El conocido en toda Salamanca como convento de las Dueñas, fue fundado en los primeros años del siglo XV para acoger a las señoras de la aristocracia que quisieran retirarse de la vida social y mundana para hacer vida de oración.
Su fundadora Doña Juana Rodríguez Maldonado, donó su casa palaciega a las religiosas dominicas, la misma comunidad monástica que habita este convento desde el día de su fundación. El edificio ha sufrido numerosas transformaciones al ser utilizado como convento, sobre todo en el siglo XVI que es cuando se construyeron la iglesia y el claustro.
La iglesia hacia el exterior es de gran sencillez tan solo sobresale la portada. El interior del templo es de una sola con una decoración bastante austera, algunos retablos barrocos y el altar mayor, en el que se pueden ver algunas esculturas notables. Solo podrás visitarla en horario de misas.
Una vez traspasado el umbral del convento vas a encontrar un zaguán y uno de los patios desde el que se puede acceder a las dependencias conventuales y al claustro, sin duda lo más hermoso de este convento salmantino. Nada te hará sospechar que tras la modesta puerta se esconde uno de los claustros más impresionantes del arte plateresco que deja asombrado a quien lo contempla.
Su construcción, tuvo que adaptarse a la del palacio ya existente del que se conservan dos puertas de acceso de estilo mudejár, una en el piso inferior recubierta con azulejos y otra, en la piso superior dando acceso al claustro alto construida con ladrillo. El claustro bajo está sostenido por arcos apoyados sobre esbeltas columnas rematadas por capiteles tallados con una gran variedad de motivos y una serie de medallones adornados con cabezas.
El claustro alto es adintelado, con columnas de tipo toscano ricamente ornamentado con figuras y monstruos típicos de la exuberancia del plateresco español. Es realmente sorprendente contemplar el uso excesivo de figuras humanas combinadas con animales o monstruos, con gestos altamente expresivos.
El claustro alto guarda un rincón dedicado a Sor Teresa Chikaba, la santa negrita. La princesa africana que fué secuestrada, esclavizada y cargada en un barco negrero rumbo a Sevilla para más tarde siendo por fin libre, ingresar como monja en un convento.
En una de las esquinas del claustro bajo podrás ver su tumba donde puede leerse: Sor Teresa Chikaba, hija del Rey de la Mina Baxa del Oro de Guinea 1676-1748.
No podrás marcharte de este convento sin probar los dulces que las mismas monjas dominicas elaboran, entre los que figuran una de sus especialidades, los famosos amarguillos.
Rafa
Vaya pasada, pasé junto a el y no tenía tiempo ya a verlo. Una pena, pero a otado wyeda para la próxima. Bonotas fotos
ResponderEliminarHe visitado Salamanca en varias ocasiones porque me parece una ciudad sorprendente.
EliminarSiempre dejaba este convento para lo último y luego no me daba tiempo.
Así que en mi última visita fue lo primero que visité y te puedo decir que es espectacular.