Resulta imposible visitar Cantabria y no detenerse en Santillana del Mar. Me parece un pueblo tan perfecto y cuidado que es considerado como uno de los más bellos de España. Perderse por sus calles nos ofrece la posibilidad de ir descubriendo a cada paso impresionantes ejemplos de arquitectura civil y edificios monumentales en el que sobresale la Colegiata de Santa Juliana. El casco antiguo es peatonal y conserva todo el sabor medieval. Santillana es visitada todos los años por miles de turistas que recorren sin descanso sus adoquinadas calles.
Colegiata de Santa Juliana |
Aunque el pueblo es más bien pequeño, es tanto lo que hay que ver que la visita merece hacerse despacio. Aunque ya conocía el pueblo, quedé con un guía local para que me enseñase todo el encanto y me envolviera en el ambiente medieval de este pueblo.
La responsable del nacimiento de Santillana del Mar fue santa Juliana. Cuentan que unos monjes llegaron a estas tierras con las reliquias de la santa y levantaron una pequeña iglesia en su memoria. Con el tiempo la iglesia se convirtió en monasterio llegando a ser un importante centro de peregrinaje de la época.
A su alrededor creció la villa, conocida como el pueblo de las tres mentiras porque ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. En nuestro recorrido mientras el guía nos iba contando algo de su historia, contemplábamos los escudos blasonados de sus mansiones y palacios perfectamente conservados.
A su alrededor creció la villa, conocida como el pueblo de las tres mentiras porque ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. En nuestro recorrido mientras el guía nos iba contando algo de su historia, contemplábamos los escudos blasonados de sus mansiones y palacios perfectamente conservados.
Seguimos nuestro paseo a través de calles que nos llevaban a hermosas plazas como donde se encuentra el Parador Gil Blas y más adelante el Ayuntamiento. A su alrededor casas antiguas y burguesas como la del Águila y de la Parra o torres como la de Don Borja y la del Merino. Casas construidas en piedra que nos hablan de un lugar en otros tiempos poderoso. Llegamos a la majestuosa Colegiata de Santa Juliana con su precioso claustro románico y sus piedras erosionadas por los siglos, el viento y la lluvia.
Además del encanto de las casonas y antiguos palacios, antiguamente habitados por los nobles de la villa, Santillana cuenta también con varios museos como el de la Inquisición que ofrece una muestra de diferentes instrumentos de tortura. Debido a que es un importante foco turístico, Santillana del Mar se encuentran casi en su totalidad repleta de restaurantes, hoteles y tiendas de productos típicos cántabros.
Recomiendo para la visita del pueblo llevar calzado cómodo porque todas las calles están empedradas y resultan algo incomodas de andar. Tener en cuenta que al ser un lugar muy turístico en verano estará lleno de gente. Lo que más me gustó de Santillana del Mar fue pasear por sus calles en soledad cuando la mayoría de los turistas se habían marchado y las tiendas cerraban. Me pareció retroceder varios siglos.
No es común encontrar dos Paradores en una misma localidad y aún lo es menos encontrarlos tan juntos. Uno en una casona de estilo cántabro y el otro en una construcción moderna pero muy bien integrada en el entorno que sólo dispone de habitaciones, pues el restaurante y la cafetería están en el parador Gil Blas.
No podemos abandonar la zona sin acercarnos a las Cuevas de Altamira, conocidas como la “Capilla Sixtina” del arte rupestre, declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Loli
He visitado varias veces este pintoresco pueblo cántabro pero nunca me ha gustado tanto como la primera vez. A pesar de ser un lugar tan turístico mantiene el encanto de pueblito medieval anclado en el tiempo. Mi marido me ha contado muchas veces que cuando era niño una señora les daba un vaso de leche y unos sobaos en la calle antes de llegar a la colegiata. Tengo pendiente la visita a Altamira ya que hay que reservar. Hace unos años visitamos un palacio y un parque preciosos que se encuentran a la entrada del pueblo. No hay que dejar de ir. Imprescindible.
ResponderEliminarSantillana del Mar, es uno de esos lugares que te traslada cientos de años atrás. He estado en varias ocasiones y cada vez que he estado he descubierto algo nuevo. Es un museo al aire libre, mires donde mires, todo está en su sitio adecuado, nada desentona, sus edificios medievales, las torres, los palacios, las plazas..., todo es armonía. Todo está orquestado para que los sentidos entren en éxtasis. La vista con la belleza de su colegiata, el gusto en cualquiera de sus restaurantes, el olfato con las flores que decoran las balconadas de madera de algunas casonas, el oído con el tintineo constante del empedrado de sus calles, y por último el tacto de la piedra rugosa por el paso de los años, que dan aires de señorial abolengo a este pueblo. Es visita obligada si se visitan las tierras cántabras.
ResponderEliminarSantillana es un lugar fascinante, siempre es grato recorrer su casco histórico no muy grande pero encantador y disfrutar de cada uno de sus rincones. Todo el pueblo es una obra de arte con calles de piedras y muchísimo encanto, pero quizás sea La Colegiata una de las construcciones que más llama la atención con un claustro muy interesante. Los dos Paradores están muy bien situados en pleno centro. Me encanta este lugar, su historia y sus costumbres.
ResponderEliminarMi primera visita a Santillana fue hace tiempo en un viaje familiar con mis padres, abuelos y hermanos, recuerdo, como comentáis, que en las puertas de las viviendas vendían leche y sobaos caseros con su delicioso sabor a mantequilla.
ResponderEliminarDespués, pude visitar el interior de las Cuevas de Altamira, impresionante, y algo que hay que hacer cuando se viaja por este lugar.
Sin duda, un pueblo precioso y muy pintoresco.