Recientemente se ha añadido a la
"Pulsera Turística" de Toledo la visita de otro edificio histórico,
aumentando aún más el rico legado cultural de la Ciudad Imperial.
El Colegio de Doncellas Nobles se
fundó en 1551 por el Cardenal y Arzobispo de Toledo Juan Martínez Silíceo. Juan procedía de una familia de Badajoz de origen
humilde, durante su infancia fue pastor; poseía grandes inquietudes por lo que en su
adolescencia se marchó a estudiar a París.
Estaba considerado como un
destacado intelectual y llegó a ser catedrático en Salamanca. Cuando Carlos V
buscó un preceptor para su hijo, el príncipe Felipe, depositó su confianza en
Síliceo, un ya reconocido teólogo, filosofo y matemático, que además dominaba
varios idiomas.
El pabellón antes de convertirse
en colegio era el Palacio del Conde de Mélito, y en él se alojaron durante unos
meses Carlos V y su esposa, la
emperatriz Isabel de Portugal.
Este colegio se creó para la
educación de jóvenes de origen noble pero con pocos recursos. Aquí vivían hasta
su matrimonio. Al casarse se les daba una dote de cien mil maravedíes, cantidad que no recibían
si dejaban el colegio para profesar como
monjas, ya que el objetivo era formarlas
para crear una familia y para que fueran intachables madres cristianas.
Las niñas ingresaban en el centro
entre los 7 y 10 años. Poco a poco fue aumentado el número de estudiantes,
llegando a contar hasta con 100 alumnas.
Este nuevo espacio cultural
recuperado se ha reconstruido dos veces y ha sido rehabilitado en 1995. En el
interior de la iglesia destaca, en el centro, el sepulcro del Cardenal fundador. A
su muerte fue enterrado en una sencilla caja de madera cubierta por un paño y
mitra negros. Mas tarde se realizó el mausoleo de mármol blanco. En cada una de
las esquinas están representadas las cuatro virtudes cardinales: fortaleza,
justicia, prudencia y templanza.
En la planta baja del templo está
el coro de capellanes y en el nivel superior, detrás de una reja, el coro de
colegialas.
Después se pasa al patio de
estilo neoclásico, rodeado de columnas de granito y arcos, obra de Ventura
Rodríguez.
También se visita la Sala
Rectoral, donde se celebraban los actos solemnes. En ella hay un retrato de
Silíceo, dos tapices barrocos flamencos y está decorada con espejos y
terciopelo rojo.
En el exterior hay un pasaje
elevado que comunica el antiguo edificio con uno nuevo. El curioso pasadizo es de hierro fundido y es
uno de los símbolos del colegio. Después de ampliarlo con más aulas y dormitorios, en la actualidad se
utiliza como residencia universitaria femenina.
Inma
El Colegio de Doncellas Nobles es un lugar lleno de encanto y poco conocido de Toledo. Se encuentra escondido en las calles del centro histórico de la ciudad y sin ser un lugar de una arquitectura espectacular su interior resulta bastante interesante.
ResponderEliminarToledo es una ciudad perfecta para quien le guste la historia y muy agradable para pasear por sus calles estrechas descubriendo sus pequeños recovecos. Me encanta y siempre sorprende al visitante con joyas arquitectónicas como esta.
ResponderEliminarSiempre he considerado un acierto recuperar estos edificios antiguos para museo o exposiciones. La verdad es que no lo conozco pero merece la pena recorrer su interior. El sepulcro del Cardenal Silíceo me recuerda al que se conserva en Alcalá de Henares del Cardenal Cisneros, que descansa ahora en la Catedral Magistral.
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