La capital de Bélgica es un centro de negocios y la sede del Parlamento Europeo. El centro de Bruselas es relativamente pequeño y un par de días son suficientes para hacerse una idea de lo más relevante.
Para visitar al detalle sus museos, edificios europeos, parques y rincones se deben emplear algunos días más pero nosotros nos llevamos un buen sabor de boca con tan sólo dos jornadas. Tal vez en otra época del año o con otro clima hubiera sido diferente pero nosotros tuvimos la suerte de gozar de unos días sin lluvia, bastante soleados con una temperatura de 20 grados que hicieron nuestra estancia muy agradable sobre todo recorriendo sus calles.
El día de nuestra llegada no teníamos pensado visitar la ciudad de punta a punta pero al darnos cuenta del tamaño nos lanzamos a la calle a descubrir todos los lugares que nos habían recomendado desde la Oficina de Turismo de Bruselas y Flandes, que amablemente nos envió muchísima información, folletos y planos de la ciudad sobre los sitios imprescindibles y cómo movernos por la capital de Bélgica.
Llegamos a nuestro hotel sobre las 12:15 del mediodía y pedimos que nos guardaran las maletas hasta las 15:00, hora del check-in. Fueron muy amables y nos facilitaron un mapa del centro de Bruselas. Ya estábamos listos para conocer la ciudad y nuestro primer objetivo fue, cómo no, la Grand Place (Grote Markt en neerlandés) a 500 metros del hotel.
Es el corazón de Bruselas y, a pesar de que no tiene un tamaño impresionante como las plazas de otras capitales del mundo, sus edificios no te dejan indiferente. Casas construidas al más puro estilo flamenco la rodean con multitud de detalles, se trata de las casas gremiales, anteriormente de madera y que fueron destruidas en el siglo XVII durante un bombardeo para ser posteriormente reconstruidas en piedra. Quedan algunas originales en un lateral y son espectaculares. Dos edificios enormes uno enfrente del otro destacan sobre los demás: la Maison du Roi (actual museo de la ciudad) y el Ayuntamiento con su torre elevada visible desde casi todos los puntos de la ciudad. Me parecieron palacios sacados de un cuento de hadas, con sus torres doradas, los balcones y ventanas asomándose a la plaza y decenas de adornos todos diferentes tallados en piedra. La plaza bulle de animación a todas horas pero principalmente a mediodía. Hay cafés, tiendas de chocolate y bombones (todas muy tentadoras), restaurantes y muchos artistas vendiendo su arte. Grupos de turistas escuchaban atentamente a su guía, todos con la cabeza levantada sin saber muy bien dónde mirar, igual que nosotros. Decidimos que había que regresar por la noche para verla iluminada y con el ambiente nocturno.
Teníamos hambre y nos acercamos por el entramado de callecitas empedradas a por un cucurucho de las famosas patatas fritas belgas. Son deliciosas y puedes elegir entre un montón de salsas. Dimos buena cuenta de ellas en plena calle junto a decenas de personas que hacían lo mismo en la cercana plaza del Ágora. Tras esta toma de contacto con la ciudad nos apetecía tomarnos una típica cerveza belga y atravesando las Galerías Saint Hubert, las primeras galerías comerciales cubiertas del mundo, llegamos a À la Mort Subite, una cervecería donde encontramos una mesita libre aunque el local estaba a rebosar. Pedimos un par de cervezas de la extensa carta que estaban buenísimas, la mía tenía un toque a sidra muy bueno. En la calle Rue des Bouchers, repleta de bares y restaurantes, hicimos otra parada para entrar en la cervecería Delirium Tremens que estaba casi vacía y tomarnos otra de sus 27 cervezas de barril todas distintas. Saliendo del bar nos topamos con la versión femenina del Manneken Pis. La Jeanneke Pis, con sus coletas, estaba agachada haciendo aguas menores en el callejón. Así concluyó la mañana por el centro, debíamos volver al hotel para hacer el check-in.
Mientras descansábamos en la fabulosa y cómoda habitación del hotel trazamos el recorrido para aprovechar la tarde al máximo pues los dos días siguientes visitaríamos Brujas y Gante y únicamente dispondríamos de la mañana del último día para ver el Atomium y el Barrio Europeo en Bruselas antes de regresar a España por la tarde. Creo que lo hicimos bastante bien.
No habíamos tomado postre así que decidimos probar los gofres con chocolate. Por toda la ciudad huele a gofres y están buenísimos, doy fe de que sólo comí uno al día aunque confieso que daban ganas de alimentarse sólo de ellos.
Primera parada de la tarde: la Catedral de Bruselas que cerraba pronto (según horario europeo). La hermosa catedral gótica dedicada a San Miguel y Santa Gúdula del siglo XII fue construida sobre un templo románico anterior. Tiene unas fabulosas vidrieras, también destaca el púlpito tallado en madera y los confesionarios. Por lo demás su interior es muy sobrio y es bastante alta como todas las iglesias y catedrales de Bélgica.
Desde aquí un corto paseo cuesta arriba nos lleva a lo que se conoce como el Mont des Arts donde se hallan los principales museos de arte de la ciudad y además se contempla una excelente panorámica del centro de Bruselas. Continuamos el paseo hacia el Sablon, el barrio de los anticuarios de Bruselas donde encontramos la bella iglesia de Notre Dame du Sablon, del mismo estilo gótico que la catedral, quizás su menor tamaño y la luz natural que la inunda la hacen parecer mucho más hermosa. Justo enfrente encontramos el jardín llamado Petit Sablon, un coqueto parque en el que descansar y escuchar el murmullo del agua.
