"Cuando dormitamos a la
orilla del mar
todo mece y acaricia el oído;
el ruido del viento sobre las
olas,
el ruido de las olas sobre las
rocas;
oímos, a través de nuestros
sueños,
los lejanos cantos de los
marinos"
Víctor Hugo, Pasaia, 1843
Junto al mar Cantábrico y al monte
Jaizkibel nos encontramos la bahía de Pasajes y, en ella, el pueblo marinero de
una sola calle, Pasajes de San Juan.
Paralela a la bahía, la calle
Donibane trascurre bajo los pequeños túneles que forman las casas. En una de
ellas pasó el verano de 1843 el escritor francés Víctor Hugo. La fachada
principal mira al mar y la posterior llega hasta el arco de la estrecha
calle. El sencillo edificio del siglo
XVII alberga un museo en honor al escritor. El mobiliario de época se ha
recuperado en subastas y se ha recreado parte del ambiente que rodeó al
dramaturgo. Podemos ver las plumas
que utilizó al escribir algunos de sus poemas y fotografías antiguas.
Al salir del museo continuamos
por la calle hasta llegar a las casas marineras de la Plaza de Santiago, uno de
los rincones más pintorescos de la zona de Pasaia. Desde aquí parten las
embarcaciones que unen esta villa con Pasajes de San Pedro, la única forma de
llegar si no se quiere dar toda la vuelta por carretera. Antaño las bateleras, oficio de mujeres, se
encargaban del transporte a remo.
En lo alto, presidiendo la villa
marinera, está la ermita de Santa Ana. Dejando la Plaza y atravesando el Arco
de Bonanza, un sendero nos lleva hasta la entrada a la bahía. La senda pasa junto al castillo de Santa
Isabel que fue mandado construir por Carlos I para proteger el puerto. Toda
esta zona resulta muy agradable para
pasear ya que el camino transcurre entre el intenso azul del agua, el
verde paisaje y el silencio sólo roto por el sonido de las gaviotas.
Justo enfrente y tomando una
pequeña lancha se llega a Pasajes de San Pedro. Aquí nuestro objetivo era
visitar la factoría marítima vasca, Albaola, donde se está llevando a cabo la
construcción de la réplica de la Nao San Juan del siglo XVI. Cuenta con una zona
de interpretación y talleres donde los artesanos están creando la copia de este
galeón.
Red Bay, en Canadá, era la
estación ballenera más grande que existía en el siglo XVI. Se viajaba hasta estas
costas a la búsqueda y caza de estos animales marinos. De una ballena se
extraía alrededor de 40 barricas de grasa, siendo un bien muy preciado.
En 1565 una tormenta rompió las amarras del
ballenero San Juan, chocó contra la costa y se hundió; llevaba como cargamento
casi mil barricas, una fortuna. Gracias a los hallazgos arqueológicos en esta
bahía canadiense, en 1978 se encontraron los restos del naufragio. Durante 30
años arqueólogos desplazados a Red Bay han seguido sus huellas, realizando
numerosos estudios e investigaciones.
La Nao San Juan es el símbolo del
Patrimonio Marítimo Subacuático Mundial de la UNESCO.
Inma
Pues sí que resulta curioso el emplazamiento de este pequeño municipio dividido por el mar. Imagino que al conseguir su sustento del mar no les importaba demasiado no tener espacio en tierra. Muy interesante la relación de Pasajes con Víctor Hugo, un enamorado de estas tierras. Por lo que cuentan además en Pasajes se come muy bien, tanto pescados como mariscos. Una bonita propuesta de paseo muy cerca de Donosti.
ResponderEliminarQue pueblo tan pintoresco y singular, no es de extrañar que Víctor Hugo lo escogiera para pasar en él un verano. Tiene que ser una maravilla pasear por su única calle admirando la belleza de sus casas y visitar la casa donde se alojó el ilustre escritor.
ResponderEliminarUn buen lugar para disfrutar y que hay que conocer.
Precioso pueblo pesquero, tiene mucho encanto y esta situado en un marco incomparable, además la casa de Víctor Hugo es un lugar muy interesante para visitar y aprender algo más sobre la vida de este genial escritor. Me ha gustado también mucho la visita a la factoría y la historia sobre la Nao San Juan.
ResponderEliminarMe ha encantado este rincón del País Vasco. En un pequeña bahía nos encontramos cultura, naturaleza y artesanía y gastronomía. Vamos lo ideal para pasar una jornada de lujo. No podía ser en otro lugar lo de reproducir un galeón del siglo XVI, estos vascos están locos, pero viva su locura porque son capaces de eso y más. Gran aportación al blog Inma, enhorabuena
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