara, un comedor y el despacho. El Cuarto Real estaba situado al lado de la iglesia para que poder escuchar los actos religiosos desde su cama.
Un tranquilo jardín junto a una huerta y un estanque plasman perfectamente el sosiego que buscaba el monarca.
Cerca de la abadía se encuentra el Cementerio Militar Alemán. En 1980, el gobierno de ese país reunió los cuerpos de sus militares caídos en España durante la I y la II Guerra Mundial. Las cruces de granito señalan el lugar donde reposan los restos de pilotos, marinos y soldados.
A pocos kilómetros Garganta la Olla es una de las localidades más típicas de La Vera. Paseando por este pintoresco pueblo veremos la Casa de las Muñecas, un prostíbulo utilizado por la corte de Carlos V durante el tiempo que el Emperador se alojó en el Monasterio de Yuste.
También aprovechamos para acercarnos al Valle del Jerte ya que era la época de la floración de los cerezos.
Estas cerezas están consideradas las mejores del mundo. Las variedades autóctonas poseen su propia Denominación de Origen Protegida.
En la comarca hay más de millón y medio de estos árboles. Sus flores inundan las laderas y la campiña. Su cálido olor y el color blanco te envuelven, formando un precioso espectáculo.
Inma
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