Estábamos ya muy cerca del Palacio de Justicia, el edificio más grande Bélgica con 26.000 metros cuadrados y 104 metros de altura. El tamaño es impactante aunque no se aprecia bien en las fotos y cuando llegamos ya habían cerrado. Se encuentra situado en una zona alta de la ciudad y debió ser un edificio espectacular pero su estado de conservación actual es lamentable. Está muy descuidado y, a pesar de que se están llevando a cabo labores de limpieza desde hace tiempo, su aspecto es sucio y como de abandono. ¡Un poco decepcionante! :(
Llevábamos paseando por Bruselas unas dos horas y era el momento de volver al centro de la ciudad. Tomamos el elevador que hay en las proximidades del Palacio de Justicia que desciende hasta el barrio de Les Marolles, zona típica por su mercadillo diario, tiendas de decoración y de 2ª mano, y regresamos hacia la Grand Place no sin antes ver al famoso niño meón, el Manneken Pis. Es una fuente muy pequeña con la estatua del niño orinando. En esta ocasión vestía un llamativo chubasquero naranja con gorro a juego y la bandera arco iris (un guiño al desfile del orgullo gay que se celebraría en unos días). Me habían advertido que era una estatua diminuta pero no imaginé que tanto. Eso sí, ropa no le falta porque tiene más de 600 vestidos.
De vuelta por los alrededores de la Grand Place buscamos un sitio para cenar temprano en Rue des Bouchers y poder ir a dormir pronto. Pedimos unas cervezas y los populares mejillones con patatas que se sirven en la propia cacerola. Están ricos pero no hay color comparados con los gallegos y el precio es para turistas. A la salida vimos la plaza iluminada bajo el cielo nocturno de Bruselas. El día había sido largo, provechoso y al mismo tiempo agotador. Al día siguiente tocaba madrugar.
Mi impresión sobre Bruselas es de una ciudad cosmopolita, abierta a todo tipo de visitantes y muy sencilla de recorrer.
Susana
Bueno, Susana, ya tenía ganas de empezar a ver y a leer artículos de este tipo. Por las razones que ya sabéis, conozco bastante Bruselas, es una ciudad a la que le tengo cariño.
ResponderEliminarCreo que sólo con poder estar en la Grand Place, ya merece el viaje. Por más que la mires no cansa y siempre descubres detalles nuevos en cada una de las fachadas.
Es gracioso que el Manneken Pis sea un símbolo tan representativo de la ciudad, pero esta pequeña figura tiene mucha personalidad y siempre está llamando la atención por sus diferentes atuendos apropiados para cada ocasión. Aunque hay muchas personas que lo prefieren si nada encima.
Place du Grand Sablon, es una zona que me encantan para pasear, ver las tiendas y tomar algo en los restaurantes y pastelerías.
Las cervecería son todas recomendables, en algunas tienen tanta oferta de diferentes cervezas que no sabes cual elegir. Y los gofres calientes, recién hechos, son una perdición. Como también son una perdición las chocolaterías, y no sólo por el chocolate belga, algunas están tan bonitas decoradas que sólo por verlas hay que entrar, claro que si entramos seguro que salimos con algo de chocolate.
Los mejillones belgas, desde luego no tienen nada que ver con los gallegos, pero tampoco hay que compararlos, eso sí, algunos restaurantes especializados en ellos y que no tienen en su carta nada más que mejillones (o poco más) los preparan de tantas maneras diferentes que puedes estar comiéndolos un mes y no repetir el mismo plato.
Veo que vuestro primer día en Bruselas lo aprovechasteis bien, acabar en la Grand Place de noche es la mejor idea, si además el tiempo es agradable es un sitio (y los alrededores) muy animado para empezar a tomar el pulso a la ciudad y a su gente.
Tenia muchas ganas de visitar este pais y este verano pude cumplir ese sueño , igual que a vosotros me encantó, pude disfrutar de su belleza , gastronomia y su ambiente .
ResponderEliminarMe ha encantado volver a Bruselas con tu artículo y sus fotos.
Bruselas es una ciudad muy cosmopolita, debido sobretodo al ser sede del parlamento y de la comisión europea. La Grand Place es su centro neurálgico y solo por ello ya merece la pena conocer la capital belga, pero hay más, su gastronomía, mención especial al chocolate y la cerveza, las dos cosas con mayúsculas,hasta que no las pruebas aquí realmente no sabes lo que son. Me gusto pasear por el centro y descubrir rincones mención especial a la iglesia de Notre Dame du Sablon, pequeña y grandiosa a la vez, sorprendente, ojo a lo jardines que hay al lado, un lugar para quedarse un buen rato y reposar lo visto. En definitiva una ciudad que te acoge muy bien en la que te sientes integrado, vamos me dio muy buen rollo. Gran artículo Susana, muy bien descritas las sensaciones que te produjo, corroboro cada una de tus palabras.
ResponderEliminarDe Bruselas me gustó mucho su ambiente, además es una ciudad que se ve cómodamente andando y por lo que pude comprobar, bastante tranquila. Sin lugar a dudas es la Grand Place la zona más bonita de la ciudad y con seguridad una de las más bonitas de Europa. De todos los edificios que componen esta maravilla de plaza, es difícil quedarse con uno, aunque sin duda me quedo con el Ayuntamiento y su espectacular fachada.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir con vuestros lectores algunos de los atractivos de la capital belga. Un blog muy recomendable el vuestro.
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