Capital de la comarca de Sobrarbe, Aínsa aún conserva prácticamente íntegro su peculiar urbanismo medieval. Levantada sobre la confluencia de los ríos Ara y Cinca, su casco urbano apenas se ha visto alterado en absoluto y la belleza de sus calles sigue siendo tan sencillas y evocadoras como antaño. Antes de entrar en el pueblo, lo más recomendable sería dar un paseo por una importante fortificación, un castillo del que quedan restos y algunas dependencias con dos construcciones con épocas diferentes de los siglos XI y XVI. Quizás lo más llamativo sea una torre que todavía mantiene su altura y techumbre original. En el castillo también encontrarás la oficina de turismo y un Centro de Interpretación de la Fauna Pirenaica.
Aínsa desde el castillo |
Desde aquí a través de un breve recorrido te adentrarás en un casco antiguo donde sus habitantes todavía habitan en viejas casonas con espléndidos balcones y delicadas ventanas con numerosos elementos góticos. Un pueblo forjado de leyendas e historias de armas y caballeros.
Soportales medievales de la Plaza Mayor |
Lo primero que encontrarás sera su amplia y maravillosa Plaza Mayor. Verás que es rectangular y porticada sobre arcos desiguales en dos de sus laterales. En uno de sus extremos junto al Ayuntamiento se eleva la iglesia románica de Santa María del siglo XII, con su gran torre-campanario. La iglesia es de una sola nave con un ábside semicircular que oculta bajo sus cimientos una cripta. Visita su coqueto claustro y también tienes la opción de subir a la torre y disfrutar de las vistas que desde aquí se contemplan.
Torre de la iglesia románica de Santa María |
Cripta de la iglesia |
En Aínsa todo es piedra, trabajada con esmero que puedes apreciar si recorres sus dos únicas calles que desde la plaza descienden y confluyen en el mismo punto. Fíjate en sus nobles casonas con ventanas ajimezadas y capiteles góticos, muchas de estas viviendas cuentan con bodegas subterráneas. Además en este pueblo medieval queda en pie alguna de las puertas de entrada y también conserva casi en su totalidad las murallas que rodeaban y hacían inexpugnable la villa.
Sus calles apenas han sufrido cambios a través de los siglos |
A las afueras del pueblo, encontrarás una curiosa construcción circular. Es un templete con columnas toscanas con un alto valor histórico. En principio cuando lo veas te puede parecer insignificante aunque te aseguro que guarda una curiosa leyenda sobre la Cruz de Sobrarbe.
Cuando los musulmanes ansiaban estos contornos, superando en número a los cristianos que daban la batalla por vencida, milagrosamente apareció sobre la copa de una encina, una gran cruz roja, muy brillante, este hecho se interpretó como que Dios apoyaba a los cristianos dándoles ánimo y valor para seguir. Al final vencieron los cristianos y se levantó el templete que contemplas, en el mismo lugar donde ocurrió dicha aparición, sirviendo para honrar a la cruz de Sobrarbe que se ha convertido en el emblema de Aínsa.
Templete de la cruz de Sobrarbe |
Aínsa puede ser un buen punto de partida para hacer excursiones y para adentrarte en las grandes cumbres del Pirineo. En la misma Plaza Mayor, sobre los soportales, se encuentra un coqueto hotel, Los Siete Reyes, con cómodas habitaciones decoradas con piedra que llevan los nombres de siete reyes del Sobrarbe de la baja Edad Media. Un buen lugar donde buscar la calidez, el sosiego deseado después de una larga jornada.
Rafa
Hace tiempo que estuve en este precioso pueblo pero no vi casi nada ya que era invierno y hacía un frío espantoso, y nos fuimos rápidamente a refugiarnos al Parador de Bielsa. Por eso Rafa, me ha gustado leer tu artículo y ver las fotos porque casi no recordaba nada de Aínsa.
ResponderEliminarRecorrer este pequeño pueblo medieval es toda una experiencia. Cada casa y cada rincón está cuidado con mimo para conservar el sabor antiguo que lo inunda. Su plaza Mayor es una pequeña joya muy bien conserva, es amplia y con soportales irregulares que invitan a fotografiarla, a pasear y a sentarse en alguna de sus terrazas.
ResponderEliminarEn nuestro periplo por los Pirineos, desde el valle de Arán hasta el del Ordesa, no tuvimos tiempo de detenernos en este bella localidad y eso que pasamos por allí pero se nos hizo muy tarde. Ahora veo que hubiéramos necesitado algo de tiempo en recorrerla y saborear todos sus rincones como merece. Es un pueblecito pirenaico con mucho encanto y tradición. No me importaría pasear bajo las arcadas de su Plaza Mayor. Una muy buena propuesta para el blog, Rafa.
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