lunes, 27 de abril de 2015

Oporto, agua y luz

Si tuviera que elegir entre las muchas cosas que me gustaron de mi visita a la ciudad de Oporto, me quedaría, sin duda, con el magnífico río Douro y la luz.

Desembocadura del Douro
El río Duero cambia de nombre en la frontera y tras un viaje por la Península de casi 900 kilómetros vierte sus aguas por fin en el océano Atlántico. En su tramo portugués el río es completamente navegable pero no es hasta el final de este larguísimo recorrido cuando besa las escarpadas laderas de la ciudad de Oporto. Su ritmo es lento y tranquilo pero con una profundidad que deja huella en los portuenses.
De este modo, como transita el Douro, es como debe de recorrerse esta preciosa ciudad, pausadamente, deteniéndose en cada rincón, buscando con la mirada el cauce del río. Las aguas del Douro brillan con el sol y a la vez se ocultan en las sombras que cubren sus márgenes en Oporto y Vilanova de Gaia, las dos ciudades que acompañan el avance del río hasta su desembocadura.


Rabelos sobre el Douro
Para navegar en el Douro resulta muy conveniente hacer el crucero de los 6 puentes que parte del embarcadero de la Ribeira, en la orilla norte cerca del Puente Luis I. Existen unos modernos barcos con audioguías que remontan el río varios metros para luego poner rumbo al Atlántico pero estoy segura de que el paseo en uno de los pintorescos barcos de madera (los rabelos) que transportaban el vino y la uva os dejará mucho mejor sabor de boca. Así lo hicimos nosotros. Al caer la tarde, pasamos bajo los puentes que comunican las dos orillas y que son; S. João, estructura ferroviaria construida por Edgar Cardoso; María Pía, construido en hierro por Gustave Eiffel y actualmente en desuso; do Freixo, ubicado en un extremo de la ciudad; Infante D. Henrique, que comunica Oporto con Vilanova de Gaia; Arrábida, que con un único arco de 52 metros de altura soporta el intenso tráfico de la ciudad; y el más importante de todos, el Puente Luis I.

Puente de la Arrábida
El famoso Puente Luis I fue erigido en el año 1886 y es el más emblemático de Oporto. Un socio alemán de Eiffel, Théophile Seyrig, lo diseñó para aliviar el intenso tráfico de personas y mercancías entre ambas orillas. Sustituyó al antiguo puente Pensil por el que debía pagarse un peaje para cruzar y del que apenas quedan los pilares de la orilla norte. Seyrig fue muy práctico e ideó 2 pisos, el superior de unos 400 metros de longitud por el que transcurre la línea D de metro de la ciudad mientras que la pasarela inferior soporta el tráfico rodado en sus 175m de largo. Las vistas sobre el Douro desde la pasarela superior son inigualables, no aptas para aquellos que padezcan vértigo. Si se desea admirar la estructura del puente con su imponente arco de hierro os recomiendo subir al atardecer al mirador ubicado en el vecino Monasterio de Serra do Pilar en Vilanova de Gaia para obtener las mejores instantáneas de esta obra de ingeniería.

Vista de Oporto al atardecer con el Puente Luis I en primer término


En nuestro recorrido en barco de casi una hora de duración tuvimos la oportunidad de ver de cerca estos puentes. Desde este lugar la vida resulta más pausada, no existen las prisas por llegar al trabajo, ni el denso tráfico, ni el tic tac implacable del reloj, ni la rutina pendiente... La única tarea es disfrutar del paseo, observar las gaviotas pasar en vuelo rasante cerca de nuestras cabezas y los pescadores probando suerte en las orillas. Tras dejar atrás el puente de la Arrábida, el río se ensancha y, a pesar de los diques que tratan de impedirlo, la marea se adentra unos pocos metros para fundirse en un abrazo con el dulce Douro. 
Mientras, en la costa, el Atlántico se muestra implacable y furioso, el oleaje choca contra los diques con toda su furia. En la desembocadura del río Oporto cuenta con varias playas, como la Praia do Titan y la Praia da Luz y un extenso paseo marítimo que llega hasta el acuario. Los domingos, si luce sol, acuden numerosas personas a pasear, hacer deporte y a comer pescado fresco en esta zona y eso mismo hicimos nosotros. Rubén incluso, se atrevió a meter los pies en el frío Atlántico.


