En la agreste y abrupta costa norte menorquina, donde los vientos de tramontana suelen soplar con fuerza en los duros días de invierno, se levanta Fornells ofreciéndonos una bella estampa marinera. Me pareció una pequeña población de blanquísimas casas encaladas y calles estrechas asomadas al mar donde sus habitantes se esfuerzan cada día por mantener todo el sabor de su antigua tradición marinera.
Fornells se mantuvo como pueblo de pescadores alejado de la masificación del turismo hasta bien entrados los años setenta. Su puerto es uno de los pocos refugios para los barcos que cruzan la costa norte. Pero los tiempos cambian y en la actualidad este pueblo vive del turismo, gracias al entorno de su gran puerto natural, donde atracan infinidad de pequeñas embarcaciones y se practican innumerables deportes náuticos. Fornells ha pasado a ser definitivamente un centro turístico importante en la isla aunque sin perder toda su esencia.
En el interior del pueblo un agradable paseo marítimo nos acercará hasta los restos del castillo de Sant Antoni que aún se resiste al paso del tiempo en torno al cual se formo este pequeño núcleo de población con encantadoras callejuelas y la iglesia cuyo origen se remonta al siglo XVII, aunque la actual es de tiempos más recientes. En Fornells no hay que perderse la subida a la robusta Torre de Fornells (siglo XVIII), levantada durante la ocupación inglesa, una de las más grandes de toda la isla que ofrece unas vistas espectaculares de toda la bahía y a lo lejos podemos divisar el impresionante Cabo de Cavallería, un enorme precipicio de 90 metros sobre el nivel del mar.
Desde su posición privilegiada, Fornells es ideal para hacer excursiones marítimas por la costa norte, mucho más agreste que la del sur pero llena de gratas sorpresas y rincones encantadores.
Aunque en Fornells la que manda es la langosta. Tal vez gracias a ella sea este pueblo uno de los nombres más conocidos de Menorca y es que sus calderetas de langosta han alcanzado una reconocida y merecida fama dentro y fuera de la isla. Aseguran incluso que algunos de sus restaurantes son frecuentados por la familia real española y es que este delicioso plato no se cocina igual en ningún otro sitio de la isla.
El pueblo está repleto de tiendas de souvenirs y sobre todo de numerosos restaurantes donde deleitarnos con sus exquisitos pescados y mariscos frescos. Un buen punto final para despedirnos de este idílico rincón de Menorca.
Loli
Siempre que pienso en Menorca me imagino un lugar como este de Fornells con su puerto deportivo, sus callecitas estrechas repletas de tiendas, los restaurantes a la orilla del mar donde degustar una riquísima caldereta de arroz con marisco.... Estás triunfando con esta serie de artículos sobre Menorca y nosotros, estamos encantados. Genial la foto con las señales y las distancias a ciudades remotas, muy original.
ResponderEliminarOtro encantador rincón de la isla, éste que nos muestras Loli. La caldereta de langosta tiene que hacerse por aquí deliciosa si es conocida esta población por ello.
ResponderEliminarEstos lugares con sus puertos tienen un gran atractivo, desde luego eres nuestra gran experta sobre Menorca.
Un rincón imprescindible para recorrer con calma, perderse por sus callejuelas y detenerse en cada rincón o simplemente sentarse en alguna de sus innumerables terrazas junto al mar, para degustar su afamada caldereta. Aunque esto dependerá de nuestros gustos y presupuesto.
ResponderEliminarCon todos estos artículos de Menorca me entran ganas de retirarrme allí, voy a pedir la jubilación anticipada, me compraré un barco, me iré de cala en cala, me recorreré todo sus restaurantes para probar la exquisita gastronomía de la isla y a vivir. ¿Quién se apunta?. Gran trabajo Loli.
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