Praia da Luz, Matosinhos
Tuvimos una enorme suerte durante nuestra estancia pues el sol brilló con fuerza a pesar de que estábamos a mediados de marzo. En nuestro primer paseo por Oporto la persona que nos guiaba nos indicó que el aspecto de la ciudad varía mucho en los días nubosos o con niebla y que debíamos aprovechar al máximo esta circunstancia. Dicho y hecho; tomamos el sol a la orilla del Douro, cruzamos a Vilanova para contemplar los coloridos edificios de la Ribeira, fuimos a la playa a comer pescado, realizamos el crucero de los seis puentes, tomamos café en las terrazas y estuvimos todo el tiempo posible en el exterior. En el interior de la ciudad observamos cómo la mayoría de los edificios cuentan con una claraboya o lucernario en la parte superior. Esto se debe a la estrechez de las viviendas construidas unas casi encima de las otras por las que era difícil que penetrara la luz. La solución fue colocar estas claraboyas en el centro del tejado de los edificios para abrir paso a la luz natural. Una de las más bellas es la situada sobre el antiguo club inglés.

Antiguo Club inglés

De hecho, esta maravillosa luz con la cuenta la ciudad es uno de los motivos por el que todas las bodegas de vino de Oporto se encuentran en la orilla sur, en Vilanova de Gaia. Esta ubicación resulta más propicia para el envejecimiento del vino ya que la orilla sur recibe menos horas de sol al año.

Sea cual sea el motivo, la ciudad que da nombre a todo un país bien merece una visita y mañana saldrá el sol de nuevo en Oporto.

Susana

10 comentarios :

  1. A nosotros nos encantó Porto, fue un viaje que nos marcó, nos fascinó esta ciudad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una ciudad sorprendente, amigos. Algunos de sus rincones son maravillosos. Estamos de acuerdo con vosotros en la fascinación que causa Oporto.

      Eliminar
  2. Oporto tiene personalidad propia por varios motivos, por el vino, el río Douro, la peculiar orografía y arquitectura de algunos de sus barrios y la buena sintonía y amabilidad de sus gentes que nos acogieron con los brazos abiertos. Os recomiendo pasear y pasear, perderte por sus calles, eso si no esperéis nada llano, hay empinadas cuestas, pero ante tanta peculiar belleza se vuelven más tendidas. El centro de la ciudad es parrimonio de la humanidad con razón, aunque haya zonas deprimidas o un poco abandonadas le da un carácter de decadencia que atrapa al visitante. Por cierto del río, los puentes y de la luz de Oporto no puedo ni debo decir nada Susana lo has descrito tal y como es. Enhorabuena por el artículo, te ha quedado redondo.

    ResponderEliminar
  3. Me atrae muchísimo el viaje en barco por el Douro, con lo que me gustan en general los puentes, pasar por los seis que nos mencionas, tiene que ser una excursión fantástica por poder ver sus distintas estructuras y por poder contemplar desde otra perspectiva las dos orillas.
    Tenía ganas de leer algo sobre vuestra escapada a Oporto, muy bueno tu artículo, Susana, estoy deseando ver más fotos y que nos cuentes más.

    ResponderEliminar
  4. Una buena opción visitar Oporto y como nos cuentas has venido encantada, no la conozco pero me está entrando ganas de visitarla.
    El paseo en barco por el Douro ,sus puentes, sus vista, la luz tan especial que tuvisteis una maravilla.
    Unas fotos magníficas Susana.

    ResponderEliminar
  5. Aunque nunca he visitado Oporto, siempre me ha parecido una ciudad muy interesante, con mucho carácter. Tal y como nos lo has enseñado desde el río, recorriendo las orillas del Duero con sus seis puentes me ha parecido bonita y muy interesante para visitar. Así que ya tengo otro destino pendiente, cercano y a vez desconocido.

    ResponderEliminar
  6. Obrigado pela divulgação da minha cidade, o Porto :) Excelente este blog com belas fotos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por comentar Portofview. Fue un viaje inolvidable y Oporto merece el post.

      Eliminar
  7. Que recuerdos de Oporto Susana! A mi me hubiese encantado poder recorrer el río en un rabelo, aunque la experiencia de hacer el crucero de los seis puentes también nos gustó! Y que suerte con el tiempo, nosotros también disfrutamos del Sol en la misma época y la verdad es que sentarse a tomar algo en una terracita de la Ribeira a ver la gente pasar no tiene precio!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A nosotros nos resultó una ciudad fascinante tanto por su historia como por los lugares que recorrimos. La visita guiada nos ayudó a hacernos una idea de lo que debió ser en su día esta coqueta ciudad a orillas del Duero. El paseo por la Ribeira es una de las cosas que más nos gustó. Ese sol y los 20 grados del mes de marzo fueron pura suerte. Ya nos ha pasado en otras viajes en invierno y primavera. Llevamos el sol a donde quiera que vamos!

      Eliminar

"